¿Qué país quieren los ecuatorianos?
16 de octubre de 2006
Los ecuatorianos acudieron a las urnas el domingo para elegir un presidente y un vicepresidente, cien diputados del Congreso Nacional, cinco parlamentarios andinos, 67 consejeros provinciales y 674 concejales municipales.
El resultado de la primera vuelta deja a dos candidatos en la recta final, quedándose en el camino otros favoritos. Por la presidencia se enfrentan el autoproclamado liberal y magnate bananero Alvaro Noboa que aventajó ligeramente (26,7% de los votos) al izquierdista Rafael Correa, de Alianza País y amigo personal del presidente venezolano Hugo Chávez (que obtuvo 22,4%).
Rafael Correa se opone al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, critica al FMI y al Banco Mundial y al mismo presidente de Estados Unidos. Alvaro Noboa es contrario a lo que dice Correa y además promete, de convertirse en presidente, que su país no tendrá relaciones ni con Cuba ni con Venezuela.
Con posturas marcadamente antagónicas, ambos se enfrentarán nuevamente en las urnas el próximo 26 de noviembre. DW-WORLD habló con la experta Claudia Zilla, investigadora de la Fundación Ciencia y Política, sobre la situación en Ecuador y lo que significa el proceso electoral en el contexto latinoamericano.
¿En que situación se encuentra Ecuador?
Hay una polarización que no sólo se refleja en la cantidad de votos muy pareja que recibieron los dos candidatos Noboa y Correa. Más allá de esta dualidad hay una división en cuanto qué modelo de país se busca, desde el punto de vista político y económico. Falta de un consenso sobre qué dirección adoptar y qué tipo de país quieren los ecuatorianos.
Una situación similar se ha producido a lo largo de este año electoral en varios países latinoamericanos. Hay una polarización muy fuerte. ¿A qué se debe?
La primera impresión es que tanto en México, como en el mismo Chile, en Perú y en Brasil, hay dos bloques enfrentados, lo que es típico del sistema presidencialista que se ha extendido en toda América Latina. Lleva por su lógica de competencia a que entre todos los candidatos que se presentan para la presidencia dos sean los que más posibilidades tengan. Es normal que la votación se polarice en estos dos extremos. Más allá de esto que es común al sistema en todos los países hay que ver cuál es la distancia política entre los dos candidatos favoritos.
Ahí es donde se pueden empezar a observar las diferencias. En Chile, donde se enfrentó el conservador Piñera, a la socialdemócrata Bachelet, la distancia ideológica no era tan grande. En Brasil se enfrentan Lula y Alckmin prácticamente con la misma política macroeconómica.
¿Ve alguna similitud entre el caso ecuatoriano y el mexicano?
En todo caso las diferencias entre los candidatos son mayores que en México. Pero las diferencias entre los dos candidatos, tanto en México como en Ecuador, son más grandes que las que existen en otros países como Brasil y Chile.
¿Que se puede esperar en la segunda vuelta?
No tengo los datos de la elección parlamentaria. Eso es muy relevante a la hora de evaluar cuál es el margen de maniobra que tendrá cualquiera de los candidatos que se convierta en presidente. Teniendo en cuenta el resultado de la primera ronda electoral es de esperar que el congreso tenga una conformación bastante heterogénea. Cualquiera de los candidatos estará obligado a buscar aliados para una coalición más allá del propio partido. En un país tan ideológicamente heterogéneo en donde falta un consenso social es difícil formar una coalición que tenga solidez y que sea de largo plazo. Porque hay que convocar a gente a un proyecto y si éste no es integrador será difícil encontrar alianzas. Tiene que haber un consenso para formar un gobierno de coalición de lo contrario el próximo gobierno no será duradero, sea del partido que sea.
Correa es visto como amigo de Chávez y Noboa, el hombre más rico de Ecuador, representa los intereses de clase a la que pertenece, algo así como blanco y negro.
Pero tienen algo similar, que ambos se consideran políticos no tradicionales. Cada uno se considera una personalidad en sí misma. Esa alusión de carácter extraordinario o esa alusión que hace Noboa, que dice ser enviado por Dios, les da a ambos un tinte populista, intentan diferenciarse de los partidos tradicionales.
¿Eso no augura nada nuevo o si?
Por un lado el populismo es una de las enfermedades típicas de la democracia y no hay ninguna democracia que sea inmune a tendencias populistas en su seno. Así que quien tiene democracia y quiere democracia va a tener que soportar estas tendencias. La pregunta es con qué frecuencia y con qué intensidad se presenta. Si son desvíos o desboques populistas.
En una situación como la latinoamericana, donde hay distintos gobiernos de distinto color que no han podido solucionar el problema de la gran pobreza y la injusticia social se convierte en un caldo de cultivo ideal para un surgimiento populista. Por el otro lado, los partidos tradicionales al estar desacreditados por no haber podido solucionar este problema, se convierten en el chivo expiatorio del que tratan de distanciarse los candidatos.
¿Que espera al país?
Los problemas en Ecuador son similares a los de la zona andina. Debe haber una reducción de la pobreza, de la injusticia y la desigualdad social. Tiene que elegirse un curso de política que se lleve a cabo durante un período largo. La mejor política, por más que sea la mejor, si no tiene continuidad, su efecto es finalmente el de una mala política. No basta con que una política sea buena sino que necesita de una dimensión temporal para tener efectos positivos. Esa oportunidad no la ha tenido Ecuador, lo que es responsabilidad de la clase política. Se necesita un gobierno de apertura que convoque a otros sectores a buscar un consenso, un camino y que tenga la firmeza para llevarlo a cabo durante un buen tiempo y ahí la palabra clave es gobernabilidad.
Claudia Zilla es politóloga y especialista en América Latina de la Fundación Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik) con sede en Berlín.