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El dudoso plan monetario conjunto de Argentina y Brasil

Alexander Busch
24 de enero de 2023

El "sur" podría lograr lo casi imposible: la integración económica de una región cuyos países ni siquiera tienen una zona común de libre comercio. Los economistas se muestran escépticos.

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Lula da Silva y Alberto Fernández se dan un abrazo fraternal ante las cámaras.
El presidente brasileño Lula da Silva y el presidente argentino Alberto Fernández.Imagen: Esteban Collazo/Argentinian Presidency/AFP

Argentina y Brasil quieren crear una moneda común llamada "sur". Si lo logran, podría crear la mayor unión monetaria del mundo después de la Unión Europea. América Latina representa el 5 por ciento del producto interior bruto mundial, la UE el 13 por ciento. No es de extrañar que el proyecto dominara los titulares de los medios económicos europeos el pasado fin de semana.

En Sudamérica, en cambio, los anuncios apenas causaron revuelo. Desde los primeros proyectos de integración hace cincuenta años, la idea de una moneda común ha alimentado repetidamente las fantasías de los políticos, pero de estos intentos no ha salido más que material para trabajos académicos.

Dos vecinos completamente diferentes

El economista brasileño-argentino Fabio Giambiagi critica el renovado debate como una "pérdida de tiempo". Según Giambiagi, la falta de planificación estatal de las economías por parte de los gobiernos, así como las diferentes situaciones económicas, impiden el desarrollo de un proyecto monetario serio en la actualidad.

De hecho, ambos países difícilmente podrían ser más diferentes en sus políticas monetarias y fiscales: Brasil tiene un tipo de cambio flexible y un banco central independiente. Los guardianes monetarios de Argentina, en cambio, imprimen dinero por orden del presidente para equilibrar el déficit presupuestario. Como resultado, la inflación en Argentina es actualmente del 95 por ciento anual. En Brasil, se situaba ligeramente por debajo del 6 por ciento en 2022.

Brasil tiene más de 300.000 millones de dólares en reservas de divisas, lo que le convierte en acreedor del sistema financiero mundial. Argentina debe más de 40.000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI), de cuyo goteo pende. De lo contrario, el país habría sido insolvente hace tiempo.

Billetes de América Latina.
La idea de una moneda común ha alimentado repetidamente las fantasías de los políticos en América Latina.Imagen: swisshippo/imago images

Empezar la casa por el tejado

Las arcas de divisas de Argentina están casi vacías. Con rígidos controles de capital, el Gobierno impide a los argentinos comprar dólares. Hay unas dos docenas de tipos de cambio diferentes para el billete verde. En el mercado negro, el dólar vale el doble que al cambio oficial.

Tampoco existe un mercado común entre ambos países, ni siquiera una zona de libre comercio. En Mercosur, la comunidad económica formada por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, las importaciones de muchos productos están sujetas a aranceles elevados. También se aplican numerosas exenciones al arancel exterior común. Añadir una moneda común a esta frágil "comunidad económica" es empezar a construir la casa por el tejado.

Solo hay una razón por la que el presidente de Brasil, Lula, reaviva el proyecto de una moneda común. Se trata de un argumento político, no económico: tras su reelección, Lula quiere impulsar la integración en América Latina. Brasil aglutina más de la mitad del poder económico y la población del continente. Quiere utilizar la unidad de la región para aumentar el peso geopolítico de América Latina, como ya consiguió durante sus dos primeros mandatos.

Buenos Aires, contenta de agarrarse a cualquier cosa

Se supone que la moneda común actuará como acelerador del proceso de integración regional en Sudamérica, algo que ya adelantó el ministro de Finanzas Fernando Haddad en abril de 2022. 

El Gobierno argentino, por su parte, se alegra de cualquier clavo ardiendo que pueda agarrar en la grave crisis. Una unión con Brasil, mucho más grande, podría frenar el aislamiento de Argentina. Las elecciones son en octubre, así que cualquier noticia positiva es bien recibida en Buenos Aires. Ciertamente, sería muy deseable una mayor integración económica en Sudamérica, pero en lugar de impulsar políticamente los proyectos de infraestructuras y los acuerdos de libre comercio, los sudamericanos se limitan a dar el tercer paso antes del primero.

(gg/ms)