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De señal de tránsito a ícono de la unidad alemana

13 de octubre de 2011

Nació hace 50 años para dirigir el tránsito peatonal en la RDA. Entretanto ha abandonado los cruces de las calles para encaramarse a múltiples productos de diseño y personifica un trocito de historia alemana.

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El hombrecito del semáforo nació en la RDA y la sobrevivió.Imagen: DW

Si se pone uno a buscar en la Alemania cotidiana de hoy vestigios de la extinta República Democrática Alemana, más allá de las reliquias acumuladas en establecimientos dedicados al culto de la nostalgia, encuentra básicamente tres cosas que han logrado imponerse en el país unificado: el champagne Rotkäppchen (Caperucita Roja), el muñequito animado que desde las pantallas de la televisión manda a acostarse a los niños y la silueta del hombrecito de los semáforos peatonales.

Es más que un ideograma, e incluso más que una simple señal de tránsito: es un trocito de historia germano oriental que, para algunos, representa parte de su identidad. Eso explica que, con motivo de su cumpleaños, la prensa le dedique artículos y que un restaurante berlinés haya organizado incluso una exposición en su honor, con figuras equivalentes de una treintena de países.

Flash-Galerie Hackesche Höfe
Hasta en tarjetas postales se encuentra hoy la imagen de esta figura, que es mucho más que una señal de tránsito.Imagen: DW

Biografía germano oriental

El hombrecito del semáforo germano-oriental nació el 13 de octubre de 1961, cuando su padre, Karl Peglau, lo presentó oficialmente en la Secretaría del Tránsito de la RDA. Allí trabajaba Peglau como sicólogo y su intención fue crear una figura más humanizada, con la que los transeúntes pudieran de algún modo simpatizar. Su lógica era que, mientras más simpatía provocara, mayor sería también su eficacia para conseguir que los peatones cumplieran sus órdenes y se detuvieran cuando se encendiera su figura en rojo, estática y con los brazos abiertos, y avanzaran cuando se iluminara su alter ego verde, en posición de caminante.

Tanta fue la simpatía que logró generar, que hasta el día de hoy la figurita conserva su popularidad. La reunificación de Alemania parecía haber dictado su sentencia de muerte y, de hecho, en la década del 90, se comenzaron a retirar de las calles alemanas del Este los semáforos peatonales con su silueta. Pero la gente protestó. En 1996 llegó a fundarse un “Comité para salvar al hombrecito del semáforo”. Un año más tarde, la esfera política recapacitó e incluyó su efigie en la ordenanza del tránsito, de modo que la figura volvió a dirigir a los peatones y ahora lo hace incluso en algunas ciudades germano-occidentales.

Diseñado para ser obedecido.
Diseñado para ser obedecido.Imagen: DW

Éxito de diseño

Su distintivo principal, un sombrero que se dice fue inspirado por una imagen de Erich Honecker, le da un aspecto un tanto anticuado. Pero también ha contribuido a conferir atractivo a esta figura, que celebra sus 50 años convertida en objeto de culto. Esto último se lo debe al diseñador Markus Heckhausen, de su misma edad, quien se propuso rescatarlo, creando toda una línea de objetos con su silueta: desde floreros hasta billeteras, pasando por camisetas y gomitas de dulce. A 7.000 000 de euros se elevó el volumen de negocios de su empresa en 2010.

Lamparas de diseño.
Lamparas de diseño.Imagen: dpa

Puede que para los alemanes del Este, el hombrecito del semáforo peatonal sea portador de recuerdos personales. Pero para los habitantes de la Alemania unida, es un ícono que logró superar los avatares políticos del destino.

Autora: Emilia Rojas

Editor: Pablo Kummetz