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Veredicto por tortura estatal en Siria: advertencia mundial

Matthias von Hein
24 de febrero de 2021

El veredicto de Coblenza es solo un primer paso en el camino hacia la justicia en Siria. El tribunal alemán ha allanado el camino a nuevos juicios contra criminales de guerra en todo el mundo, cree Matthias von Hein.

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DW Illustration I Folterprozess Koblenz
Imagen: DW

Con la palabra "histórico" hay que ser prudente. Sin embargo, el veredicto dictado este miércoles (24.02.2021) en Coblenza contra un exmiembro del servicio secreto sirio bien puede calificarse de histórico: por primera vez, un tribunal ha dictaminado que el Gobierno sirio comete crímenes de lesa humanidad y que el clan Assad ataca sistemáticamente a su población civil, también con secuestros, torturas y asesinatos.

Esto puede parecer trivial para algunos. En los medios de comunicación hay mucha información sobre la alarmante injusticia en Siria, perpetrada por todas las partes en conflicto. Sin embargo, en el juicio en Coblenza se aportaron pruebas en los tribunales. Estas se recopilaron y evaluaron en 60 días de vista hasta el momento. Fueron presentadas por valientes testigos y expertos. Se mostró la inquietante imagen de un brutal aparato de represión en el que la tortura ya no se utilizaba únicamente para extorsionar a cambio de información, sino como medio de venganza y disuasión. Las torturas y asesinatos tienen lugar "a escala casi industrial", como dijo el fiscal.

Matthias von Hein, redactor  de DW
Matthias von Hein, redactor de DW

Mucha importancia más allá del proceso judicial

La Fiscalía alemana y el tribunal llevaron a cabo un trabajo cuya importancia va mucho más allá del proceso judicial. Las pruebas y la información aportadas se incorporarán a otros procesos penales. La revision de los crímenes de lesa humanidad en Siria comenzó en Coblenza y no acabará allí. Por eso, el primer mensaje de Coblenza es: Alemania no es puerto seguro para criminales de guerra.

La jueza Anne Kelber dedicó más de la mitad de su exposición del veredicto a la situación en Siria en general, a la descripción del aparato opresor y a su forma de actuar. Por una buena razón: porque el sistema opresivo en su conjunto estaba en el banquillo de los acusados, y Eyad A. es solo una pieza. Una de las muchas necesarias para que funcione la maquinaria represiva.

Y quizás esta fuese una de las flaquezas de este proceso judicial: Eyad A. fue solo un pequeño engranaje dentro del sistema. Además, se apartó del régimen de Assad en una etapa temprana. El tribunal consideró que esto era motivo para mitigar su condena, al igual que el hecho de que la acusación se basó esencialmente en las propias declaraciones del acusado.

No hay refugio seguro para criminales de guerra

Naturalmente hubiera sido deseable que otras personas se hubieran sentado en el banquillo de los acusados. Los que todavía hoy ordenan torturas y asesinatos, los jefes de los servicios secretos, los miembros del Gobierno. Es demasiado pronto aún para ello, pero es posible que escuchen el segundo mensaje de Coblenza: no hay refugio seguro para criminales de guerra en ninguna parte, tampoco a largo plazo. Puede ser que las ruedas de la justicia muelan despacio, pero lo hacen de manera persistente. El verano pasado, un hombre de 93 años fue condenado en Hamburgo, 75 años después de haber sido guardián en un campo de concentración durante la época nazi.

Solo queda por mencionar que el llamado "principio de justicia universal" en el derecho penal internacional funciona. Un principio que permite al poder judicial alemán rastrear crímenes de guerra incluso si no se cometieron en Alemania ni tampoco hubo alemanes como víctimas o perpetradores. Si Alemania quiere brillar de manera creíble como una antorcha de la justicia, debe utilizar este instrumento en todas las direcciones en el futuro. También se sospecha que representantes de Estados con los que Alemania tiene vínculos estrechos, han cometido crímenes de guerra.

(rmr/ers)

Juicio en Alemania por torturas en Siria