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Transformando las viviendas de la era soviética de Estonia

Helen Wright
23 de julio de 2019

Miles de apartamentos en toda Estonia fueron construidos en la década de 1950 como viviendas temporales. En la actualidad, un proyecto de la UE en Tartu pretende transformas algunas de ellas en viviendas sostenibles.

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Vivienda soviética renovada en Estonia.
Imagen: Maris Pedaja

El legado del pasado comunista de Tartu se puede ver en los 100 edificios de apartamentos prefabricados "krushchiovkas” de la ciudad estonia. Apodados así en honor al entonces Primer Ministro soviético Nikita Kruschev, fueron construidos en la década de 1950 como alojamiento temporal para hacer frente a la escasez crónica de viviendas después de la guerra.

Diecinueve "krushchiovkas” construidas en la década de 1960 son ahora el centro de atención de SmartEnCity, un nuevo proyecto financiado por la Unión Europea (UE), que intenta diseñar ciudades sostenibles y eficientes en cuanto al uso de recursos en Europa. En Tartu se está trabajando para rescatar los edificios de un futuro incierto transformándolos en "hogares inteligentes”, un movimiento que les ha valido el nuevo apodo de "smartovkas”.

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Vivienda soviética renovada en la ciudad estonia de Tartu.
El proyecto pretende reducir en dos tercios el consumo energético de cada edificio. Imagen: Maris Pedaja

El objetivo del proyecto es crear entornos de vida de alta calidad que animen a los residentes a desarrollar un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente. Los apartamentos en Tartu serán equipados con paneles solares, nuevo aislamiento, ventanas nuevas, sistemas de ventilación y calefacción central. Cada apartamento también tendrá un "sistema casero inteligente”, que permitirá a los residentes monitorizar y controlar su propio consumo de energía por primera vez.

"Las ‘krushchiovkas' no se construyeron pensando en la eficiencia energética”, cuenta Verónica Mooses, investigadora junior de la Universidad de Tartu, que supervisa el proyecto SmartEnCity. "Las viviendas situadas en el centro del edificio pueden ser muy calientes durante el invierno, mientras que las que se encuentran en los laterales pueden llegar a ser muy frías”. Se esperaba que estos edificios, construidos a toda velocidad y con el mismo diseño, duraran solamente entre 30 y 40 años.

Los bloques de viviendas de la era soviética, típicamente pintados de amarillo o blanco, tienen entre tres y cinco pisos de altura. En Moscú se están demoliendo miles de edificios de este tipo porque han alcanzado la vida útil para la que fueron diseñados originalmente. Sin embargo, en Tartu el objetivo es transformar estos edificios para que encajen en la categoría de eficiencia energética de clase A, la más alta entre las normas de construcción. Actualmente, la mayoría se encuentran en la clase F o H, la más baja. Según Raimond Tamm, teniente de alcalde de Tartu y director de SmartEnCity, el ambicioso proyecto va más allá de las actividades habituales de rehabilitación de la ciudad.

"Es un verdadero desafío. Al comienzo del proyecto me decían a menudo que no funcionaría”, recuerda Tamm. Sin embargo, considera que los posibles impactos del proyecto superan cualquier dificultad. Estima que si tiene éxito, cada bloque de apartamentos ahorrará dos tercios de la energía que consume actualmente. Esto significa pasar de 270 kilovatios hora por metro cuadrado por año (kWh/m2y) para cada edificio a 90 kWh/m2y.

Tonis Eelma, residente en uno de las tres "krushchiovkas” ya reformadas, dice que hasta ahora el consumo de energía y gas ha disminuido significativamente. "Este invierno será decisivo, pero de momento todo está mucho mejor”, afirma.

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Todos los pisos de su bloque son de propiedad privada. Los residentes son un grupo heterogéneo que incluye tanto a familias jóvenes como a quienes se mudaron cuando se construyó el edificio en 1964. Inicialmente fue difícil lograr que las personas mayores aceptaran el proyecto, pero en una votación obligatoria para participar en el mismo solo una persona se pronunció en contra.

Vivienda antes de la renovación en la ciudad estonia de Tartu
Antes de la renovación, los bloques de viviendas estaban llegando al final de su vida útil prevista.Imagen: Maris Pedaja

El teniente de alcalde de Tartu, Tamm, explica que el proyecto ha sido criticado por su elevado coste. La renovación de cada edificio de apartamentos ha costado alrededor de un millón de euros. Casi la mitad de la financiación procede de la UE, aproximadamente 4 millones de euros, con contribuciones adicionales de un sistema nacional de apoyo. El resto del dinero, alrededor del 50 por ciento, se obtuvo en forma de préstamos por parte de diversas asociaciones de vivienda. Algunos críticos creen que sería mejor demoler los apartamentos en vez de renovarlos, pero Tamm argumenta que esto no sería una solución más barata o más fácil.

Mooses explica que para muchos residentes el principal incentivo para participar ha sido la reducción de sus facturas de energía. Los residentes han tenido que pedir un préstamo para financiar parcialmente el proyecto, que se devolverá en 20 años. En el edificio de Eelma, que cuenta con 32 apartamentos de propiedad privada, el reembolso del préstamo será de unos 100 euros al mes por apartamento. Sin embargo, se estima que estos reembolsos se compensan con reducciones en los costes de energía, según Eelma. La mayoría de los otros edificios tienen una menor cuota de reembolso, ya que la asociación de viviendas de Eelma decidió añadir balcones y otras remodelaciones al mismo tiempo.

"En 2019, el consumo de calor ha disminuido en más de un 50 por ciento”, explica Eelma, añadiendo que la calefacción también se utiliza ahora para calentar el agua del grifo y el aire de ventilación. "El consumo de gas ha disminuido más del 80 por ciento y hemos producido tres veces más electricidad con los paneles solares de la que consumimos a través de la red general”, aclara.

Residente de una nueva vivienda sostenible en la ciudad estonia de Tartu.
El residente Tonis Eelma sentado en el techo de su renovado edificio de apartamentos. Imagen: Maris Pedaja

Una de las reglas del proyecto SmartEnCity es que los resultados deben ser replicables, razón por la cual en Tartu se eligieron las "krushchiovkas” de diseño uniforme. Estonia tiene un total estimado de 6.000 bloques de apartamentos de este tipo. El equipo de SmartEnCity, que incluye socios de los sectores público y privado, ya ha despertado el interés de otras ciudades estonias, así como de ciudades de Letonia, Polonia y Bulgaria, países que también cuentan con grandes reservas de viviendas de la era soviética. El proyecto cuenta con ciudades asociadas en Dinamarca y España, donde también se está rediseñando la vivienda para reducir el consumo de energía. Actualmente en Tartu ya han sido terminadas tres smartovkas y el resto se encuentra en fase de renovación.

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En Tartu las primeras reacciones han sido sorprendentes, según Mooses, quien entrevistó a los residentes como parte de su investigación. También se planea construir nuevos carriles para bicicletas y estaciones para bicis compartidas. Además, habrá autobuses alimentados por biogás o sistemas de alumbrado público de LED controlados por sensores de movimiento, que también monitorizarán la contaminación del aire. Pero lo que más ha llamado la atención de la gente ha sido el uso de la tecnología inteligente en el hogar. Ser capaces de monitorizar su propio consumo de energía y repensar sus patrones personales de comportamiento a través de sistemas domésticos inteligentes, ha hecho que ser más ecológico sea algo tangible en la vida diaria.

"La gente realmente puede interactuar con este proyecto”, señala. "No es como si algunos datos estuvieran almacenados en algún lugar y la gente no entendiera de qué se trata. Este proyecto está dirigido a espacios que son de suma importancia para las personas: sus hogares”, concluye.

(ar/er)

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