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Rusia asume la presidencia del G8: posibilidades y riesgos

Cornelia Rabitz / PK2 de enero de 2006

Este año Rusia ejerce la presidencia del G8 (los siete mayores países industriales más Rusia) y se transforma al mismo tiempo en miembro pleno. Ello abre posibilidades, pero también implica riesgos.

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Vladímir Putin: ¿nuevas ideas?Imagen: AP

Rusia nunca antes había tenido una oportunidad como ésta. Pero su transformación en miembro pleno y al mismo tiempo la presidencia del círculo de los países industriales con mayor PIB suponen no sólo prestigio político, sino también posibilidades de influencia.

Si bien las resoluciones del Grupo de los Ocho no son vinculantes, en sus reuniones se coordinan políticas y perfilan líneas de acción. En el G8 se debate sobre la no proliferación de armas de destrucción masiva, la lucha internacional contra el terrorismo, problemas ambientales, cuestiones del desarrollo y la economía mundial.

La presidencia del G8 es "el proyecto de política exterior más importante de 2006", según comentaron fuentes del Ministerio de RREE de Rusia. No obstante, quien espere nuevos impulsos e ideas para acometer los problemas del mundo, se verá seguramente defraudado.

"Aumento de reputación"

El objetivo de la cúpula rusa, y en particular el de Vladímir Putin, es aumentar su reputación. Por su tamaño y pasado, pero también por sus enormes reservas de energía, Rusia se ve a sí misma como un "actor global". Efectivamente, el petróleo y el gas pueden ser utilizados como arma política, tal como lo demuestra la indigna y peligrosa disputa con Ucrania por el precio del gas.

La política energética y la lucha contra el terrorismo, el otro caballito de batalla de Putin, son también los temas que Rusia quiere poner sobre el tapete durante su presidencia. En ese terreno sea quizás posible también lograr acuerdos a nivel internacional.

Pero la realidad nacional rusa es muy otra. Las ambiciones de gran potencia hacia afuera contrastan con la situación interna en el país. En Rusia la burocracia lo ahoga todo, la vida social se estanca, una oposición digna de ese nombre ya no existe, la sociedad sufre literalmente los efectos del crimen, el alcoholismo y las drogas, las expectativas de vida se han reducido y los caso de sida aumentado dramáticamente.

Quien quiere liderar, debe dar el ejemplo

Por doquier se registran escasez y déficit. De los ingresos por la venta de gas se benefician muy pocos. La situación se caracteriza por la resignación y la desconfianza. Progresos en la democratización no se ven por ningún lado. A ello se agregan crisis regionales y procesos de desintegración.

En pocas palabras: Rusia tiene buenas razones para evitar las comparaciones con otros países miembros del G8. Éstos no deben seguir dejándose deslumbrar. Ya es hora de plantearle a Putin preguntas críticas.

Bienvenido en el club: suena bien. Pero quien quiere ser miembro, debe atenerse a las reglas. Y quien además quiere liderar, debe dar el ejemplo.