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Pueblos colombianos de paz honrados con Premio de Aquisgrán

José Ospina Valencia9 de mayo de 2007

San José de Apartadó, un pueblo colombiano que resiste pacíficamente el conflicto y un circo que le hace recuperar la sonrisa a niños en zonas de guerra son los ganadores del Premio de la Paz de Aquisgrán 2007.

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Los niños y la policía en San José de Apartadó son ahora amigos.Imagen: AP

“El Premio para la Paz de Aquisgrán es un reconocimiento a quienes desde abajo trabajan activamente por la paz y contra los medios violentos, no para los personajes de altas esferas”, dice a DW-WORLD, Otmar Steinbicker, presidente de la organización no gubernamental alemana Aachener Friedenspreis e.V. que, gracias a donaciones, desde hace 20 años premia a mujeres, hombres y grupos “comprometidos con la comprensión entre los pueblos y la eliminación de ideas que enemistan”.

Los habitantes de San José de Apartadó, recibirán el 1° de septiembre el premio, que por su monto (1.000 euros) es más bien simbólico, en representación de 50 comunidades colombianas que se oponen pacíficamente a ser involucradas por las partes del conflicto interno colombiano: la guerrilla, los paramilitares, las fuerzas armadas, pero también por aquellos que aprovechando los fuegos cruzados y la ausencia de protección estatal buscan sacar ganancias económicas desplazando a los lugareños.

Cuando la paz vence la guerra

La idea de crear “pueblos de la paz” en Colombia surgió de la mera necesidad de sobrevivir de la manera más digna: no generando más violencia sino oponiéndose a ella creando paz con medios pacíficos.

San José de Apartadó es un poblado en el noroeste colombiano cerca de la frontera con Panamá, un territorio codiciado por sus riquezas naturales y su ubicación geoestratégica. Por recomendación obispal, en 1997 y con presencia de varias organizaciones no gubernamentales y representantes de la Unión Europea, sus 1.350 habitantes se declararon “pueblo neutral” como reacción al desplazamiento masivo y las amenazas de los violentos.

Pero ser neutral en Colombia parece no librar a nadie de ser víctima de alguno de los bandos. Desde 1997 han sido asesinados 164 apartadeños. Estas víctimas mortales también son honradas en Alemania con el Premio de la Paz de Aquisgrán.

Valor cívico, objetividad y corazón

Personas éstas que como sus coterráneos, “han construido paz con humanidad, sentido de justicia y ayuda a los demás”, agrega Steinbicker. A pesar de los reveses, los medios pacíficos de los habitantes de los 50 pueblos neutrales de Colombia son tan simples como efectivos: valor cívico, objetividad y corazón.

Los principios de los “pueblos de paz” son claros: ninguna colaboración con violentos, resistencia pacífica, solidaridad y transparencia, cero armas, cero drogas y cero alcohol.

La acción pacífica de los premiados va más allá de no dejarse involucrar en el conflicto armado. El desarrollo económico de las comunidades de paz es otra de las columnas de la plataforma pacífica.

Un proyecto de implementación de energía solar cuenta con la asistencia técnica del Instituto de Investigación de la Paz de Tamera (Portugal) y es impulsado por la Iglesia alemana y el parlamentario socialdemócrata alemán Hermann Scheer, premio Nobel alternativo y presidente del Consejo de Energías Renovables (WCRE).

La paz empieza por casa

Las comunidades de paz en Colombia, cuyo símbolo es San José de Apartadó, es un modelo para el futuro que le facilita la supervivencia a los pacíficos, pero también “le abre una puerta al Gobierno colombiano para romper el círculo vicioso de violencia en que ha degenerado el conflicto”, dice Otmar Steinbicker.

¿Quién traerá la sonrisa a la infancia víctima de la guerra?

Aachener Friedenspreis 2007 an Jupp Steinbusch
Jupp Steinbusch y su circo infantil ''Pinocchio'' es el otro ganador del Premio de Paz de Aquisgrán.Imagen: picture-alliance /dpa

Todos estos esfuerzos son los que el Premio de la Paz de Aquisgrán “quiere ayudar a reforzar”, concluye Steinbicker. Esfuerzos comparables con los de Jupp Steinbusch, el otro ganador del Premio de Paz de Aquisgrán de este año.

Steinbusch recorre desde hace 11 años los campos de enfrentamientos armados de la Europa de hoy con Pinocchio, un circo que enseña a los niños las formas pacíficas de resolver conflictos, logrando, a la vez, que recuperen la sonrisa.

Después de Bosnia, Croacia, Serbia y Belfast, Jupp Steinbusch, estaría encantado de presentarse en Colombia, si organizaciones particulares o estatales lo invitan y apoyan financieramente, claro está.

Los niños de San José de Apartadó y de cientos de pueblos colombianos bien podrían con el Pinocho alemán cambiar las lágrimas por las risas. Por que como reza su lema: “Las lágrimas que rías, no necesitas llorarlas”.