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Ofensiva contra Idleb: “Nos prendemos de cualquier tabla”

Julia Hahn
20 de septiembre de 2018

La mayor ofensiva contra Idleb ha sido evitada, por el momento. Pero muchos refugiados siguen preocupados por sus seres queridos. Un reportaje desde Reyhanli, ciudad turca, fronteriza con Siria.

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Abdulmajid Al-Halabi mira un video de su hermana y su familia atrapadas en Idleb.
Abdulmajid Al-Halabi mira un video de su hermana y su familia atrapadas en Idleb.Imagen: DW/J. Hahn

Fatima vive en un pueblo cerca de Idleb. Su hermano Abdulmajid en Reyhanli, en el lado turco de la frontera. Hace seis años quedaron separados por la guerra. "Su casa fue destruida en un ataque y ella escapó con sus hijos a la aldea de nuestros padres, pero luego también fue bombardeada", cuenta Abdulmajid. "Fátima simplemente no creía que la guerra duraría tanto tiempo".

Temor por el destino que corran los familiares

Abdulmajid vive con su esposa. Dohok, y sus cinco hijos en un campamento ilegal, aunque sea tolerado por las autoridades turcas. Un lugar inhóspito, sobre todo en invierno.

Pero él y su familia están, al menos, a salvo. Después de siete años de guerra, las fuerzas del régimen sirio y sus aliados rusos se habían preparado para la batalla decisiva: la reconquista de Idleb. Esta provincia, en el noroeste de Siria, es el último gran bastión de los rebeldes. Se estima que allí viven entre tres o cuatro millones de civiles. Nadie lo sabe con certeza. Alrededor de la mitad son personas desplazadas de otras regiones de Siria. Para ellos, Idleb es la última esperanza.

Crisis de refugiados detrás de la frontera

Hace tres años, Turquía cerró su frontera con Siria y construyó un muro de hormigón de 800 kilómetros de longitud para "detener a los terroristas y contrabandistas", asegura Ankara. Desde entonces, no se permite la entrada legal de nuevos refugiados. Más de 3.5 millones de refugiados viven en Turquía. "Ya hemos sobrepasado nuestras capacidades", advirtió recientemente el presidente turco, Erdogan.

Tras el cierre de la frontera, se han instalado en las colinas de Reyhanli cientos de miles de refugiados en campamentos. Y cada vez son más los que llegan, por temor a la amenaza de una ofensiva militar. Socorristas consideran que al otro lado del muro turco hay más de 700.000 personas que buscan refugio.

Campamentos de refugiados sirios acampan al otro lado del muro que les impide su entrada a Turquía.
Campamentos de refugiados sirios acampan al otro lado del muro que les impide su entrada a Turquía. Imagen: Reuters/O. Orsal

Ayuda humanitaria

Kadir Akgündüz y su equipo de la Media Luna Roja turca han aumentado sus suministros de ayuda para Idleb en las últimas semanas. Cada semana llevan a Siria miles de cajas llenas de comestibles, artículos de higiene, juguetes, zapatos y ropa. "Solo en la provincia de Idleb hay 400 campamentos de refugiados”, cuenta Akgündüz, coordinador de las operaciones humanitarias en Siria de la Media Luna Roja turca. La gente ha perdido todo, sus hogares, sus propiedades. Y ahora solo luchan por sobrevivir. A eso se añaden las heridas emocionales y los temores. "Esta guerra ya lleva siete años y son muchas las personas traumatizadas, cansadas, que ya no pueden más. Cada vez que cae una bomba temer por sus vidas”, narra el socorrista turco.

El reciente acuerdo entre Erdogan y Putin es visto como un éxito por Akgündüz. Los dos jefes de Estado acordaron establecer una zona desmilitarizada de 15 a 20 kilómetros de ancho, alrededor de Idleb, hasta el 15 de octubre. Una zona entre las áreas de los rebeldes y el Ejército sirio. La zona será vigilada por soldados turcos y la Policía Militar rusa. "Es importante que las armas callen, que la seguridad mejore", dice Akgündüz, que espera que así el trabajo sea más fácil.

¿Se evitó un baño de sangre?

El acuerdo entre Putin y Erdogan prevé también la retirada de los extremistas, especialmente del Frente Al-Nusra, que ahora opera bajo el nombre del grupo yihadista Hajat Tahrir al-Sham (HTS). El acuerdo está rodeado aún de muchas dudas. No se sabe ni cómo se implementará, ni si los rebeldes lo aceptarán. A pesar de eso, el jefe de Estado turco lo ha celebrado como una victoria diplomática. "Hemos logrado evitar una catástrofe humanitaria", dijo Erdogan después de su firma.

Entre tanto, en el campamento de Abdulmajid, Erdogan es tenido por un héroe. "Por supuesto que ese no es el final del conflicto, pero si te estás ahogando, te agarras de cualquier tabla", dice Abdulmajid, y confía en que, al menos, "la masacre se detenga”. Pase lo que pase en Idleb, Abdulmajid desea volver a ver a su hermana Fátima. Con el tiempo. En libertad, y no solo en un video enviado por celular.

Julia Hahn (JOV/CP)