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SociedadAsia

Muere Amou Haji, el "hombre más sucio del mundo"

27 de octubre de 2022

El ermitaño iraní se negaba a tomar un baño y comer alimentos frescos porque creía que se podía enfermar si lo hacía. Solo unos meses antes de su muerte, los aldeanos de un pueblo cercano consiguieron bañarlo.

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Amou Haji
Amou Haji vivió 60 años sin darse un baño.Imagen: Str/AFP

Medios estatales iraníes informaron el miércoles (26.10.2022) sobre la muerte de Amou Haji, un ermitaño conocido como el "hombre más sucio del mundo", debido a que rehusó durante 60 años tomar un baño.

Haji, quien falleció a los 94 años en Dezhgah, una aldea de la provincia de Fars, al sur de Irán, era conocido por sus hábitos sucios y poco comunes como fumar cinco cigarrillos a la vez o aspirar estiércol de una tubería de metal. Pero este hombre también se resistía a consumir alimentos frescos y a bañarse con agua y con jabón, ya que tenía miedo a enfermarse.

Mitos, turistas y un documental

Otros mitos entorno a su figura poco saludable decían que comía animales atropellados en descomposición, o que bebía agua de una cubeta oxidada. Su inusual estilo de vida significó que miles de turistas viajaran exclusivamente para visitarlo, e incluso, que se filmara un documental sobre su vida llamado "La extraña vida de Amou Haji" en 2013.

A pesar de sus hábitos antihigiénicos para los estándares de limpieza modernos, unos especialistas británicos le realizaron pruebas médicas antes de morir y revelaron que el ermitaño gozaba de buena salud y tenía un sistema inmunológico fuerte.

Su relación con los aldeanos

Los habitantes del pueblo respetaban que Haji no quisiera bañarse, más que nada porque entendían que debió haber tenido un trauma que le significaba un rechazo total al agua y a los jabones.

Sin embargo, en el pueblo consideraban que eso no le hacía bien a la salud. Una vez intentaron llevarlo a las cercanías de un río para intentar limpiarlo, pero Haji se rehusó, se lanzó de un automóvil en movimiento y se escapó. Solo unos meses antes de su muerte, los aldeanos lograron finalmente bañarlo.

Editado por José Ignacio Urrejola