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Ayudar a los refugiados es una buena inversión

20 de junio de 2020

Casi 80 millones de personas están huyendo en todo el mundo. La duplicación de esta cifra en los últimos 10 años es signo de un flagrante fracaso político. Y una llamada a la acción, opina Matthias von Hein.

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Una voluntaria de la ONG humanitaria colombo-venezolana Entre dos Tierras cura las ampollas de un refugiado venezolano que ha caminado cientos de kilómetros
Una voluntaria de la ONG humanitaria colombo-venezolana Entre dos Tierras cura las ampollas de un refugiado venezolano que ha caminado cientos de kilómetros Imagen: Fundación Entre Dos Tierras

Una de cada 100 personas en el mundo tuvo que dejarlo casi todo, solo pudo llevarse lo esencial. Tuvo que huir de la persecución, la guerra y la violencia, de la violación de los derechos humanos más básicos. Y casi la mitad de ellos son niños.

Este es el amargo récord publicado por ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, que presentó sus aleccionadoras cifras justo a tiempo, este 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados. Casi 80 millones de personas están huyendo en todo el mundo, cerca de 10 millones más que hace un año, más que nunca. Estas secas figuras no solo reflejan los infinitamente tristes destinos humanos. También reflejan los fracasos de las políticas a escala mundial.

Orden mundial en proceso de desintegración

Los sistemas internacionales del orden y las leyes están siendo socavados. El comercio mundial de armas aumenta y sigue alimentando conflictos. Un sistema económico injusto hunde a las personas en la pobreza y al mismo tiempo destruye sus medios de sustento. Después de un respiro, gracias al coronavirus, el cambio climático probablemente continuará haciendo subir las temperaturas globales sin control y obligará a millones más a abandonar sus hogares.

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Lo que hace que las condiciones ya miserables sean aún peores son las sanciones, que aunque están dirigidas a las élites, afectan a la población en general. Según el informe de la ONU, los dos países que más expulsan a sus ciudadanos como refugiados son Siria y Venezuela. Ambos están sujetos a severas sanciones. Estados Unidos endureció este 17 de junio significativamente sus sanciones contra el régimen de Siria. Anticipándose a este paso, los precios de los alimentos se han disparado, incluso en el bastión rebelde de Idlib. El hambre se está extendiendo donde la guerra ha cesado hace mucho tiempo.

Tal vez un detalle enfatizado por el comisionado de refugiados de la ONU, Filippo Grandi, puede explicar esto: el número de refugiados que regresan a sus países de origen sigue disminuyendo. Cada año de la década de los años 90, unos 1,5 millones de refugiados regresaron a sus casas. Hoy, menos de 400.000 refugiados han retornado al lugar del que huyeron.

Ritual obligado

Es la vigésima vez que se celebra el Día Mundial de los Refugiados y ACNUR publica su informe anual. Esto ahora parece un ritual obligado. Sin embargo, es una oportunidad importante para centrarse finalmente en los más débiles y necesitados, aquellos que urgentemente necesitan ayuda y compromiso político.

En los tiempos del coronavirus, nos dedicamos a mirar hacia adentro. Día tras día seguimos las últimas cifras sobre el desarrollo de la pandemia, discutimos la obligación de usar mascarillas y las reglas de distancia. También adoptamos enormes programas para revivir las economías de los países industrializados. Y al hacerlo, hemos demostrado lo que es posible con una acción política decisiva. ¿Por qué no también para los refugiados? Que, por cierto, están siendo golpeados con especial dureza por la crisis sanitaria.

Matthias von Hein, de DW
Matthias von Hein, de DW

Alemania, como lo dice el informe de la ONU, también ha hecho mucho por los refugiados. Con unos 1,1 millones de refugiados, es el quinto país anfitrión más importante. Sin embargo, el hecho de que el mayor partido de oposición en el Parlamento sea ahora el populista de derecha AfD, también muestra que la voluntad de aceptar a los refugiados ha tocado los límites. Y los demagogos siguen envenenando el clima político.

Europa cierra sus puertas

Al mismo tiempo, cada vez son menos los refugiados que llegan a Alemania: en mayo, el número de solicitudes de asilo en Alemania se redujo exactamente a 3.777, y en los primeros cinco meses del año hubo casi 50.000 en total. Esto tiene mucho que ver con las fronteras cerradas dentro de la UE. Y aún más con los muros cada vez más altos en las fronteras exteriores de la llamada Fortaleza Europa, para la cual el Mediterráneo se está convirtiendo en un foso letal, que desvela como burla los discursos dominicales sobre los valores europeos.

Ayuda y perspectiva sobre el terreno

Una cosa es segura: más de la mitad de los refugiados buscan refugio dentro de sus propios países. De los que abandonan su casa, tres cuartas partes se quedan en un país vecino. Así, Turquía se convirtió en el país receptor más importante del mundo, con 3,6 millones de refugiados, seguido por Colombia que le ha brindado refugio a los venezolanos. Hay que reconocer este logro, aunque el gobierno de Ankara utiliza regularmente a los refugiados como medio de presión sobre la Unión Europea.

Europa puede y debe hacer mucho más para proporcionar una buena atención a los refugiados en los países vecinos que los acogen. Según ACNUR, el 80% de los refugiados viven en regiones con una situación alimentaria crítica. Y se les debe dar lo más importante: una perspectiva. Eso costaría mucho dinero. Pero sería una buena inversión.

(jov/rrr)

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