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Serbia y la geopolítica china de la vacuna

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Miodrag Soric
31 de enero de 2021

Las vacunas contra el coronavirus escasean en Europa y China se está aprovechando de ello en su propio interés, opina el periodista de DW Miodrag Soric.

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El ministro de Salud serbio, Zlatibor Loncar, recibió una dosis de la vacuna china de Sinopharm ante las cámaras
El ministro de Salud serbio, Zlatibor Loncar, recibió una dosis de la vacuna china de Sinopharm ante las cámarasImagen: Nikola Andjic/Tanjug/ Xinhua News Agency/picture alliance

Para los autócratas, las mejores verdades son las que se inventan ellos mismos. Cuando la pandemia de coronavirus golpeó Europa a comienzos del año pasado, el presidente serbio, Alexander Vucic, le quitó rápidamente importancia. Luego descubrió que la situación era verdaderamente peligrosa y puso en marcha un confinamiento más duro que el del resto del continente. Declaró la victoria contra el virus pocos meses después, casualmente justo antes de las elecciones parlamentarias en Serbia. Imagíneselo usted mismo.

El presidente serbio ha vuelto a tomar el timón en la lucha contra el COVID-19 y los medios de comunicación serbios afines al gobierno están asegurándose de que todo el mundo se entere de ello. También se esfuerzan en recordar que a Serbia le va mejor que al resto de Europa: todo gracias al sabio liderazgo de Vucic, claro.

El protector del pueblo

Si la pandemia no fuera un tema tan serio -mortalmente serio, de hecho- en realidad sería gracioso analizar todas las veces que se ha tropezado el gobierno serbio y todas las cifras que se ha inventado. Un paseo por la capital, Belgrado, casi le da a uno la impresión de que todo está bien, de que el COVID-19 dejó de lado Serbia para continuar su camino por el resto del planeta. Los cafés y restaurantes están abiertos. La gente se sigue congregando en centros comerciales. La mayoría de ellos parecen haber olvidado sus mascarillas. Y los que las llevan, lo hacen de forma incorrecta, con la nariz fuera.

El envío desde China de un millón de dosis de la vacuna de Sinopharm y la promesa de más vacunas desde Rusia han levantado el ánimo de muchos en Serbia. Este sentimiento no es ajeno al presidente del país, quien no ha tardado en compartir con todo el mundo sus éxitos en la lucha contra el coronavirus.

Sigue presentándose a sí mismo como el protector del pueblo serbio, un servidor civil altruista que trabaja día y noche para garantizar a su país tantas vacunas como sea posible.

Pero su tono y estilo en frente de las cámaras son equivocados, por no decir inapropiados. Habla de una "guerra" entre países que se guardan dosis de la vacuna. Al hacer eso, parece que su objetivo es construirse una imagen de héroe del pueblo.

Algunos líderes son meros narcisistas que hacen lo que sea posible para alimentar sus egos. Lo cual acaba produciendo vergüenza ajena cuando, en el proceso, miran a otros países por encima del hombro, como si ellos fueran mejores.

Serbia no tiene nada de lo que presumir, teniendo en cuenta que su sistema sanitario es un completo caos. Muchos consideran que el presidente es precisamente el principal responsable de ello. Y, en cuanto a las estadísticas oficiales de la pandemia en Belgrado, pocos pondrían la mano en el fuego por esos números.

¿Solidaridad europea?

Las vacunas rusa y chinas no han sido aprobadas para su uso en países occidentales. Es por eso que las dificultades de la Unión Europa y Estados Unidos son mucho más difíciles de abordar. Los retrasos costarán vidas y los gobiernos europeos están bajo presión para actuar de cara a sus ciudadanos.

Miodrag Soric, periodista de DW
Miodrag Soric, periodista de DW

Sin embargo, esto no debería ocurrir a expensas de otros miembros de la UE. La solidaridad en el bloque comunitario no es negociable. Alemania, como miembro más grande y rico de la UE, no debería tomar decisiones en beneficio propio que perjudiquen a países de la UE más pequeños.

Serbia no es miembro de la UE, pero junto con otros países de los Balcanes Occidentales ha recibido millones de euros de Bruselas para combatir la pandemia. Un hecho que Belgrado prefiere ignorar felizmente.

Habría que ser muy ingenuo para pensar que las vacunas que llegan desde China lo hacen sin ningún tipo de condición, que solo han sido enviadas por razones humanitarias o como una disculpa por parte del país donde se cree que se originó la pandemia.

China es un país que piensa a largo plazo. Si bien no lo ha tenido tan fácil a la hora de comprar empresas en el mercado alemán, británico o estadounidense, puede hacerlo mucho más fácilmente en lugares como Serbia o Hungría. Esto hace a estos países tanto económica como políticamente dependientes de China, como ya ha pasado en América Latina y África en el pasado.

El error estratégico de Occidente

Que Occidente esté viendo cómo ocurre esto sin hacer nada al respecto es un error y hay que criticarlo. La influencia del gobierno comunista chino no deja de crecer en la región a la vista de todos. Repartiendo vacunas no solo promete ayuda, sino que la ofrece de un modo muy práctico.

Sería un enorme error estratégico que Occidente permitiese a Rusia y China incrementar su influencia en los Balcanes Occidentales. Como mínimo, la UE debería apoyar los esfuerzos de Montenegro para integrarse en el bloque comunitario. Los ciudadanos de ese país ya se han desecho de gran parte de su pasado comunista. 

Si el objetivo es demostrar que la democracia vale la pena, Montenegro es el lugar correcto para que la UE lo ponga en evidencia.

(eal/lgc)