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Mujeres latinoamericanas quieren conquistar sus ciudades

Victoria Dannemann
31 de octubre de 2019

La desigualdad, la falta de inclusión y violencia contra las mujeres se expresa también en el espacio urbano. Esta es la lucha de las mujeres latinoamericanas por tener ciudades más inclusivas y seguras para ellas.

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Gender und Urbanismus: Frauen und Städte in Lateinamerika (CISCSA - Cordoba, Argentina)“Los datos del censo no bastan”, dice Ana Falú.
“Los datos del censo no bastan”, dice Ana Falú. Es necesario un mapa de la ciudad para mujeres, con información de seguridad, servicios y equipamientos. Aquí, en un proyecto de CISCSA, Argentina.Imagen: CISCSA - Cordoba, Argentina

No es solo falta de seguridad. Las ciudades latinoamericanas han sido planeadas por y para hombres. Esto se nota, por ejemplo, en que no facilitan el acceso al trabajo y a los servicios, las calles son peligrosas y el transporte público no considera los múltiples recorridos propios de las mujeres, que son las que habitualmente están al cuidado de los hijos y los ancianos.

"Las mujeres están ausentes de las políticas urbanas de planificación. Se piensan las ciudades en clave de neutralidad, o masculina”, advierte la arquitecta Ana Falú, de CISCSA, una ONG de la provincia de Córdoba, en Argentina, que trata temas de urbanismo feminista. 

"Todo ha sido diseñado desde una visión androcéntrica, basado en cómo se mueven y transitan los hombres”, corrobora en diálogo con DW Maite Rodríguez, de la Fundación Guatemala y coordinadora de la Red Mujer y Hábitat, que reúne a varias organizaciones de América Latina en torno al tema de pensar ciudades con enfoque de género.

Ana Falú observa que "América Latina es urbana. Más del 80% de la sociedad, según la CEPAL, vive en ciudades, y la sociedad urbana se ha complejizado”. Junto con la acentuación de la desigualdad, a la activista le preocupa la creciente violencia urbana que observa en Latinoamérica y que afecta de manera distinta a hombres y a mujeres.

"A las violencias domésticas se suman las violencias urbanas crecientes, del espacio público. Es un tema crítico y hace que muchas mujeres se retrotraigan a sus hogares por temor al espacio público”, indica Falú, también cofundadora de la Red Mujer y Hábitat.

Organizaciones femeninas de América Latina, como CISCSA trabajan por un urbanismo con perspectiva de género, que permitan a la mujer ejercer su derecho a la ciudad.
Organizaciones femeninas de América Latina, como CISCSA trabajan por un urbanismo con perspectiva de género, que permitan a la mujer ejercer su derecho a la ciudad.Imagen: CISCSA - Cordoba, Argentina

La creencia tradicional de que el hombre sale a trabajar y la mujer es quien se queda en la casa a cuidar del hogar y la familia, se ve contrastada por una realidad en la que ambos trabajan. Y al salir, la ciudad no está preparada para ayudarles a conjugar esta multiplicidad de tareas.

La violencia y el acoso en la calle y el transporte, así como el temor a sufrirlos, son un fuerte freno para la movilidad, el trabajo y el esparcimiento de la mujer.

Territorio para mujeres

Hoy, las mujeres latinoamericanas están repensando sus ciudades para hacerlas suyas, más seguras y vivibles. La planificación urbana puede ser una poderosa herramienta para la seguridad y la inclusión.

Desde la Red Mujer y Hábitat están desarrollando un urbanismo feminista, trabajando una agenda regional de las mujeres por el derecho a la ciudad, que pueda incidir en políticas públicas, con pautas e ideas sobre temas de movilidad, seguridad, participación, equipamiento y planes de reordenamiento territorial.

"Si las mujeres no entramos al tema del reordenamiento territorial con perspectiva de género, vamos a quedar fuera de todo el proceso de planificación urbana”, afirma Maite Rodríguez.

En lo práctico, entre otros objetivos, se trata de generar mapas de las ciudades que identifiquen los lugares más y menos seguros, y los distintos servicios que requieren las mujeres, que no siempre están ubicados en sus trayectos habituales, para luego promover cambios que faciliten las múltiples tareas femeninas y eviten grandes traslados. Desde jardines infantiles en el entorno de la vivienda y el trabajo, hasta comisarías, juzgados, consultorios, oficinas públicas y áreas de recreación en sus recorridos habituales.

Símbolo de violencia contra la mujer.
El acoso que sufren las mujeres en la calle y el transporte es un poderoso factor que desincentiva que trabajen, tengan tiempos de recreación y accedan a servicios básicos en la ciudad.Imagen: Imago/ZumaPress

Otra clave son calles iluminadas, abiertas, sin rincones oscuros o matorrales en que puedan esconderse agresores. También revitalizar los espacios públicos, mejorar infraestructura y crear lugares de esparcimiento y encuentro al aire libre, no solo canchas de fútbol.

Ordenamiento territorial con enfoque de género

Organizaciones de la red Mujer y Hábitat en América Latina impulsan mejoras en sus ciudades, en conjunto con las comunidades locales y los municipios. Entre otros proyectos, promueven campañas contra el acoso callejero y en el transporte, para visibilizar los derechos de la mujer en la ciudad y promover ciudades inclusivas y sin violencia.

Entre otros avances, por ejemplo, se están creando vagones de metro exclusivos para mujeres o sistemas tipo Uber, de y para ellas. "Que los lugares donde tomamos el transporte sean iluminados y los trayectos más cercanos, porque en esos trayectos ocurren las agresiones contra las mujeres. Necesitamos pensar la ciudad. A veces nos encontramos con que todos los servicios a los que las mujeres necesitan acceder están en diferentes puntos, la movilidad pública es un desastre en nuestras ciudades”, señala Maite Rodríguez.

Mejorar la iluminación de los espacios públicos y las aceras, podar arbustos en lugares peligrosos, despejar calles o poner bancos son propuestas que benefician a todos. "Queremos crear espacios de convivencia para que mujeres, hombres, niños y niñas puedan dialogar y convivir”, indica Maite Rodríguez.

"Las mujeres, que son pobres en tiempo y que están pobres en derecho, tienen derecho a los servicios urbanos, a la salud, a la educación, a la vivienda y a equipamientos próximos, en una vida libre de violencia”, concluye Ana Falú.

(cp)

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