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Las armas deben callar

Astrid Prange (VT/PK)24 de septiembre de 2015

De nuevo somos testigos de un histórico apretón de manos en América Latina. El mundo entero celebra el exitoso avance en las negociaciones de paz. Solo en Colombia la gente es escéptica respecto a un posible acuerdo.

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Imagen: picture-alliance/dpa/C. Escobar Mora

Los negociadores visten camisas blancas decoradas con una paloma blanca de la paz y sonríen a las cámaras. Es el momento del histórico apretón de manos entre el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe guerrillero Rodrigo Londoño, alias Timochenko, acompañado por el mandatario cubano, Raúl Castro.

Tan solo un día después del viaje histórico del papa Francisco a Cuba, la isla comunista vuelve a hacer historia. El Gobierno de Colombia y el Ejército de las FARC han anunciado la fecha para la firma de un acuerdo de paz, que pondría fin a una guerra civil que ya dura 50 años: el 23 de marzo de 2016.

“Es un paso enorme”, opina Tom Koenigs, delegado especial de Alemania para el proceso de paz en Colombia. “El hecho de que el presidente de Colombia se reúna con el comandante de las FARC en La Habana y le dé la mano, es una imagen con un gran significado para todos aquellos que valoran la paz.”

La paz es más difícil que la guerra

La próxima semana, el portavoz de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento alemán viajará nuevamente a Colombia. Sabe que las negociaciones de paz con la guerrilla despiertan polémica en el país sudamericano.

Tom Koenigs
Tom KoenigsImagen: imago stock&people

“Me impresiona el valor de ambos bandos. Ambos habían optado por soluciones militares y después aceptaron un difícil proceso de paz”, explica Koenigs. En Colombia el conflicto gira sobre todo en torno a las posibles condenas que recibirán los exlíderes guerrilleros. Según una encuesta publicada por el periódico El Tiempo, el 81 por ciento de la población quiere que sobre todo los líderes de las FARC sean llevados tras las rejas por los crímenes que han ordenado y cometido.

En el marco del acuerdo planeado, se contemplan condenas de entre cinco y ocho años para delitos graves. Quien se niegue a reconocer su responsabilidad, será condenado inmediatamente. Asimismo, no habrá amnistía ni indulto para crímenes de lesa humanidad.

¿Amnistía generalizada o justicia?

El expresidente colombiano Álvaro Uribe critica esta reglamentación, argumentando que es una suerte de amnistía generalizada. José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, comparte esta opinión: “El acuerdo podría permitir que los principales responsables de los peores crímenes no tengan que pasar ni un solo día en la cárcel.”

Al respecto, cabe destacar que durante su mandato (2002-2010) el expresidente Uribe impulsó una reglamentación similar para los grupos paramilitares. Fue el primer jefe de Estado de Colombia en entablar negociaciones con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En abril de 2003 se firmó un acuerdo de desmovilización. Los autores de crímenes graves fueron condenados a penas de prisión de entre cinco y ocho años. Entre 2003 y 2006 31.000 paramilitares depusieron las armas.

El próximo mes, Santos someterá a una primera votación el rumbo que ha tomado en las negociaciones de paz: el 25 de octubre se celebrarán elecciones regionales en 32 departamentos colombianos. Además, el acuerdo de paz deberá ser aprobado en un referéndum.