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Trump: ¿peligro para la salud pública de América Central?

Enrique Anarte
16 de abril de 2020

La deportación de personas infectadas con el nuevo coronavirus a Guatemala ha renovado las críticas a la política migratoria de Estados Unidos.

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Migrantes deportados de Estados Unidos llegan a Ciudad de GuatemalaImagen: Getty Images/AFP/J. Ordonez

Donald Trump llamó al SARS-CoV-2 el "virus chino", pero quizás a alguien en Centroamérica con facilidades verbales similares le dé pronto por hablar del "virus estadounidense". En plena pandemia que ha provocado el cierre de numerosas fronteras a lo largo y ancho de todo el globo y confinado en sus casas a –literalmente– media humanidad, los países de la región centroamericana parecen tener buenas razones para temer las consecuencias sanitarias de las decisiones migratorias que tome el giganted el Norte.

La polémica política de deportaciones de Estados Unidos a países como Guatemala, El Salvador u Honduras es desde hace tiempo un motivo de fricción diplomática y de preocupación para las organizaciones de derechos humanos. Pero la llegada del nuevo coronavirus ha demostrado que las cosas podían ir a peor: Washington está deportando a esos países a personas infectadas con el nuevo coronavirus.

Las autoridades guatemaltecas denunciaron el pasado martes que "entre el 50 y el 75 %" de los retornados en uno de esos vuelos dio positivo de COVID-19, si bien no indicaron el número exacto de casos. La preocupación se ha extendido a los vecinos salvadoreños y hondureños, que han seguido recibiendo connacionales deportados estos días pese a la pandemia.

Según el recuento de la Universidad John Hopkins, Estados Unidos alcanzó este jueves (16.04.2020) los 648.788 casos confirmados del nuevo coronavirus y acumula ya 30.920 muertes. De acuerdo con los registros oficiales que refleja esta institución de referencia, la pandemia no ha golpeado aún con fuerza a los citados países centroamericanos: Honduras es por ahora el que suma más positivos (426), seguido de Guatemala (196), El Salvador (164) y Nicaragua (9).

Números "bastante bajos" para Isabel Rosales, investigadora del Instituto de Estudios Regionales GIGA, con sede en Hamburgo. Rosales ironiza que "gracias a EE. UU. y a su política de deportación, la cifra ha aumentado".

Los expertos critican no solo la deportación en sí, sino las escasas precauciones que se están tomando desde un punto de vista epidemiológico. "En Estados Unidos no hay acceso a test masivos, por lo que a menos que la persona que vaya a ser deportada tenga acceso a un test antes de montarse en el avión y dé negativo, es un riesgo mandarla", dice a DW Rachel Schmidtke, especialista en Centroamérica de la ONG estadounidense Refugees International. "Podría infectar a quienes vayan también en el avión, o a otras personas cuando vuelvan con sus familias".

El riesgo epidemiológico de los centros de detención de inmigrantes

La realidad es que la detención misma de los inmigrantes es ya un desafío sanitario. Las controvertidas condiciones en las que estas personas son mantenidas en los centros de detención en territorio estadounidense son un factor de riesgo epidemiológico.

"Tienen las condiciones de salud más precarias y todas las medidas que se puedan tomar para evitar un contagio son nulas", explica a DW Hazel Contreras, coordinadora de la ONG en la región centroamericana. Algo aparentemente tan sencillo como el distanciamiento físico, explica Contreras, es impracticable en esas instalaciones, criticadas además duramente por los defensores de derechos humanos.

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Las autoridades estadounidenses reportaron 77 casos positivos del virus en los centros de detención de inmigrantes del país y, en respuesta, han liberado a 693 personas encerradas en instalaciones de este tipo en todo el país.

Para Schmidtke, medidas de seguridad como medir la fiebre antes de montarlos en el avión "no son suficientes, dada la tipología de este virus y el hecho de que Estados Unidos tenga tantos casos y no esté haciendo pruebas".

"Los centros de privación de libertad son centros donde se corren muchísimos riesgos de contagios y por lo tanto los estados tienen que considerar la liberación de personas, sobre todo de los grupos más vulnerables", subraya a DW Carolina Jiménez Sandoval, directora adjunta de investigación para las Américas de Amnistía Internacional. "Esa recomendación que se da para las prisiones tiene que aplicarse para los centros de atención migratorias, porque eran centros insalubres ya antes del coronavirus".

¿Freno a la maquinaria de deportaciones?

En este contexto, son pocas las organizaciones que están reclamando que EE. UU. deje de deportar a personas en una situación como esta.

"Todavía hay tiempo para revertir el curso de esta política irresponsable e ilegal antes de que más gente sufra daño", afirma a DW Ariana Sawyer, experta de Human Rights Watch. La investigadora subrayó además que en muchos casos no se trata de procedimientos reglados de deportación, sino que "se ha deportado a miles de solicitantes de asilo, incluidos menores, sin el proceso debido o la comprobación necesaria para garantizar que no están siendo devueltos a una situación de peligro". Así, añade Sawyer, "la Administración Trump los está poniendo en riesgo de contraer la COVID-19 y de propagarla en países que tienen menos capacidades para gestionar un brote".

Otro problema, subraya Hazel Contreras, es la situación en los centros de contención instalados en estos países centroamericanos para alojar a quienes llegan con la esperanza de poder detener la expansión de la pandemia. Si no se detienen las deportaciones, argumenta la experta de Alianza Américas, será difícil impedir las infecciones en estas instalaciones.

"Podemos dar por hecho que a Trump no le importan las condiciones a las que estamos a nivel mundial", critica Contreras, "o que la región no pueda contener el contagio al igual que tampoco EE. UU. ha podido hacerlo".

El ministro guatemalteco de Salud, Hugo Monroy, dijo al conocerse estos casos que EE. UU. se ha convertido en la "Wuhan de América", en referencia al epicentro chino de la pandemia. ¿Se puede convertir Estados Unidos en un riesgo para la salud pública de América Central? La investigadora Rosales lo tiene claro: "Definitivamente". (few)

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