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“Hay estrategia de silenciamiento a la prensa en Colombia”

Nicolás Guzmán
12 de septiembre de 2019

La periodista colombiana denuncia que en su país existe un política de censura a la prensa. Actualmente enfrenta una orden judicial que le impide hablar en contra de quienes la han torturado sicológicamente por años.

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Claudia Julieta Duque.
Claudia Julieta Duque.Imagen: Privat

Claudia Julieta Duque tiene 26 años como periodista de investigación. En uno de sus trabajos más reconocidos dio a conocer públicamente el montaje que miembros del Ejército y trabajadores políticos y judiciales construyeron para ocultar la muerte del periodista Jaime Garzón, en 1999.

Tras la publicación de ese reportaje, Duque ha sufrido secuestros, tortura sicológica y vigilancia ilegal, calificados por la Fiscalía General de la Nación de Colombia como "crímenes de lesa humanidad”.

El miércoles 5.09.2019 el One Free Press Coalition List (Coalición por una Prensa Libre) -de la cual forma parte Deutsche Welle- mencionó a Duque como uno de los diez reporteros que se encuentran en mayor riesgo por su trabajo. Esta es la quinta vez que sale nominada.

Pero en esta oportunidad se debe principalmente a la orden que emitió la magistrada a cargo del juicio en contra los victimarios de Duque, que la obliga a no dar ningún tipo de opinión sobre su caso. De no cumplirlo, la periodista arriesga hasta 10 años de prisión.

Deutsche Welle: ¿Por qué no se le permite hablar de su caso abiertamente?

Claudia Julieta Duque: A mí me están censurando. Uno de mis victimarios, a quien yo señalo directamente como el autor del montaje que permitió la impunidad del caso del periodista Jaime Garzón, me denunció por injurias y calumnias por la denuncias que yo hacía sobre ese caso. Esta persona le solicitó a la jueza que no se me permitiera opinar sobre el proceso ni tomar fotografías de las audiencias. El argumento para ordenar mi censura fue que yo violo la presunción de inocencia de las personas que están acusadas.

¿Y va a mantener silencio?

Con esto están consiguiendo lo que siempre han buscado, que es acallar mis denuncias. Mi caso en este momento es el único que sigue vigente de todos los casos de persecución y espionaje del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y es el único que ha sido declarado de lesa humanidad. Por lo tanto, callar mis denuncias sobre el proceso, es callar también una parte importante de la verdad histórica del país.

¿Le gustaría que existiera una respuesta política más enérgica en su caso?

En Colombia no hay una política pública real a favor de la libertad de expresión. Y es que, desde hace muchos años, los funcionarios públicos se acostumbraron a atacar a periodistas y tildarlos de terroristas por investigar situaciones que dejaban mal al Gobierno. Y en la práctica, las víctimas del accionar estatal de Colombia están nuevamente bajo ataques y riesgos. Eso es lo que pasa en la vida real en Colombia.

¿Ha recibido nuevas amenazas en el último tiempo?

He recibido nuevas amenazas, constantemente, desde que comenzaron los juicios por mi caso. En 2015 mi casa fue violentada, amenazando a mi hija y a mi familia. En 2016 fui seguida por un hombre armado que, según han afirmado los testigos, tenía una fotografía mía y un mapa con el cual seguía mis pasos. Y en 2017 mi carro blindado sufrió dos ataques. Todos esos hechos se mantienen en impunidad y los ataques continúan como pan de cada día.

¿Sabe de otros periodistas en Colombia que también estén siendo censurados?

En Colombia la situación del periodismo está lejos de ser libre y sin obstrucciones. Aquí las amenazas contra los periodistas son permanentes y ya tenemos tres colegas asesinados desde diciembre del año pasado.

Además el Gobierno ha promovido órdenes judiciales que censuran a los periodistas para que no hablen sobre hechos de corrupción en Colombia. Nos están prohibiendo incluso entrar a las audiencias públicas y reportar lo que sucede.

También tenemos censura permanente en los procesos electorales. Es decir, cada vez que se abre un proceso electoral en Colombia, desde 2010, se están emitiendo decretos en los que se nos prohíbe dar información de orden público que no esté verificada por fuentes oficiales. Y aquí tengo que ser muy clara en cuanto a que, desafortunadamente, en Colombia, los hechos que se presentan de orden público no siempre son correctamente informados por las autoridades o, en muchas ocasiones, ellos mismos están involucrados en las graves violaciones a los derechos humanos.

Y como gremio, ¿no han podido enfrentar estas nuevas acciones?

Hemos presentado una gran cantidad de recursos ante la Justicia, pero hemos perdido todas las batallas. Colombia es un país que censura, que ataca y agrede a sus periodistas. Hay una estrategia de silenciamiento a la prensa en Colombia.

¿Alguna vez ha pensado en abandonar su profesión?

Todos los días me pregunto si voy a ser capaz de continuar con todo esto. Pero jamás he dudado de que ésta es mi profesión y que esto es lo que quiero hacer. Pero claro, a veces todo se complica demasiado, lo que me hace pensar hasta dónde uno es capaz de seguir.

Usted se ha tenido que autoexiliar en varias oportunidades de su país. ¿No ha evaluado salir nuevamente de Colombia?

La última vez que salí de Colombia, por motivos de seguridad, fue en septiembre del año pasado. Estuve tres meses fuera. Pero la verdad es que quisiera que me dejaran vivir en mi país. Aunque, claro, la situación es delicada.

¿Teme que dar a conocer su situación pueda complicar aún más su caso?

La verdad es que no, porque yo he tomado la decisión de que si el costo por no callarme es la cárcel, lo voy a asumir. Me parece que en este momento lo más delicado es que tenga que poner entre mis victimarios a un jueza de la República, eso sí es novedoso. Y si denunciarla me va a costar la libertad, pues, que me cueste, porque considero que vale la seguir hablando y denunciando. Eso es lo que hacemos los periodistas. Lo triste es que me toca también ejercer como víctima. Y yo siempre dije que, primero, antes de ser víctima, era periodista. Y seguiré siendo periodista, a pesar de ser víctima.

(cp)

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