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Balcanes: cierre de fronteras alimenta tráfico de refugiados

23 de noviembre de 2017

Los refugiados siguen cruzando la ruta de los Balcanes hacia Europa occidental. Los contrabandistas burlan las fronteras cerradas tras el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía.

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Imagen: DW/D. Tosidis

Cuando Mohammed, de 27 años –su nombre fue cambiado–, llegó a Grecia, supo que no le resultaría tan sencillo llegar hasta Europa. Sin embargo seguía con la esperanza de que, una vez en el continente griego, se acercaría a su sueño. Esto es lo que le prometieron sus contrabandistas en Turquía. No obstante: la realidad fue muy diferente.

DW conoció a Mohammed en Quíos durante el verano y desde entonces siguieron en contacto. En septiembre de 2017 finalmente llegó a Atenas. Mohammed es un beduino de Kuwait, no es ni ciudadano ni migrante, se le considera como un apátrida. Aunque le hubiera resultado bastante sencillo recibir protección internacional en Grecia, no pidió asilo en Quíos: decidió no registrarse en la isla.

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Como consecuencia del acuerdo de 2015 entre la Unión Europea y Turquía, que obliga a los refugiados a permanecer en las islas griegas hasta que sus peticiones de asilo sean examinadas, Mohammed decidió buscar una vía alternativa para llegar al continente europeo. Pagó 800 euros (939 dólares estadounidense) a un sirio a quien le otorgaron asilo en Grecia y que se parecía a él. Luego compró un billete de ferry para viajar a Atenas.

Y comenzó otro periodo de espera. Mohammed vivía en un pequeño departamento junto al puerto del Pireo, mientras esperaba las instrucciones de su contrabandista.

"Buenos días, estoy en Tesalónica"

Un mes y medio después de haber llegado a Atenas, Mohammed recibió la indicación de que tenía que tomar un tren hacia Tesalónica, donde DW se volvió a reunir con él. Dormía en un hotel barato que pagaba su contrabandista. Al día siguiente finalmente abandonó Grecia.

Mohammed está hablando con su contrabandista por telefóno. Se fue a Thessaloniki porque su contrabandista le dijo que podrá cruzaz la frontera al día siguiente.
Imagen: DW/D. Tosidis

Su contacto, un iraquí en Turquía, le ordenó irse. "Acaba de llamarme: necesito irme ahora. Me dijo que íbamos a irnos en la tarde. No sé qué pasó, pero necesito ir al parque."

Caminó junto con otros refugiados durante más de dos horas hasta llegar a un lugar escondido donde los esperaba una camioneta. Se dirigieron a la ruta de los Balcanes.

"Tenía tanto miedo en la camioneta. No estaba solo, el camión estaba lleno de hombres, mujeres y niños", dijo Mohammed a DW.

Una vez en Macedonia, lo llevaron a una casa cerca de la frontera serbia, donde esperó nuevas instrucciones. Luego siguió su camino hacia Belgrado.

"Había tanta gente en esa casa. Venían de todas partes del mundo. Todos llegamos de la misma manera. Nos quedamos sin comida durante esos días. Los vigilantes venían de Pakistán. Una mujer originaria de Macedonia también estaba involucrada. Probablemente es la propietaria de la casa", explica Mohammed.

Cuenta que su contrabandista tiene una red de contactos muy importantes a lo largo de la ruta de los Balcanes: lugareños, autoridades, refugiados y migrantes trabajaban para él.

Miles de personas cruzan la ruta balcánica

Según las estadísticas de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), el movimiento migratorio a través de la ruta de los Balcanes nunca paró. Entre enero y octubre de este año, se registraron 9.964 personas, mayormente originarias de Afganistán, Irak y Pakistán. En las dos primeras semanas de noviembre, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados informó que 307 nuevos refugiados y migrantes llegaron a Serbia siguiendo la ruta Turquía-Grecia-Macedonia vía las islas griegas o pasando por una de las más antiguas rutas de migración: la ruta Turquía-Bulgaria-Serbia.

Los refugiados no-registrados y los migrantes duermen en un edificio abandonado de Belgrado
Imagen: DW/D. Tosidis

El afgano Jadali, de 22 años, y Ahmed, un paquistaní de 19 años- sus nombres fueron cambiados-, quedaron varados en Serbia durante casi dos años. Viven junto al pueblo de Sid, cerca de la frontera entre Serbia y Croacia, e intentaron llegar a Europa de todas las formas posibles. Según los refugiados varados en la misma zona, el precio para cruzar la frontera entre Turquía y Bulgaria vacila entre 300 y 1000 euros.

"Me quedé tres meses en Turquía, tres meses en Bulgaria, fui deportado varias veces de Eslovenia a Croacia. He vivido en tres campos de refugiados aquí en Serbia. Sigo intentando cruzar la frontera solo porque ya no tengo dinero para pagar a los contrabandistas. Los que sí tienen dinero contratan a contrabandistas", explica Ahmed.

La historia de Jadali se parece un poco a la de Ahmed, quien también atravesó la frontera hacia Hungría, en donde fue detenido seis meses antes de que lo obligaran a regresar a Serbia.

El movimiento transfronterizo es evidente en Sid. De día y noche los refugiados y los migrantes con dinero pagan miles de euros a taxistas que luego sobornan a las autoridades fronterizas.

Esperando una llamada

Mohammed todavía está en Belgrado, esperando la llamada de su contrabandista que le informará sobre los siguientes pasos a seguir. Tiene dos opciones: Hungría o Rumania. Nunca ha visto a su contrabandista. Solo hablan por teléfono. Su viaje completo costó 4.000 euros. Existe una especie de confianza entre ellos. Mohammed cree que su contrabandista, que está en Turquía, no lo traicionará y el contrabandista está convencido de que le pagará.

El café Mesapotamia se convirtió en un punto de encuentro para los refugiados y los migrantes que esperan noticias de sus contrabandistas.
Imagen: DW/D. Tosidis

Ahora, lleva más de tres semanas en la ciudad. Pasa sus días en el Café Mesopotamia, que se parece a un café del Oriente Medio. Todo el mundo parece estar esperando la misma llamada.

"Todos los días, me digo a mí mismo: nadie me parará e impedirá que llegue hasta España, que es mi destino final", explica Mohammed. "Espero que todas las personas que viven en este mundo estén seguras. Lo único que pido es un pasaporte, para tener los mismos derechos que los demás", añade.

Este artículo fue realizado gracias a los fondos del Migration Media Award, fundado por la Unión Europea. Las informaciones y los puntos de vista reflejados en este artículo son los de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial de la Unión Europea respecto al tema. 

Autores: Marianna Karakoulaki, Dmitris Tosidis (MD/VT)