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Aprendiendo música en el corazón de Berlín

María Santacecilia11 de noviembre de 2013

La Escuela Superior de Música Hanns Eisler nació en el Berlín oriental en un momento convulso de la historia alemana. Actualmente cuenta con prestigio internacional y una envidiable plantilla de profesores.

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Imagen: Ernst Fesseler

“Siempre quise estudiar en Alemania”, dice la violinista Laura Pérez, de Cuba. “Vine de visita a Berlín y, sencillamente, me enamoré de la ciudad. Hice la prueba de ingreso en la Escuela Superior de Música Hanns Eisler y, por suerte, la aprobé”. La historia de Laura es una de las 570 que pueblan las aulas de este centro berlinés. Dos tercios del alumnado tienen procedencia extranjera.

“En Argentina no me podía formar como fagotista ni existe la enorme tradición musical que tiene Alemania”, explica Florencia Fogliati. “En mi país tenía la sensación de querer aprender más música y aquí he satisfecho ese deseo”, continúa Fogliati.

“La diferencia en el nivel de formación entre México y Alemania sigue siendo enorme hoy día”, señala, por su parte, Eric Trejo, que toca la guitarra. “La trayectoria artística de mi profesor, así como el renombre internacional de la Escuela y la ciudad de Berlín fueron las razones que me convencieron”, asegura.

Para la soprano colombiana Ruslana Galvis, la oferta musical de la capital alemana fue determinante para estudiar en la Hanns Eisler: “Aquí hay tres grandes teatros de ópera y muchos eventos importantes en el área de la música clásica. Eso me interesa especialmente”.

La violonchelista Sol Gabetta es una destacada ex-alumna de la escuela.
La violonchelista Sol Gabetta es una destacada ex-alumna de la escuela.Imagen: picture-alliance/dpa

En el corazón de Berlín

El actual edificio de la Hochschule für Musik Hanns Eisler se encuentra frente al auditorio Konzerthaus, en la calle Charlottenstraße de la Gendarmenplatz berlinesa. Allí estudiaron, entre otros, violonchelistas reconocidos como Sol Gabetta y Claudio Bohórquez.

Desde hace algunos años, este último también forma parte del claustro de profesores, en el que encontramos otros ilustres músicos, como la violista Tabea Zimmermann, el pianista Eldar Nebolsin, el barítono Thomas Quasthoff. Cuando se inauguró en los años 50, la plantilla de la Escuela contaba como docente con el propio Hanns Eisler, compositor que da nombre al centro desde 1964.

La azarosa vida de Eisler, de nacionalidad austriaca aunque nacido en Leipzig, se corresponde con las circunstancias convulsas que atravesaba el país cuando se inauguró la Escuela. Tras la fundación de la República Democrática Alemana, todos los centros de enseñanza musical quedaron en la parte occidental de Berlín. Por ese motivo, se tomó la decisión oficial de crear una escuela de música en la zona este.

La Deutsche Schule für Musik, como se llamó entonces, quedó fundada en la calle Wilhelmstraße el 1 de octubre de 1950. En aquel momento, Hanns Eisler acababa de volver de su exilio en México y EE.UU., donde había emigrado en los años 30 por su origen judío y sus convicciones comunistas.

Atrás quedaba un pasado ilustre como discípulo de Arnold Schönberg, estrecho colaborador de Bertolt Brecht, coautor junto a Theodor Adorno de un libro sobre la música en el cine y una fructífera estancia en Hollywood.

Tras la intensa presión que sufrió en EE.UU. a finales de los 40 por supuestas actividades comunistas, Eisler se vio obligado a regresar a Europa. Berlín oriental fue el destino que lo acogió hasta su muerte en 1962. Pero, aunque Hanns Eisler fue el autor del himno nacional de la República Democrática Alemana, su relación con el régimen siempre fue contradictoria.

Vista del edificio de la Escuela Hanns Eisler, en Berlín.
Vista del edificio de la Escuela Hanns Eisler, en Berlín.Imagen: Ernst Fesseler

Orientación no solo académica

“Estudio en la Escuela Superior de Música Hanns Eisler por sus excelentes profesores de contrabajo”, dice Nhasim Gazale, de Chile. “He sido alumno de quienes actualmente ocupan las plazas de contrabajo solista y primer contrabajo de la Filarmónica de Berlín. Ambos son instrumentistas increíbles, que hablan el mismo idioma musical desde distintas perspectivas. Tener la posibilidad de trabajar con ellos es lo mejor que me ha podido pasar”, concluye Gazale, que, durante su formación en la Escuela, consiguió el atril de contrabajista en la Orquesta del Konzerthaus berlinés.

Florencia Fogliati destaca que los estudios no solo se orientan a lo académico, sino también a lo profesional: “Hay muchos alumnos y exalumnos que actualmente tocan con grandes orquestas o que participan en concursos y ganan, explica la fagotista argentina. “Los profesores nos preparan no solo para las pruebas, sino también para ser artistas y que desarrollemos nuestros propios proyectos”.

Mirar más allá de la partitura

Laura Pérez está de acuerdo en que se hace hincapié en aspectos no estrictamente académicos: “La Escuela apoya en la cuestión del idioma a los alumnos que no hablan alemán al principio y los profesores tienen mucha paciencia en ese sentido”, dice. “Además, hay muchas posibilidades para hacer deporte, así como cursos de yoga, Pilates y técnica Alexander, todo de forma gratuita”.

Sin embargo, la violinista cubana echa de menos tener más contacto con el público: “Se podrían organizar conciertos por la tarde en la Escuela. Para un músico es muy importante tener ese tipo de experiencia”, comenta.

El contrabajista colombiano Bernardo Alviz destaca la importancia de compartir su pasión por la música contemporánea con otras personas. “La escena cultural berlinesa estimula esta afición” señala Alviz. Sergio Coto, guitarrista de Costa Rica, cree, por su parte, que la Hanns Eisler ha hecho de él “un músico integral”. “Aquí me han enseñado a mirar más allá de la partitura”, dice Coto con vehemencia.