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América Latina: adiós a la confrontación ideológica con Washington

21 de abril de 2009

Obama vino, habló y ganó simpatías que hasta ahora ningún presidente estadounidense había podido lograr en América Latina, dice Mirjam Gehrke.

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En la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, los jefes de Estado y Gobierno de Centroamérica y Sudamérica, así como del Caribe, vivieron al firme hombre de la Casa Blanca como un presidente pensativo, considerado y dispuesto a escuchar, que ganó puntos con autocrítica y modestia.

Es tiempo de superar las décadas de mutua desconfianza y tratarse como socios iguales. Este es un mensaje que puede parecer nuevo, sobre todo a los países centroamericanos.

En el futuro, Washington buscará respetar a los gobiernos electos de la región, aunque no compartamos siempre la misma opinión. En el pasado distintas ideas eran eliminadas por vías militares por los EE.UU.

Y al final, la confesión del Gobierno estadounidense, que el embargo contra Cuba había fracasado. Desde 1962, el bloque económico no ha hecho avanzar a la isla socialista frente a la costa de Florida ni un sólo paso hacia la democracia.

Los EE.UU. han sido empujados a la defensiva en Latinoamérica en los últimos diez años. El patio trasero de los Estados Unidos se ha soltado de la dependencia política de Washington. Los latinoamericanos rechazaron en la anterior Cumbre, hace cuatro años en Mar del Plata, el área de libre comercio de toda América que los EE.UU. impulsaron bajo de Bill Clinton.

Y el antecesor de Obama, George Bush, no desarrolló nuevos conceptos en los ocho años de su presidencia. Más bien, en la guerra global contra el terrorismo, Latinoamérica ha sido clasificado también en Estados buenos y malos. Entre los últimos se cuentan todos los gobiernos de izquierda, y su número ha aumentado considerablemente en los últimos años.

Ahora ha pasado, según Obama, la era de las confrontaciones ideológicas. Justamente en este anuncio está la fortaleza de la nueva política hacia América Latina de los EE.UU.

Hasta el momento ha sido fácil para Chávez y su grupo de aliados en Latinoamérica presentar a los EE.UU. como la personificación del mal, como la causa de la pobreza y la explotación, y como del propio fracaso político.

Los primeros ablandamientos del embargo de Cuba, que Obama ordenó antes de la Cumbre, son la mejor prueba para la nueva postura de los EE.UU. frente a Latinoamérica. Transferencias de dólares de exiliados cubanos en Estados Unidos a sus allegados en la isla serán permitidas, y se suspenderán las limitaciones de viajes.

Ahora la pelota está en el campo de juego de los cubanos. La completa eliminación del embargo y el regreso de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA) están relacionados estrechamente con el restablecimiento de la democracia en la isla. Un cometido que el venezolano Chávez apoyaría sólo a medias. Pero después de todo, al término de la Cumbre se puede contar como positivo que el envío de un embajador venezolano a Washington.

Obama ha dado un paso importante en las relaciones norte sur del continente americano. Pero él no es el único responsable de que tengan éxito. Para algunos dirigentes del sur empezarán probablemente tiempos difíciles teniendo que tratar con un presidente estadounidense, dispuesto a transigir y conversar. También eso puede ser beneficioso para la democracia en la región – si pensamos en nombres como Chávez, Castro y Daniel Ortega en Nicaragua.

Autor: Mirjam Gehrke

Editor: José Ospina-Valencia