Violencia religiosa en Nigeria
19 de febrero de 2006
La violencia derivada de las airadas reacciones musulmanas contra las caricaturas de Mahoma, publicadas originalmente en Dinamarca, ha alcanzado a Nigeria, el país más poblado de África. La policía ha confirmado un saldo de 16 muertos, pero testigos hablan de docenas de víctimas fatales en las provincias norteñas de Borno y Katsina, en las que los cristianos constituyen una minoría.
Patrullaje militar
El ejército nigeriano patrullaba este domingo la ciudad de Maiduguri, capital de Borno, donde muchos habitantes cristianos se atrincheraron en sus casas. Los violentos incidentes se desataron allí el sábado, cuando la policía intentó dispersar con gases lacrimógenos a manifestantes que en un comienzo protestaban pacíficamente contra las caricaturas de Mahoma, que muy pocos nigerianos en realidad han visto. Testigos indicaron que los ánimos se enardecieron entonces y una turba se lanzó al centro de la ciudad.
El jefe de gobierno de la provincia de Borno, el musulmán Ali Modu Sheriff, se mostró consternado por lo ocurrido e intentó aplacar los ánimos. Si bien manifestó comprensión con la indignación que provocaron las caricaturas de Mahoma en los musulmanes, subrayó que los cristianos nigerianos no tienen relación alguna con su publicación.
Conflicto étnico-religioso
El brote de violencia resulta particularmente inquietante en Nigeria, donde los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes se vienen produciendo desde el término de la dictadura militar, en 1999. A partir de entonces, en varias provincias del norte se proclamó la ley islámica de la Sharía, lo cual provocó la resistencia de cristianos y miembros de otras minorías religiosas.
El conflicto entre estos grupos tiene también relación con pugnas tribales y algunos dirigentes cristianos acusan a las autoridades políticas de azuzarlos, valiéndose del problema étnico-religioso para sus propias luchas de poder. Los reiterados llamados al diálogo y la reconciliación no han dado frutos en la medida esperada y lo ocurrido este fin de semana da cuenta de cuán explosiva sigue siendo la situación en ese país de 130 millones de habitantes, en que cerca del 50% de la población profesa la fe musulmana.