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¿Una vacuna española contra el coronavirus?

Rosa Muñoz Lima
20 de julio de 2020

¿Cómo se desarrollan y prueban qué vacunas? ¿Por qué hay tantas candidatas de tantos países? ¿Cómo se financian? DW habló con la codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología de España.

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Isabel Sola Gurpegui, codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), en España.
Isabel Sola Gurpegui, codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), en España.Imagen: CSIC Comunicación/César Hernández

Con Isabel Sola Gurpegui, codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) de España, conversamos en enero, cuando la pandemia provocada por el virus SARS-CoV2 y la enfermedad asociada, COVID-19, aún no era tal.

Hoy, cuando la OMS registra más de 20 candidatos a vacunas en fase de ensayos clínicos y al menos dos equipos, uno chino y uno británico, han dado ya noticias muy alentadoras, el suyo trabaja en uno de otros 140 candidatos a vacuna en fase de ensayos preclínicos. 

DW: ¿Por qué tantos equipos de tantos países buscan su propia vacuna?

Isabel Sola: Esto no es una carrera en la que el primero que ha llegado, es el que ha vencido y ha encontrado la solución. Uno puede terminar todo este proceso de evaluación preclínica, clínica, y que finalmente ese candidato con el que ha avanzado tanto no demuestre eficacia y seguridad suficientes como para convertirse en la vacuna que se vaya a administrar.

Tiene sentido que siga habiendo muchos otros candidatos, cada uno con sus particularidades, con sus propias ventajas, para asegurarnos de que, de todos, haya algunos que realmente demuestren eficacia y seguridad.

¿Qué tipo de vacuna está desarrollando su equipo y qué ventajas puede tener en relación con otros candidatos de otros países?

Nuestra vacuna es una construcción, por medio de ingeniería genética, que deriva del propio virus que está circulando. Pero lo hemos modificado para convertirlo en algo que ha perdido todos los genes que le permiten ir de una célula a otra, de una persona a otra, o sea, la capacidad de propagarse. Le hemos eliminado los genes que tienen que ver con el daño celular, con la inflamación. Y lo hemos reducido a una maquinaria que produce todas las proteínas del virus que son importantes para preparar al sistema inmune. 

A diferencia de otras vacunas, que solamente llevan uno de los componentes del virus, la nuestra se parece mucho al virus en el sentido de que lleva varios de sus componentes. La respuesta inmune que se consiga debe ser más potente, más completa, porque va a detectar no solo una sino varias piezas del virus. Y esperamos que sea también más equilibrada, pues cuando una respuesta inmune se desequilibra hacia un lado u otro, puede causar daños. 

En la lista de la OMS aparecen al menos otras cinco candidatas españolas. ¿Cuánta colaboración y cuánta competencia hay entre estos equipos?

Principalmente lo que hay es colaboración. España es un país pequeño y todos los grupos que estamos trabajando en vacunas de coronavirus nos conocemos. Otro de los candidatos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) está en el mismo departamento que nosotros. La competencia científica es relativa porque estamos trabajando en alternativas diferentes, cada una con sus inconvenientes, con sus ventajas. Y hay colaboración a la hora de compartir información, reactivos, recursos. 

Y a nivel internacional, ¿cuánta colaboración hay?

Científicamente está habiendo una gran colaboración. En ciencia se comunica principalmente con publicaciones científicas que llevan tiempo, mientras un grupo elabora su artículo, lo envía a una revista científica, se revisa y se considera que cumple con criterios de rigor científico. Ahora hay un repositorio, que existía pero se ha potenciado, donde ese grupo puede depositar ese trabajo antes de que se haya evaluado y publicado. 

Esto tiene, por una parte, la gran ventaja de que acelera el ritmo al que se conocen los nuevos descubrimientos de cada grupo. Aunque tiene el inconveniente de que, como esos trabajos todavía no han pasado por el filtro de la revisión por pares que caracteriza a las publicaciones científicas, hay algunos que quizás no reúnen los requisitos exigibles. Pero, se dispone de muchísima información a toda velocidad. Y disponer de conocimiento siempre nos mueve, en la ciencia, a hacernos preguntas nuevas e intentar responderlas.

Por otra parte, muchísimos grupos de investigación que antes no trabajaban en coronavirus han reorientado su esfuerzo hacia este virus: gente que trabajaba en los temas más variados de inmunología, virólogos de otras familias de virus. Muchas disciplinas científicas se han puesto al servicio de la investigación de coronavirus desde perspectivas múltiples. 

Esta concentración de grupos de todos los países del mundo, que están trabajando a pleno rendimiento y comunicando sus resultados de una forma muy fluida, está enriqueciendo el conocimiento y permitiendo avanzar y obtener información sobre posibles nuevos candidatos a vacuna, sobre posibles antivirales, a una velocidad que nunca antes se había visto.

¿Cómo se manejan, en este panorama, los temas regulatorios?

Las agencias reguladoras también están aplicando el principio de urgencia, para que todas las cuestiones administrativas se puedan agilizar. Pero, por supuesto, la urgencia nunca debe prevalecer sobre el principio de la prudencia: al mercado no va a llegar una vacuna que no haya demostrado que es eficaz y segura.

¿Qué significa, para su candidato a vacuna, estar en fase de ensayos preclínicos?

La etapa preclínica incluye desde las primeras etapas de biología molecular –desde que estás construyendo el candidato en tu laboratorio–, hasta que se hace la evaluación en modelos animales, que pueden ser ratones o primates no humanos. Una vez que se empieza con los ensayos clínicos en humanos, pasamos a la siguiente etapa.

Nosotros estamos terminando de obtener nuestro candidato a vacuna en el laboratorio, construyéndolo por ingeniería genética, y vamos a empezar en las próximas semanas a evaluarlo en modelos animales, en ratones humanizados que han estado disponibles desde hace poco.

¿Y las otras candidatas españolas?

Todas están en fase preclínica. El equipo de Mariano Esteban (jefe del Grupo de Poxvirus y Vacunas del CNB), que desarrolla un candidato a vacuna basado en un derivado del virus de la viruela –y que han generado candidatos frente al Zika, al ébola y otros virus– ha completado ya la construcción en el laboratorio. Y ha hecho algún experimento preliminar para ver la respuesta inmune en ratones normales. Pero los estudios de protección en ratones humanizados, que son los únicos que se infectan con nuevo el virus, no los han empezado porque no estaban disponibles. 

Están más avanzados que nosotros, porque no han tenido que empezar desde cero. Su candidato, como pasa con muchos otros que aparecen en la lista, es una plataforma que ya habían utilizado como vacuna para otros muchos virus y al que le cambian una pieza. Nosotros hemos tenido que empezar desde cero porque nuestro candidato procede del propio virus y este es un virus nuevo. 

¿Estos ratones humanizados de los que se dispone desde hace tan poco son algo nuevo?

La cerradura que reconoce este virus para entrar en la célula no la tienen los ratones normales. Lo que se hace es modificarlos genéticamente para que produzcan en sus células la cerradura humana, de forma que el virus la reconozca y pueda entrar e iniciar el proceso como lo haría en un ser humano.

"La cerradura que reconoce este virus para entrar en la célula no la tienen los ratones normales."
"La cerradura que reconoce este virus para entrar en la célula no la tienen los ratones normales".Imagen: Jerchow/MDC

Esta cerradura humana es la misma que utilizaba el primer SARS-CoV, que apareció en el año 2002. En 2003-2004 se generaron ratones humanizados similares a estos, pero se dejaron de utilizar porque se halló otra estrategia para generar otro modelo animal mejorado. Se disponía de material genético congelado, que ahora se ha resucitado para dar lugar a líneas de ratones que se están poniendo a disposición de los investigadores.

¿Los equipos con vacunas más avanzadas, que ya están en ensayos clínicos, han tenido a su disposición estos ratones?

Algunos han utilizado directamente primates, pues disponían de este modelo animal, en lugar de ratones. Otros han utilizado unos ratones similares a estos, en colaboración con grupos muy concretos, en EE. UU. por ejemplo, que tenían reservado aquel material genético y lo han resucitado.  

¿Qué retos y posibilidades tiene por delante su equipo, para garantizar la seguridad y eficacia de su candidato vacuna?

Lo primero que tenemos que hacer son los ensayos preclínicos en animales, en los que tenemos bastante experiencia. Desarrollamos un candidato a vacuna para otro coronavirus muy parecido (el MERS), por una estrategia similar, y los resultados en ratones fueron estupendos. El cien por cien de los animales sobrevivían a la infección, mientras que todos los no vacunados morían. 

Ahora bien, para hacer el desarrollo completo de la vacuna, además de demostrar la eficacia y la seguridad en ratones, la regulación exige hacerlo en otros animales más parecidos al ser humano, como los primates. Entonces, con eso, la mayor parte de los grupos de investigación no tenemos tanta experiencia. Ahí viene la necesidad de colaborar con grupos que dispongan de estos animales, de las instalaciones adecuadas y personal experimentado. Este es uno de los primeros desafíos en los que estamos trabajando.

Después, cuando ya empiece la etapa de ensayos clínicos en humanos, se repite esta situación. Nosotros no hemos tenido hasta ahora experiencia en ensayos clínicos en humanos y tenemos que colaborar también con hospitales, con empresas especializadas en este trabajo de reclutamiento de voluntarios, de recogida de datos. Es un desafío que va más allá del trabajo de laboratorio y lleva asociado el tema legal, de solicitud de permisos a las agencias de medicamentos. Afortunadamente, el trabajo en la ciencia es un trabajo colaborativo, las instituciones tienen departamentos que nos apoyan en todo esto y esperamos poder salvar estos hitos y avanzar.

¿Cómo se financian en España todos estos desarrollos?

Por una parte hay financiación de instituciones gubernamentales españolas. Nosotros pertenecemos al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que es la institución de investigación más potente de España y recibe financiación del Gobierno, del Ministerio de Ciencia y del de Sanidad.

Pero ha habido también muchísimas donaciones privadas, de compañías, de particulares. Esto ha sido algo nuevo. En ciencia en España, nunca habíamos visto que la sociedad se movilizara por una causa científica. La sociedad ha sido muy generosa y han dado muchas donaciones. Y también en España hay distintas instituciones privadas que han hecho convocatorias de proyectos para financiar la investigación.

Desde España varios grupos están solicitando también ayudas a la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), esto sería dinero internacional de instituciones que se han creado con el fin del desarrollo de vacunas. 

¿Qué experiencia tiene hasta ahora España y específicamente el centro en que usted trabaja en la producción de vacunas contra coronavirus? ¿Hasta qué fases han llegado con otros candidatos y por qué?

Nuestro candidato a vacuna para MERS, como el de otros grupos de investigación del mundo, se llevó hasta estudios preclínicos en animales. No hubo interés por parte de parte de la industria para pasar a las etapas clínicas o a la producción, porque no era rentable; porque es un virus que está circulando, que se transmite de camellos a humanos, pero no hay una circulación eficiente entre personas. 

Ese es el problema de la investigación muchas veces, que trabajos que son muy prometedores se interrumpen porque no hay un interés en completar esos desarrollos. Y luego cuando aparece un problema como este, nos encontramos con que las investigaciones estaban incompletas porque no pudieron financiarse hasta el final. 

Hay otros grupos aquí en España que sí han llegado a hacer ensayos clínicos en humanos. Incluso hay compañías españolas que pueden producir algunos de los candidatos a vacuna españoles. 

¿Por qué no existe, hasta hoy, vacuna alguna contra ninguno de los coronavirus conocidos?

Por varias razones. Dentro de los coronavirus humanos se conocen siete. Cuatro de ellos causan resfriados comunes, los clásicos resfriados de invierno, que son leves. Los coronavirus que son mortales para el ser humano son tres. 

El primer SARS, que apareció en 2002 y estuvo circulando durante unos meses, infectó a ocho mil personas y causó la muerte de más de 800, pero desapareció y, por lo tanto, ya no hubo interés en generar una vacuna. El otro es MERS, que apareció en Oriente Medio en 2012 y esporádicamente sigue produciendo casos, porque se transmite de camellos a personas. Pero ese virus no se transmite bien de persona a persona, con lo que está bastante restringido a casos primarios, sin una transmisión en comunidad grande. Las compañías farmacéuticas no tienen gran interés en generar una vacuna para un virus con un alcance limitado.

Eso indica una visión a corto plazo, equivocada. Los coronavirus son virus emergentes con potencial pandémico, como nos lo ha demostrado este nuevo virus. Si no estamos preparados en el momento en el que aparece un nuevo virus, sin avisar, tenemos que empezar desde cero a hacerle frente. Y mientras tanto, el virus toma ventaja. 

Esperemos que la pandemia actual suponga un cambio de actitud en el desarrollo de vacunas y antivirales. Si no hasta la fase 3, que no es posible hasta que el virus X aparece, sí al menos hasta haber completado la fase 1 de ensayos clínicos, en humanos, que se administra a voluntarios sanos, para demostrar que esa clase de candidatos a vacuna (o antivirales) son seguros. Entonces, en el momento en el que aparezca un nuevo virus emergente, lo único que hay que hacer es completar ese camino: llegar a la fase 3, demostrar la eficacia de la vacuna, administrarla a personas que estén en un país en el que el virus esté circulando activamente.

¿Qué tan rápido prevé usted que puede haber definitivamente alguna(s) vacuna(s)?

Normalmente para desarrollar una vacuna se necesitan años, cinco, diez, depende. Cada virus es un desafío nuevo. Entonces, algunos de los candidatos que están anunciando que en octubre estará preparada su vacuna, están asumiendo que cuando completen el ensayo, esa vacuna va a demostrar eficacia y seguridad suficientes. Están asumiendo el riesgo de ponerse a producir dosis de la vacuna sin saber si finamente va a ser eficaz y segura. 

En estos casos, en los que hay una inversión de riesgo muy grande, si se da la condición previa de que cuando completen sus ensayos en humanos, la vacuna, como todos quisiéramos, es eficaz y es segura, ya tienen adelantado el proceso de producción. Quizás ellos podrían adelantarse algo más y tenerla en el mercado hasta final de año, como han dicho. 

En nuestro caso, siempre hemos dicho que una cifra que conjuga optimismo y realismo son 18 meses. Nosotros esperaríamos, para el próximo 2021, haber podido completar todos los ensayos y poder producirla. 

¿Podrán garantizar inmunidad permanente contra un virus que no se ha demostrado que la produzca tras ser infectado o sufrir la enfermedad?

Con los coronavirus, en general, la inmunidad que producen no siempre es permanente. En el caso de este virus en particular, la respuesta a lo duradera que es la inmunidad, como la de los efectos secundarios y otras, tiene el límite de los escasos seis o siete meses que llevamos conviviendo con él. Todavía hay muchas preguntas sin respuesta. 

¿Qué rol juega la inmunidad colectiva en esta pandemia?

Podría ser que la inmunidad fuera transitoria y que uno se pudiera volver a infectar, quizás no con la misma intensidad que antes. Lo que hay que intentar cuando se desarrolle una vacuna es conseguir una inmunidad que sea más duradera que la que proporcionaría el virus, en el caso de que la inmunidad fuera realmente transitoria. Pero en los candidatos a vacuna se puede reforzar la respuesta inmune para hacerla más duradera. Ese es uno de los desafíos que tiene desarrollar una vacuna, no solo conseguir que sea eficaz y segura, sino que la inmunidad sea lo más duradera posible.

¿Cómo conseguiremos que tanta gente, que ya se niega a vacunarse o a usar mascarillas, se vacune?

Hay personas que se niegan a ponerse otras vacunas con probada eficacia y seguridad, algo irrenunciable para cualquier medicamento o vacuna. La pregunta para esas personas es: ¿cuál es la alternativa que proponen para un virus como es este, pandémico, que está causando los efectos que está causando? ¿Cuál es la alternativa para que nuestras vidas puedan discurrir con cierta normalidad? Cuando alguien se vacuna no sólo se está protegiendo a sí mismo, está previniendo la infección de la comunidad, contribuyendo a la inmunidad colectiva.

(few)

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