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Una farmacéutica alemana ayuda a los pobres en Buenos Aires

Oliver Pieper
15 de septiembre de 2020

Villa Zagala es uno de los barrios más pobres de Buenos Aires, y ya antes del coronavirus la gente estaba abandonada a su suerte. Ahora, una farmacéutica alemana presta allí su ayuda a quienes más la necesitan.

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Carina Vetye-Maler, una farmacéutica que ayuda con su proyecto a la gente de un barrio carenciado de Buenos Aires.
Carina Vetye-Maler, una farmacéutica que ayuda con su proyecto a la gente de un barrio carenciado de Buenos Aires.Imagen: privat

Villa Zagala es justamente el lugar en el que mejor se ve cómo tienen que lidiar los habitantes de Buenos Aires con la crisis económica y con el coronavirus. En ese barrio popular, en el distrito de San Martín, falta de todo en todas partes. Allí viven cerca de medio millón de personas, muchísimas de ellas en casas precarias, hacinados en pocos metros cuadrados. La villa no está muy lejos del elegante barrio porteño de Palermo, donde vivió el escritor argentino Jorge Luis Borges, ni del barrio de La Recoleta y su bello cementerio, el último descanso de la "abanderada de los humildes” y "ángel de los pobres”, Eva Perón.

Ahora, los nuevos "ángeles de los pobres” trabajan en el Centro de Salud Nº 16 de Villa Zagala, aunque seguramente no les gustaría que se los llamara de ese modo. Lucía Morales, por ejemplo, se ocupa desde hace 17 años de vacunar a las personas con menos recursos, además de ejercer su profesión de enfermera. "El Estado, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad de Buenos Aires mandan todos los meses medicamentos”, dice a DW, "pero eso no alcanza para nada. La pobreza aumenta día a día, y también la cantidad de enfermos”, señala.

“Para trabajar en un barrio pobre hay que tener largo aliento", dice la alemana Carina Vetye-Maler.
“Para trabajar en un barrio pobre hay que tener largo aliento", dice la alemana Carina Vetye-Maler.Imagen: privat

Crecimiento acelerado de la pobreza en Argentina

Seis de diez argentinos vivirán en la pobreza cuando finalice el 2020, según estimaciones de la ONU; más de ocho millones serán niños y jóvenes. La clase media se está resquebrajando, y debido a la crisis económica y al coronavirus miles de trabajadores y pequeñas empresas perdieron sus ingresos, no pueden pagar el alquiler y viven ahora en los barrios marginales o "villas miseria”, como Villa Zagala. El Centro de Salud Nº 16 cuenta con una farmacia y atiende un área de referencia con cerca de 30.000 personas. 

“Si no estuviéramos aquí, esto sería un caos absoluto”, explica Lucía Morales, enfermera del Centro de Salud Nº 6 de Villa Zagala, que atiende a unas 30.000 personas.
“Si no estuviéramos aquí, esto sería un caos absoluto”, explica Lucía Morales, enfermera del Centro de Salud Nº 6 de Villa Zagala, que atiende a unas 30.000 personas.Imagen: privat

"Si no estuviéramos aquí, esto sería un caos absoluto”, explica Lucía Morales, "los pacientes no solo reciben los medicamentos de manera personalizada y adecuada a sus necesidades, sino también asesoramiento, y los tomamos en serio como personas”. La gente está muy intranquila por la crisis de COVID-19, ya que hubo un gran brote en Villa Zagala. Toda la responsabilidad por la salud de decenas de miles recae sobre los hombros de Lucía Morales, relevante para el sistema, y también de Carina Vetye-Maler, una alemana que prefirió quedarse allí para ayudar.

Proyecto de farmacias, una carrera contra las dificultades

"Para trabajar en un barrio pobre hay que tener largo aliento. No es una carrera de 100 metros, más bien es un ultra maratón”, dice la farmacéutica alemana. Y quién lo sabe mejor que ella. Poco después del estallido de la grave crisis económica en Argentina, Vetye-Maler creó el proyecto de ayuda al desarrollo de "Farmacéuticos sin Fronteras”. Cuando le preguntaron, en 2002, si se imagina iniciar un proyecto así en Argentina, no lo dudó. Creció en Argentina y tiene ambas nacionalidades, la alemana y la argentina, por lo cual decidió que ya era hora de devolver algo al país donde nació y crear un puente entre ambos países.

Entonces se ocupó de construir y equipar una farmacia de 12 metros cuadrados dentro del Centro de Salud Nº 16. Compra medicamentos con dinero de donaciones y capacita al personal del lugar.

"Gracias a eso tenemos aquí por primera vez un abastecimiento de medicamentos estable y confiable”, dice "La Alemana”, como la llaman cariñosamente en Villa Zagala. "Brindar acceso a los medicamentos correctos para cada persona es algo normal en Alemania, pero aquí significa trabajar muy duro”, explica, refiriéndose, sobre todo, a las enfermedades crónicas, no a las urgencias.

Carina Vetye-Maler es argentino-alemana, nació en Argentina y quiso llevar el proyecto de "Farmacéuticos sin Fronteras" a su país natal.
Carina Vetye-Maler es argentino-alemana, nació en Argentina y quiso llevar el proyecto de "Farmacéuticos sin Fronteras" a su país natal.Imagen: privat

A Vetye-Maler, de 55 años, la van a ver niños que fueron mordidos por un perro, adolescentes con infecciones bucales o dentales, adultos que sufren de sarna, así como pacientes en tratamientos prolongados. Diabetes, hipertensión, neumonía, son algunas de las enfermedades. Pero la financiación no alcanza para ayudarlos a todos.

La farmacéutica vive para la gente de su barrio, invierte cada minuto libre en su proyecto y tuvo que pagar algunos costos de su propio bolsillo, pero desde hace 6 meses ha llegado al límite de sus posibilidades.

El 20 de marzo, Argentina cerró todas las actividades por la pandemia de coronavirus. Las organizaciones de ayuda de toda América Latina ordenaron a último momento el regreso de sus voluntarios alemanes a casa. Pero Vetye-Maler no lo pensó ni un segundo, y se quedó en Argentina. ”Soy farmacéutica, amo mi trabajo y no quiero dejar sin atención a mis pacientes. No puedo dejar mi proyecto justamente cuando las cosas se ponen peor”.

Desde entonces, la germano-argentina hace el trabajo de dos o tres personas juntas. Tuvo que mandar a casa a las seis empleadas ad honorem de la farmacia porque estas son jubiladas de unos 80 años y pertenecen al grupo de riesgo. Ahora, Vetye-Maler está prácticamente sola: solo dos empleados de tiempo parcial de "Farmacéuticos sin Fronteras”, ambos sin conocimientos de Farmacéutica, la apoyan en su labor.

En una farmacia de 12 metros cuadrados dentro del Centro de Salud Nº 6 de Villa Zagala, Vetye-Maler compra medicamentos con dinero de donaciones para la gente del lugar.
En una farmacia de 12 metros cuadrados dentro del Centro de Salud Nº 6 de Villa Zagala, Vetye-Maler compra medicamentos con dinero de donaciones para la gente del lugar.Imagen: privat

El coronavirus golpea donde más duele

Al mismo tiempo, el COVID-19 hace estragos en Villa Zagala. "Teníamos la sensación de que todos nos habíamos contagiado. Un 60 por ciento de los test realizados dieron positivo, y en el centro de salud, un 25 por ciento de los trabajadores se había contagiado". "Farmacéuticos sin Fronteras” asesora a todas las familias confinadas por haber dado positivo de coronavirus en sus viviendas. Realizan unas 70 llamadas por día. Vetye-Maler, además, va casa por casa a llevarles medicamentos.

Esta mujer trabaja 14 horas por día para sus pacientes. Su trabajo no será más fácil en el futuro. A pesar de que en Argentina se impuso la cuarentena más larga del mundo, el país no tiene al coronavirus bajo control: 11.600 personas han muerto debido al COVID-19.

Y la tarea de Carina Vetye-Maler tampoco se volverá menos peligrosa. Hace pocos días, cuatro jóvenes murieron durante un tiroteo, justo en la esquina de la farmacia. "Mientras a mi equipo no le pase nada”, dice. "Deseo que ninguno de nosotros se enferme gravemente o muera. En un hospital cercano, un trabajador de la cocina falleció. En agosto había estado en el centro de salud”, señala con preocupación.

(cp/ers)