Un pitazo innecesario
25 de junio de 2004Generalmente, las alabanzas pasan desapercibidas, pero la crítica, ésa sí, se siente. Los hombres de negro que actualmente velan en Portugal por el juego limpio y las buenas costumbres en la cancha, han sido percibidos en lo que va del torneo sólo como discretos acompañantes de las estrellas sobre el césped.
Una torpeza
Más atención que el árbitro estrella Pier-Luigi Collina y el alemán Markus Merk atrajo sobre sí, sin embargo, su colega noruego Terje Hauge el miércoles por la noche. Y por buenas razones. El noruego cometió, a juicio de la mayoría de los observadores, un grave error, al sacarle la tarjeta roja al guardameta ruso, Sergei Ovchinnikov.
En una salida fuera del área grande, el gigante ruso había hecho todo lo posible por no tocar la pelota con sus manos, como lo manda el reglamento. Que, no obstante, sus dedos se encontraran igualmente con el útil de juego, se debió más al desaliño y la torpeza que a una mala intención.
Un arrebato
Pero Hauge lo vio de otra manera y cometió en un arrebato propio el error de pitar aún en contra de sus propias dudas. Con las consecuencias tuvieron que cargar el guardameta y su equipo en una acción en realidad demasiado confusa para el árbitro como para tomar una decisión tan drástica.
No obstante, ni siquiera el fatídico pitido de Hauge logró enturbiar la atmósfera general del encuentro. Los rusos demostraron en Lisboa saber ser también dignos y nobles perdedores, aún con la pesada hipoteca de un pitido fuera de lugar.