Un alemán entre selva y civilización
14 de noviembre de 2005
La caza en el parque natural Jasters Tumucumaque está prohibida. Lo que, al parecer, no es impedimento para que una cabeza de jabalí vaya a dar a la mesa de almuerzo de algunos trabajadores de la misma reserva natural, como cuenta Jens Glüsing en la revista hamburguesa Der Spiegel.
No es que en este pedazo de selva no haya autoridad. Un alemán vela ahí porque la naturaleza sea respetada por los humanos. Para ser más exactos un ex alemán, pues Christoph Master adoptó hace dos años la ciudadanía brasileña. Master se mudó de un río a otro. Del apacible Mosela, una zona vinícola en Alemania, a orillas del caudaloso Amazonas brasileño.
Tumucumaque y un documento histórico
El gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardoso declaró esta región en el norte del Brasil como "de especial valor". No pocos afirman que Cardoso quería con ello, "limpiar la imagen de Brasil como un país en donde se asesina a quienes defienden el Medio Ambiente".
Jasters Tumucumaque es un mega-parque natural comparable en su extensión con la de Holanda. Su frontera transcurre a lo largo de 1.700 kilómetros de longitud. Y su vegetación no podía ser más espectacular. Árboles gigantes se elevan hasta unos 50 metros. Su fauna y flora son únicas. Durante una expedición realizada en 2004 se descubrieron nuevas especies endémicas.
La primera expedición alemana se efectuó por encargo del régimen nacionalsocialista. Entre los años 1935 y 1937 un equipo de científicos en torno al geólogo y piloto Otto Schulz-Kampfhenkel recorrieron la zona limítrofe con Guyana y rodaron un documental para la Ufa, los estudios cinematográficos de Berlín, que habría de convertirse en un éxito taquillero durante el Tercer Reich.
Y tan fascinado quedó Schulz-Kampfhenkel con dicho "experimento antropológico" que embarazó a una indígena dejando así una descendiente alemana en plena selva.
Mineros, madereros y ganaderos contra el bosque
La correría fluvial de la región no es ningún paseo de domingo. Las vías de comunicación son ríos llenos de riesgosos rápidos y cascadas. Pero a pesar de que Tumucumaque es "la última frontera" del Brasil, la "civilización" avanza a grandes pasos en dirección a la reserva. Se presume que en sus predios existe manganeso y oro. Los ganaderos, unos de los principales destructores de bosque, tampoco se han hecho esperar.
Nunca antes se habían talado tantos árboles en la Amazonía, como en la última década. Lo que otrora fuera la zona verde más densa del mundo es hoy, como lo comprueban imágenes satelitales, un verdadero tapiz de retazos. El parque Tumucumaque se propone dar, por lo menos, una imagen de la gran belleza y diversidad de la selva tropical. "Mi trabajo en la reserva es una carrera contra el tiempo", dice Master.
El parque nacional está a 250 kilómetros de Macapá, la capital del Estado federado de Amapá. Aunque las dificultades no están sólo en la selva. Jasper tiene que entenderse, a menudo, con los burócratas. Y quien, en Brasil quiera cazar a los infractores contra el Medio Ambiente, bien puede terminar siendo presa de caza. Uno de los trabajadores de Tumucumaque fue arrollado por un auto tras haber amonestado a un ganadero infractor. Las amenazas contra Jasper tampoco faltan.
De funcionarios y otros riesgos
Ayuda no pude esperarse de los políticos de Amapá. Su gobernador pertenece a un clan industrial maderero y el ministro de Medio Ambiente, único parlamentario de Los Verdes, no vacila en aprobar la explotación de minas de oro en pleno territorio protegido. Pero no sólo los funcionarios son los enemigos de la naturaleza. Bastó un sobrevuelo de la zona para descubrir 20 pistas ilegales de aterrizaje usadas, probablemente, por mineros y narcotraficantes.
La irresistible atracción del dinero
Vila Brasil, un poblado ilegal perdido en la frontera norte del parque natural, es uno de los casos más preocupantes de la incursión del hombre en la zona protegida. A pesar de que el próximo pueblo está a 8 horas de viaje en lancha de motor, Vila Brasil crece y crece sin cesar. La atracción irresistible parece ser la cercanía a la Guyana Francesa: límite con la zona del euro. No en vano, la empresa privada experimenta allí un verdadero auge. Cada día hay más tiendas, bares y prostíbulos.