UE: una gota en el desierto colombiano
2 de diciembre de 2007La vecindad de Pozón es una de las más pobres de Cartagena. Cunado llueve el agua inunda los empobrecidos hogares y convierte las calles en verdaderos ríos imposibles de navegar. No hay presencia de policía en esta zona en la que habitan cerca de 70.000 personas. Los servicios públicos escasean.
Mientras que el centro histórico de Cartagena se adorna con plazas tranquilas y sus lindas casitas, Pozón es una jungla de improvisación. El conflicto armado forzó a cerca de 3 millones de personas a abandonar sus hogares. Cartagena fue uno de sus principales destinos. Llegaron sin nada y han tratado de sacar el mayor provecho de su situación.
La Unión Europea (UE) anunció en noviembre que incrementará su ayuda para Colombia. A diferencia de Estados Unidos que inyecta millones de dólares en el combate del narcotráfico en Colombia, la UE pretende apoyar directamente a las víctimas y a organizaciones no gubernamentales que les prestan ayuda.
Violines para la paz
La UE es uno de los mayores críticos de la violación de los derechos humanos en Colombia pero evita la controversia. Incrementará el monto de ayuda humanitaria para Colombia hasta 160 millones de euros para el periodo 2007-2013.
Los donativos europeos resultan un verdadero salvavidas para muchas de las organizaciones colombianas. Han ayudado a construir escuelas y clínicas. En Pozón la organización de ayuda humanitaria Plan, con sede en Londres, fomenta un programa que enseñará a menores a tocar un instrumento de música. Empezaran con flautas, y tambores hasta eventualmente aprender a tocar el violín.
María Bernarda Meza Padilla, una psicóloga que trabaja para Plan en esta vecindad colombiana habla sobre la gran flexibilidad de los niños. A pesar de los horrores que han vivido tiene una gran esperanza.
Plan trabaja con niños pobres de Cartagena desde hace 15 años. Reciben grandes donativos especialmente por parte de ciudadanos alemanas, especialmente para sus programas en Cartagena.
Pozón y el turismo
Es de mañana cuando los estudiantes de la Escuela 14 de Febrero practican para un próximo concierto. José Luis Urbina, estudiantes de 16 años de edad, toca el chelo. Su familia huyó de Cartagena después de que su pueblo quedará atrapado en el fuego cruzado entre la guerrilla, paramilitares y militares. Tanto su abuelo como su padre fueron asesinados.
Urbina vive ahora con su tía. La vida ha sido cruel, explica su tía, que pide no ser identificada. Pero trata de seguir adelante. Tienen seis cerdos que intentarán vender. También da masajes, maquilla y peina en su pequeña casa. “Quiero que José Luis se convierta en una personalidad”, dice refiriéndose a su sobrino, “quiero que estudie”.
A pocos kilómetros de Pozón, en el centro de Cartagena se dieron cita recientemente funcionarios de la Organización Mundial del Turismo (OMT) para discutir formas en las que el turismo puede ayudar a aliviar la pobreza en la región. El turismo generaría dinero que teóricamente beneficiaría también a los habitantes de vecindades como Pozón. La OMT ha levantado programas en muchas partes del mundo que involucran a comunidades en la industria del turismo.
Pero el capital tanto del turismo como del gobierno jamás suele llegar como se promete, afirma María Amparo Gómez, monja dominicana que administra la Escuela 14 de Febrero, que abrió hace 4 años.
“Hay dos Cartagenas bien separadas una de la otra” afirma Gómez. “Será muy difícil cerrar la brecha entre ellas”.