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"Ucrania no quiere soluciones radicales"

Ingo Mannteufel (el)26 de mayo de 2014

Petro Poroshenko ganó en primera ronda las elecciones presidenciales celebradas en Ucrania. En este proceso electoral, fue la ciudadanía la que se impuso, opina Ingo Mannteufel.

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Imagen: DW/V. Mixich

Era de esperarse que el empresario chocolatero Petro Poroshenko saliera victorioso de las elecciones presidenciales celebradas en Ucrania. Todas las encuestas vaticinaban su triunfo. Lo que sí sorprendió fue que lograra la mayoría absoluta en la primera ronda electoral, según las encuestas a boca de urna realizadas tras el cierre de las casillas electorales.

En el marco de una participación electoral aparentemente sólida, los ciudadanos ucranianos han enviado con sus votos una clara señal a favor de Poroshenko: tras meses de crisis política, de la anexión rusa de Crimea y de la amenaza separatista prorrusa en Donetsk y Luhansk, Ucrania se manifestó como una nación unida. El proceso electoral ubicó como jefe de Estado a un personaje políticamente moderado y con convicciones proeuropeas.

Legitimidad tras la era Yanukovic

La contundente decisión de la ciudadanía ucraniana a favor de Poroschenko aclara además la situación jurídica y política del gobierno, tras la caída del anterior presidente, Viktor Yanukovich. Es verdad que muchos ucranianos de las regiones de Donetsk y Lugansk no pudieron votar debido a que separatistas prorrusos impideron la votación de manera violenta, y que tampoco se pudo votar en la península de Crimea, controlada por Moscú.

Ingo Mannteufel dirige la redacción europea de DW.
Ingo Mannteufel dirige la redacción europea de DW.Imagen: DW

Pero en las demás regiones de Ucrania la votación transcurrió en calma y de manera ordenada. El claro resultado hace fracasar los intentos de los separatistas prorrusos y del Kremlin de desestabilizar políticamente a Ucrania e impedir las elecciones presidenciales.

Y aun más: la clara victoria de Petro Poroshenko rebate de una vez por todas a quienes, en Rusia y también en Europa, creen en la fábula propagandística alimentada desde el Kremlin sobre una supuesta “toma fascista de poder” en Ucrania. Poroschenko ciertamente no es un político radical. A Moscú le será difícil satanizarlo, más aun cuando casi todos los rusos conocen los productos de la firma Roshen, propiedad de Poroschenko. La empresa logra buena parte de sus ganancias en Rusia.

Una pieza clave para la paz

El gran desafío de Poroschenko será establecer un diálogo con Rusia. No se trata solo de que Moscú cese su apoyo a los separatistas prorrusos en Donetsk y Lugansk, sino también de buscar un acuerdo con el gobierno ruso en cuanto al suministro de gas. Poroshenko solo podrá ocuparse de combatir la crisis económica y social en que Ucrania se encuentra, si es capaz de resolver el tema central del gas en los siguientes días y semanas.

Mucho de ello dependerá de la reacción de Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, deberá respetar la voluntad de los ucranianos, tal y como lo ha anunciado. Pero no solo eso. También debe reconocer a Poroschenko como gobernante legítimo de Ucrania, y entablar un diálogo con la nueva dirigencia de Kiev.

Al elegir a Poroshenko, los ucranianos han demostrado que permanecen unidos como nación, tras la incertidumbre de las pasadas semanas. Y además, que no quieren ninguna solución radical.