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Terremoto mantuvo en ascuas al sudeste asiático

Emilia Rojas28 de marzo de 2005

Horas tardó en disiparse la incertidumbre en torno a si el terremoto registrado frente a la costa de Sumatra -que se teme haya dejado más de mil muertos en Indonesia- causaría un nuevo tsunami en el sudeste asiático.

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Gunung Sitoli, en la isla de Nias, devastado por el sismo.Imagen: AP

La tranquilizadora noticia de que no se registraban signos de tsunami llegó desde Indonesia, tras horas de incertidumbre y angustia para la población de los países del sudeste asiático que temieron una repetición de la tragedia del pasado 26 de diciembre. Tailandia y Sri Lanka habían dado la alarma, instando a la población a abandonar las zonas costeras, después de que un terremoto al que algunas fuentes atribuyeron 8,2 y otras incluso 8,5 grados de magnitud en la escala de Richter se registrara en el fondo del mar, frente a la isla de Sumatra.

La enseñanza de diciembre

Aún no del todo repuestos del shock del devastador maremoto del año pasado, que costó cerca de 300 mil vidas, los habitantes estaban esta vez alertas. La traumática experiencia dejó al menos una enseñanza que las actuales generaciones no olvidarán. En consecuencia, muchos comenzaron a buscar refugio en lugares altos, aún antes de que las autoridades dieran orden de evacuación. En diciembre, en cambio, el desconocimiento del peligro llevó a numerosas personas a acercarse a ver el espectáculo que ofrecía el mar al retirarse, antes de que se desbordara con la furia que todos recordamos.

La alarma de este domingo sirvió para comprobar que una tragedia como la de fines del año pasado no podría repetirse del mismo modo y eso ya es algo positivo. Igualmente puede consignarse el hecho de que científicos estadounidenses dieron en esta ocasión de inmediato la voz de alerta al registrar el sismo. En definitiva, el mundo entero estuvo ahora pendiente, a través de los medios de comunicación, ante el temor de que la catástrofe pudiera reeditarse.

Alertas imprecisas

Pero también quedó en claro que la tecnología disponible en la zona no permite predecir, con cierto grado de certidumbre, si se ha producido o no un tsunami que pudiera amenazar las costas. A todas luces los satélites no están en condiciones de detectar semejantes formaciones de agua en medio del mar, por lo menos durante la noche. Las horas de angustia demuestran que falta mucho por afinar en los sistemas de alerta temprana para estos casos.

Mientras ello no se halla llevado a cabo, la población de las zonas de riesgo tendrá que aplicar la máxima de que más vale prevenir que curar. Pero seguirá estando sobre ascuas cada vez que un terremoto de mayor intensidad se produzca en el océano.