La política del dinero barato está reactivando al mercado inmobiliario en Estados Unidos. Los créditos y las hipotecas están más que asequibles, esto impulsa a compradores y el mercado se revaloriza. Los precios de los inmuebles están aumentando hasta tal punto, que vuelven a ser atractivos para bancos e inversores. Un boom que recuerda a la crisis de 2008.