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Surfeando en el cementerio

Torsten Landsberg
22 de noviembre de 2018

Las tumbas con códigos de respuesta rápida pueden facilitar la tarea de mantener viva la memoria de los muertos, pero también obligarnos a lidiar con la protección de sus datos. Los cementerios entran a la era digital.

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Symbolbild: Moderne Trauerkultur -Der digitale Abschied
Imagen: picture-alliance/H. Kaiser

Hace algunos años, cuando la tendencia llegó desde Asia, haciendo escala primero en Dinamarca y Austria, los europeos contemplaron con cierta reserva la idea de dotar las lápidas funerarias con códigos de respuesta rápida (QR-codes), signos bidimensionales susceptibles de ser descifrados mediante una aplicación del teléfono inteligente para acceder a información (textos, audios, fotos o videos) sobre la persona sepultada dos metros más abajo. Inventados en Japón en 1994 y usados ampliamente en la industria publicitaria, estos códigos pueden darle un giro insospechado a lo que se conoce como “mantener viva la memoria de los muertos”.

Entusiastas y escépticos

Hace casi cuarenta años, cuando el disco compacto revolucionó el mercado de la música popular, se celebró que en su reducida superficie cupieran muchos más datos que en el disco de vinilo tradicional; pero no faltó quien augurara que el arte sufriría bajo el empeño de llenar los CDs de canciones, en su mayoría mediocres. Un debate similar tiene lugar ahora, aunque con otros argumentos, en torno a las tumbas con códigos de respuesta rápida: los entusiastas enfatizan que éstas pueden decir mucho más de los difuntos y de sus familias que las escuetas inscripciones de las lápidas de antaño. Para los escépticos, ese es precisamente el problema.

Symbolbild: Moderne Trauerkultur -Der digitale Abschied
Andreas Rosenkranz, de Colonia, el primer escultor en Alemania en fabricar lápidas con QR-codes.Imagen: picture-alliance/H. Kaiser

Aunque existen mecanismos para asegurar que sólo las personas autorizadas tengan acceso a ese tipo de material, la protección de datos es un tópico espinoso con el que pocos operadores de cementerios están dispuestos a lidiar, sobre todo tras la reciente entrada en vigor de directrices internacionales más severas. Según Gerd Merke, profesor de Derecho en la Escuela Superior Rin-Meno y perito en el ámbito del Derecho de Cementerios, el problema no son los derechos del difunto –que los sigue teniendo, aunque no sean vinculantes–, sino las querellas legales que un QR-code puede propiciar entre familiares y otros dolientes.   

Symbolbild: Moderne Trauerkultur -Der digitale Abschied
La cultura funeraria evoluciona con los tiempos.Imagen: picture-alliance/B. Weissbrod

De querellas y estrellas

“Seres queridos pueden terminar demandándose mutuamente”, subraya Merke. Y la falta de precedentes en las cortes no le facilitaría las cosas a ninguna de las partes en discordia. No obstante, estos QR-codes han sido bien acogidos en camposantos donde están enterradas personalidades de relevancia histórica, como el artista plástico Alberto Durero, cuyos restos yacen en Núremberg, o el dramaturgo Bertolt Brecht, que está sepultado en Berlín. La Fundación Cementerios e Iglesias Históricas, en Berlín-Brandeburgo, auspició una aplicación digital que ofrece información sobre 1.200 tumbas. 

“Las tumbas con QR-codes vienen siendo promocionadas desde hace unos cinco años, pero no se puede decir que se hayan puesto de moda”, cuenta Michael C. Albrecht, el co-director de la Federación Alemana de Administradores de Cementerios a cargo de todo lo relacionado con nuevos medios. “Y es que una lápida con código de respuesta rápida no tiene sentido para quienes no saben diseñar ni actualizar la página web respectiva”, agrega el experto, señalando que los familiares más viejos de los difuntos son los menos interesados en esta innovación; para ellos es de por sí estresante coordinar los turnos para mantener las tumbas.

(ERC/ERS)

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