Si la ludopatía también juega
16 de diciembre de 2005Con una tarjeta de crédito aumentaban su capital, que después era invertido, y la mayor parte de las veces también perdido, en las máquinas de juego. Los dos hombres sabían de su ludopatía y habían realizado el trámite que obliga al casino a ser especialmente cuidadoso con este tipo de jugadores: escribieron una carta a la dirección pidiendo que no se les permitiera la entrada en las salas de juego.
Esta carta funciona como un contrato que se cierra inmediatamente entre el casino y el jugador. Por ley, los casinos están obligados a controlar a los jugadores "bloqueados", y a advertirles de los daños que pueden acarrear sus apuestas de esa noche. La última sentencia del Tribunal Federal va más allá en las responsabilidades de las empresas de juego para con sus clientes, y obliga al casino a rembolsar al cliente el dinero perdido al considerar que no hizo todo lo posible por evitar el juego.
El "juego pequeño"
Los casinos sólo deben controlar la identidad de sus visitantes en los lugares en los que se ofrece el llamado "juego grande", es decir, la ruleta rusa o el Black Jack al estilo Las Vegas. El "juego pequeño", las máquinas tragaperras, están menos controladas, a pesar de que según las asociaciones contra el juego en una de esas máquinas se pueden llegar a perder hasta 10.000 euros por día.
El Tribunal Federal ha dejado abierta la cuestión de si es necesario regular también los controles para el juego pequeño, puesto que no afectaba directamente al caso tratado: en el casino donde jugaban los dos hombres no había separación entre juego "grande" y "pequeño", por lo que el carné debía ser solicitado de cualquier forma.
Sin embargo, los expertos advierten de la peligrosidad de las tragaperras. No tanto por el dinero que se puede perder como por la adicción que provocan. "Si la máquina escupe dinero, el jugador se ve estimulado por una sensación de suerte y poder. Si pierde, puede empezar en pocos segundos un juego nuevo con el que superar su sensación de fracaso", explica Gerhard Meyer.
Negocio público
El casino con el que los dos hombres contrajeron sus deudas pertenecía a la red de salas de juego Westspiel, que tiene seis casinos en Alemania, más de 800 trabajadores, recibe un millón y medio de visitantes cada noche y sus ingresos van a parar en un 80% a las arcas públicas.
En Alemania, el Estado tiene el monopolio del juego, y la lucha entre los beneficios y la protección de los ludópatas se libra con los ministros de Finanzas de los distintos Estados federales. Un total de 79 casinos, todos ellos con participación estatal, repartidos por todo el país son un pastel jugoso. Sólo el juego "pequeño" genera 950 millones de euros en Alemania.
Como casino no se entienden las salas de juego pequeñas o cualquier bar que disponga de una máquina tragaperras en sus instalaciones. Allí no hay controles ni se piden carnés. En total, se calcula que existen unas 200.000 máquinas tragaperras en todo el país, donde los jugadores pueden dar rienda suelta a su ludopatía sin tener que dar cuentas a nadie.