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Los recortes se han cebado especialmente con las escuelas rumanas. Algunas han sido cerradas y los maestros han perdido su empleo. Las instalaciones se quedan pequeñas en muchas zonas rurales, y los estudiantes tienen que ir a clase en dos tandas. Rumania podría solucionar estos problemas si pidiese fondos de desarrollo a la UE, pero aparentemente carece del personal y de los conocimientos necesarios para superar los obstáculos burocráticos del proceso de solicitud. Pero incluso si se le concediesen ayudas, es poco probable que el dinero lleguase a quienes las necesitan.