Rice: otro punto para los halcones
16 de noviembre de 2004Mientras los periódicos europeos analizaban las perspectivas de las relaciones transatlánticas tras la dimisión del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, la prensa estadounidense ya presagiaba un endurecimiento de la política exterior de Washington bajo la conducción de Condoleezza Rice. A diferencia de Powell, que con frecuencia intentó inducir al presidente a buscar apoyo multilateral, “Rice probablemente no tendrá otra agenda que la de Bush”, predice el New York Times. El Washington Post concluye, lapidariamente, que “quedará cimentada la línea dura en la política exterior”.
Expectativas alemanas
No son, desde luego, buenos vaticinios para Europa y menos para los países que no estuvieron dispuestos a secundar a la Casa Blanca en Irak, como Francia y Alemania. No obstante, la esfera política berlinesa cumple con el ritual del optimismo. El portavoz de política exterior de la bancada socialdemócrata, Gert Weisskirchen, interpretó el nombramiento como una buena oportunidad para las relaciones germano-estadounidenses. Recordó, por ejemplo, que “Condoleeza Rice conoce muy bien Alemania” y desempeñó un papel constructivo en la etapa de la reunificación del país.
También el portavoz de la Unión Cristianodemócrata en la materia, Friedbert Pflüger, coincidió en esa apreciación, destacando que es una mujer muy capacitada para asumir el cargo. Además consideró que, con Condoleeza Rice, los demás sabrán a qué atenerse. Pero eso, en realidad, es algo que no se echó de menos durante la primera administración de George W. Bush. Lo que sí se extrañó, en cambio, fue una mayor apertura a los argumentos de países aliados. Y, por lo que se conoce de la actual asesora de Seguridad Nacional, tampoco cabría esperar de ella mayor flexibilidad, aunque Weisskirchen sostenga que “ella piensa más diferenciadamente que Rumsfeld”.
Carta de presentación
Hasta ahora, Condoleezza Rice se ha destacado, básicamente, por ceñirse a la línea de Bush. Claro que también podría interpretarse la situación a la inversa. En vista de que era una de las principales figuras responsables de sentar las prioridades políticas internacionales, cabe suponer que tuvo un papel nada despreciable en la toma de decisiones como la de emprender la guerra contra Irak. Más aún: el cargo de Consejero de Seguridad es clave para el diseño de las estrategias a seguir. Y, en este caso, la adoptada lleva un claro sello unilateral.
Ciertamente, los imperativos de la diplomacia imponen cierto tono de moderación a quien ocupa la cartera de Relaciones Exteriores. Colin Powell, aún habiendo sido militar, lo asumió notablemente. De seguro también lo hará la politóloga, cuya capacidad profesional nadie discute. Pero eso no por eso dejará de ser una destacada figura del bando de los halcones de la Casa Blanca. Y éstos no suelen transformarse en palomas, aunque les toque volar por el ancho mundo.