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Ricardo Lagos: "Se justifica el malestar, no el vandalismo"

Diego Zúñiga
12 de marzo de 2020

A 30 años de la recuperación de la democracia en Chile, el exmandatario habla de errores propios, del rol de Pinochet en la transición, de los cambios constitucionales y de por qué Piñera debe terminar su mandato.

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Ricardo Lagos Escobar.
Ricardo Lagos Escobar.Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/M. Ruiz

DW: Señor Lagos, hay analistas que dicen que la actual crisis política chilena es una crisis de madurez. ¿Es tan así?

Me gustaría pensar eso, pero pienso algo diferente. Si el crecimiento no va acompañado de mejoras en los bienes y servicios públicos y de un sistema tributario equitativo, se genera insatisfacción. Nuestras ciudades son inequitativas, hay un alto nivel de segregación y si comparamos metros cuadrados de parques entre unos sectores y otros de Santiago, verá dos ciudades muy distintas.

¿Se justifica entonces esta molestia expresada en el estallido social?

Yo creo que sí, se justifica el malestar. Lo que no se justifica es el vandalismo, porque con eso no se resuelve nada.

Mucha gente que protesta desde octubre asegura que Chile está de nuevo en dictadura.

No, no, eso lo dice gente que no sabe lo que es una dictadura. Lo dice la gente que no ha leído el Informe Valech, de cómo se torturaba en Chile. Hubo 30 mil chilenos que se atrevieron a denunciar las torturas que sufrieron. Y cuando usted ve el Informe Valech, que lleva el nombre de Sergio Valech, un obispo muy respetado que encabezó esa comisión, ve el drama que pasó Chile, pero también ve cómo salimos de aquello. Eso es tal vez lo más importante. Porque de una dictadura hay distintas formas de salir, y la forma en que usted sale prefigura el futuro. Nosotros optamos por salir a través del plebiscito, y por eso pudimos tener un tránsito tranquilo a la democracia.

Sebastián Piñera.
Sebastián Piñera. Imagen: Imago Images/Aton Chile/R. Monroy

El excandidato presidencial y actual senador Alejandro Guillier sugirió el 10 de marzo de 2020 que Piñera debería renunciar y llamar a elecciones. ¿Qué opina usted de eso?

Eso es propio de un sistema parlamentario y no de uno presidencial, donde el presidente tiene que gobernar su período. Quién es alguien para decir eso, por más que sea un senador, con el mayor respeto que tengo por Alejandro Guillier. Así no se solucionan las crisis. Las crisis se solucionan dentro de las normas jurídicas. Si están malas las normas, pues las cambia. Por eso me parece tan importante lo de la Constitución nueva. Jaime Guzmán, el ideólogo de la Constitución de Pinochet, decía que ésta tenía que ser una camisa de fuerza para los que siguen después. Y ahora, por primera vez, la podemos cambiar.

¿No teme que surjan más voces pidiendo la salida de Piñera?

Puede ser que mucha gente llame a eso, claro, cuando a la gente no le gusta alguien quiere que se vaya. Si llegara a ocurrir esto, al nuevo presidente lo debe elegir el Parlamento actual. ¿Usted cree que una votación del actual Parlamento, que tiene niveles de aprobación muy bajos, sería aceptada por la gente?

¿Es el plebiscito constitucional la salida correcta para la crisis?

Es un camino en lo político constitucional. Pero he planteado la necesidad de un acuerdo sobre cómo pensamos a Chile de aquí a 20 años, con un sistema tributario que haga una diferencia en la distribución de ingresos y que considere cómo seremos capaces de avanzar en materia de infraestructura. Es indispensable hacerlo ahora para tener una mirada más allá de la próxima elección presidencial. Acá hay una crisis de los poderes del Estado, la ciudadanía no está contenta con el arreglo institucional que tenemos y esto le tocó al presidente Piñera, pero me pudo haber tocado a mí si hubiera explotado antes.

Las protestas no han cesado en Chile desde octubre de 2019.
Las protestas no han cesado en Chile desde octubre de 2019.Imagen: Getty Images/AFP/M. Bernetti

Treinta años de democracia

¿Qué siente cuando mira al Chile de 1990 con los ojos de un ciudadano del 2020?

Treinta años es un período largo que podríamos dividir en dos partes. Primero, los años de la Concertación, desde 1990 hasta 2010, y luego desde 2010 hasta hoy. Creo que en los primeros veinte años hubo una continuidad en el enfoque: éramos un país pobre y aislado del mundo, y teníamos que ver cómo crecíamos y nos integrábamos. Además, intentamos introducir modificaciones en las políticas sociales y en las definiciones políticas, porque heredábamos una situación muy compleja a partir de la Constitución de Pinochet. El análisis que yo hago es que fuimos exitosos: el país crecía, el ingreso por habitante se multiplicó por cuatro.

¿Y en qué no fueron exitosos?

En aumentar los impuestos para poder satisfacer a ese sector que iba dejando atrás la pobreza, pero que ahora tenía nuevas demandas, como educar a sus hijos o tener un autito propio. La sociedad fue cambiando y teniendo otras necesidades. Por ejemplo, cuando los hijos entraban a la universidad y para pagar la gente se endeudaba. Allí se va generando un caldo de cultivo que al final explota. Y bueno, hay otras cosas que quedaron pendientes y otras que se hicieron mal, definitivamente.

El Transantiago, una política pública muy cuestionada.
El Transantiago, una política pública muy cuestionada. Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/I. Salas

¿Qué errores reconoce usted?

Uy, errores míos, muchos. A ver, nadie me obligaba a modificar el transporte público (de Santiago), pero me parecía clarísimo que no podía seguir un sistema que estaba por explotar y que el eje ordenador tenía que ser el metro, pero un kilómetro de metro cuesta 100 millones de dólares. Si usted me pregunta qué hice en mi período, le digo que pasamos de 40 kilómetros a 100. Ahora vamos por 260 kilómetros. O sea, el sistema de transporte va a mejorar, pero toma tiempo. 

¿Fue el Transantiago un cambio muy radical?

A ver, hicimos un cambio enorme en el sistema judicial, que lo inició mi antecesor, el presidente Eduardo Frei. Eso se hizo gradualmente, por regiones, y solo al final de mi período el sistema se completó en la Región Metropolitana. Enseñanza: reformas muy profundas hay que implementarlas pausadamente. En cambio, el sistema de transporte se hizo todo el mismo día y eso fue un grave error.

Las nuevas generaciones critican lo que se hizo durante la transición. Que se negoció mucho, que faltó impulsar más reformas. ¿Falta entender el contexto del período posdictadura?

Eso puede ser, pero lo más importante es que quedó claro, en mi período, la subordinación del poder militar al poder civil. O sea, cuando necesité pedirle la renuncia a un comandante el Jefe no dudó en entregarla.

Usted siempre habló de "mover la frontera de lo posible".

Claro. Mire: hubo un renacimiento de la cultura. Terminamos con la censura cinematográfica. Derogamos la pena de muerte. Y si hablamos de mover las fronteras, en 2002 vino a Chile Spencer Tunick, que fotografiaba desnudos de personas en grandes escenarios públicos. Y él vino en pleno invierno, y un día sábado en la mañana fotografió a miles de chilenos desnudos en el Parque Forestal. Eso era absolutamente inconcebible antes. Y lo mismo hicimos en el ámbito internacional.

Lagos junto al presidente de Estados Unidos, George Bush, en 2005.
Lagos junto al presidente de Estados Unidos, George Bush, en 2005.Imagen: picture-alliance/AP Photo/C. Dharapak

¿En qué sentido?

Al mismo tiempo que firmamos una gran cantidad de acuerdos de libre comercio, tuvimos una política exterior muy autónoma, al punto que después de haber firmado el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y faltando aún los toques finales para ponerlo en ejecución, en 2003 no fuimos partidarios de la Guerra en Irak. En el Consejo de Seguridad le dijimos "no” al presidente George Bush. Claro, fue más fácil porque el canciller alemán Gerhard Schröder estaba en una posición parecida a la nuestra, al igual que Jacques Chirac en Francia.

Pero quedó una deuda en su gobierno, la constitucional.

Solo al final de mi gobierno fuimos capaces de acabar con los enclaves autoritarios de la Constitución de Pinochet. Ganamos todas las elecciones, pero nunca tuvimos mayoría en el Senado, porque estaban los senadores designados. ¿Cuál fue el logro? Terminar con los senadores designados, terminar con el Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), terminar con la inamovilidad de los comandantes en Jefe. Eso fue un salto adelante yo creo. ¿Insuficiente? Por cierto. ¿Cambiamos la Constitución? No, porque la derecha ejercía un veto.

En 2005, Lagos se reunió en Berlín con el canciller alemán Gerhard Schröder.
En 2005, Lagos se reunió en Berlín con el canciller alemán Gerhard Schröder.Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. Finck

¿Qué fue lo más difícil de la transición?

Los primeros ocho años Pinochet fue comandante en Jefe del Ejército. Los amigos españoles a veces me dicen cómo fue la transición de ellos. Yo les digo "sí, claro, pero ustedes esperaron que se muriera Franco para hacer la transición. Nosotros la hicimos con Franco vivo y de comandante en Jefe”. Entiendo que para las nuevas generaciones es muy difícil entender el contexto. Era un país con una infraestructura pobrísima. Como alguien me dijo: es que los jóvenes de hoy nacen con las autopistas y están listas.

Y, bueno, reclaman por los peajes y por el CAE.

Por supuesto, el pago del peaje, el pago de las matrículas que tienen que hacer por el crédito universitario. Cuando se estableció que iba a haber un Crédito con Aval del Estado (CAE), de manera que la tasa de interés fuera muy baja, se dijo sí, pero ese crédito va a establecimientos debidamente acreditados, de calidad, y que acreditaran la empleabilidad de las carreras de esos jóvenes estaban siguiendo. Los ministros de Educación debieron haber exigido que usted no pueda dictar un curso para 100 alumnos si al final la mitad no va a encontrar trabajo. Son errores que se cometen y que se pagan caro. Cuántos dolores de cabeza se habrían ahorrado...

*La figura de Ricardo Lagos Escobar es central si buscamos entender las últimas décadas de la historia política de Chile. Académico de prestigio y socialista, fue uno de los principales líderes de la oposición a Augusto Pinochet y jugó un rol determinante en la conformación de la Concertación de Partidos por el No, que impulsó la tesis de derrotar a la dictadura en las urnas. Su dedo índice derecho adquirió fama nacional cuando, en un programa de televisión en 1988, apuntó a la cámara dirigiéndose directamente a Pinochet, diciendo "ahora promete otros ocho años con tortura y asesinatos; me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de poder”. Algo que hoy puede sonar baladí fue, en ese momento, un gesto rupturista que envalentonó a los más escépticos. Una vez recuperada la democracia, Lagos fungió primero como ministro de Educación del presidente Patricio Aylwin y luego, con Eduardo Frei como jefe de Estado, como ministro de Obras Públicas. En el año 2000 sería él quien asumiría el poder, convirtiéndose en el primer presidente socialista desde el derrocamiento de Salvador Allende. (chp)

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