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¿Qué hacer con los monumentos controvertidos?

Felix Schlagwein
17 de junio de 2020

En algunos países de Europa del Este, los monumentos de la era comunista están prohibidos en sus propios parques. ¿Es esta la solución para confrontar a los "héroes" del pasado? Para nada, aseguran críticos.

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Ungarn Budapest  | Denkmal der Räterepublik, Szoborpark
Monumento a la República Soviética, Szoborpark, Budapest, HungríaImagen: picture-alliance/imageBROKER/P. Williams

Cuando los monumentos caen, se hace historia. Porque hay algo irreversible en la caída de una escultura. Representa simbólicamente la victoria contra el viejo orden, el amanecer de una nueva era. No es de extrañar, entonces, que, a raíz de las actuales protestas contra el racismo, los dueños de esclavos y los amos coloniales estén siendo arrancados de sus pedestales. Su legado, que ha sobrevivido hasta el día de hoy en forma de racismo, debe ahora finalmente hundirse con ellos. Esto, literalmente, golpeó al comerciante de esclavos Edward Colston, cuya estatua fue arrojada por manifestantes en la cuenca del puerto de Bristol, Inglaterra. En Boston, los manifestantes decapitaron la estatua del navegante Cristóbal Colón –después de todo, su "descubrimiento europeo" condujo a la colonización de América que más tarde resultó en el genocidio de pueblos indígenas. Y también el rey belga Leopoldo II, que estableció un brutal régimen colonial en el Congo, probablemente desaparecerá de la vista del público para siempre. Sus estatuas, como muchas otras, han sido retiradas por las autoridades como medida de precaución.

El movimiento "Black Lives Matter" ha traído de vuelta un viejo debate en la esfera pública. Durante años se ha discutido, especialmente en Europa y Estados Unidos, sobre cómo tratar a los antiguos "héroes". Muchos de ellos tenían una visión del mundo profundamente racista, oprimían a la gente, la esclavizaban y la mataban. ¿Pero se deberían arrancar y hundir sus esculturas como en el caso de Edward Colston? "Como historiador, tengo interés en la preservación de los monumentos como fuentes históricas", dice a DW Jürgen Zimmerer, profesor de historia universal con enfoque en África de la Universidad de Hamburgo. Sin embargo, era necesario "desterrarlas" y clasificarlas históricamente. 

Cómo Europa del Este trata con "héroes" del pasado

Una posibilidad serían los parques de estatuas, creados en algunos países de Europa del Este después del fin del comunismo. Uno de los ejemplos más conocidos es el "Parque Memento" de Budapest. Muy lejos del centro de la ciudad, alberga varias docenas de estatuas, bustos y otras obras de arte que alguna vez caracterizaron a la capital húngara. Ejemplos similares se encuentran en Moscú, Sofía y Grutas, en Lituania.

"Muchos quedaron traumatizados con este período y no pudieron soportar más la inundación de monumentos comunistas en el paisaje urbano", explica a DW el historiador de arte Arnold Bartetzky del Instituto Leipzig Leibniz de Historia y Cultura de Europa del Este (GWZO, por sus siglas en alemán). Por eso, muchos monumentos fueron destruidos antes. Algo que hace que los parques de monumentos sean aún más importantes, como el de Budapest: "Al menos algunas de las estatuas no han acabado en la basura, sino en un entorno protegido", dice Bartetzky. Sin embargo, debido a su destierro a las afueras de la ciudad, no existe una verdadera confrontación de la gente con su propio pasado. De hecho, hoy en día el "Memento Park" es sobre todo una atracción turística.

Historiadores piden debate público

Por lo tanto, los historiadores como Zimmerer y Bartetzky ven los parques de estatuas solo como la "segunda mejor solución". Exigen que los monumentos se dejen en su lugar original. Allí se puede llamar conscientemente la atención sobre ellos y explicar su contexto histórico. Zimmerer sugiere, por ejemplo, poner de cabeza a las estatuas, echarlas o enterrarlas hasta la mitad. "Así es como podemos desafiar a nuestros hábitos visuales. Estaremos obligados a mirar de cerca, a examinar críticamente el monumento y nuestra historia", dice.

Bartetzky también pide una confrontación pública con la propia historia: "Las sociedades liberales deberían ser capaces de entender que no todo lo que está en el espacio público corresponde a nuestra visión del mundo actual. Eso es exactamente lo que nos distingue de las dictaduras y los regímenes autocráticos".

¿Cuánto tiempo atrás en la historia hay que mirar?

Si todo lo que no se ajusta a las normas del presente tuviera que ser etiquetado y clasificado, los historiadores tendrían mucho trabajo por delante. La democracia y los derechos humanos son logros recientes. Entonces, ¿cuánto tiempo atrás en la historia hay que mirar? "Básicamente, tenemos que preguntarnos qué personas y acciones consideramos que crean la identidad de nuestra sociedad actual", dice Zimmerer y añade "aquí, el cuestionamiento crítico es esencial". Por su parte, Bartetzky también rechaza un ataque ciego contra todo lo que ya no es conforme hoy en día y advierte con respecto a la destrucción de monumentos controvertidos: "Si continuamos así, perderemos una gran parte de nuestro patrimonio cultural".

(ct/few)

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