En primavera el fuego bacteriano penetra en los árboles a través de la flor. Con frecuencia provocan la muerte de ejemplares aislados o incluso de toda una plantación de árboles frutales. Hasta ahora sólo era posible la aplicación preventiva de antibióticos, pero cada aplicación incrementa el riesgo de que aumente la resistencia del patógeno.
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En el Instituto Julius-Kühn de Mannheim los científicos buscan un oponente biológico, una bacteria que no dañe la planta, pero que ocupe el mismo espacio y necesite los mismos nutrientes que el fuego bacteriano.