¿Qué importancia tiene la procedencia de un delincuente?

Un terrible suceso conmueve Alemania: en Fráncfort, en una de las estaciones de trenes más grandes del país, un niño de ocho años y su madre fueron empujados a las vías del tren cuando entraba, en ese momento, uno de alta velocidad. El niño falleció. La madre pudo salvarse. El presunto autor intentó escapar, pero pudo ser detenido con la ayuda de testigos y arrestado por la policía. Unas horas después, una portavoz de la policía explicó que el hombre tiene 40 años y no guarda relación personal con sus víctimas. Procede de Eritrea.

Los periodistas independientes tienen el deber de informar sobre lo que ha sucedido. Suena más claro de lo que es en realidad, porque la información que transmiten o no, influye siempre en el debate social. Por eso, las cadenas y empresas de comunicación alemanas se han comprometido a cumplir ciertas pautas éticas, el llamado "Código de Prensa".

Interés legítimo

En dicho código se regula, entre otras cosas, cuándo se informa, en caso de delito violento, sobre el origen del autor: si se halla "en el contexto del suceso o si existe interés legítimo por parte de la opinión pública". Además, la mención de la supuesta pertenencia del sospechoso o delincuente a minorías étnicas, religiosas u otras, no debe conducir a una generalización discriminatoria de la conducta indebida de un individuo.

Entonces, ¿qué relevancia tiene el hecho de que el presunto delincuente sea de Eritrea? ¿Debería Deutsche Welle informar al respecto?

Desde el verano de 2015, cuando la canciller Merkel decidió no cerrar las fronteras, sino dejar que la gente, que en ese momento huía principalmente de la guerra civil siria, entrara al país, Alemania cambió. En concreto, porque más de un millón de refugiados tuvieron que ser acogidos, atendidos e integrados. Sin embargo, hay alemanes que se sienten totalmente inseguros, tienen miedo e interpretan todos los ataques, todos los delitos, todas las violaciones de la ley que lleva a cabo un refugiado como prueba de que los pilares de su propio país están amenazados por esos "extraños". Y luego están los otros que quieren calmar, exigen una mejor atención para las personas, en parte traumatizadas, e intentan encontrar vías para demostrar que se puede convivir, a pesar de las diferencias culturales y de las experiencias traumáticas.

Y, finalmente, hay actores políticos que aprovechan el miedo y nunca pierden la oportunidad de obtener votos con su política de exclusión.

¿Cuándo deben informar los medios alemanes sobre el origen de un delincuente? ¿Cuándo existe ese "interés legítimo" de la opinión pública?

Alemania lucha contra sí misma

Alemania está luchando ahora contra sí misma. Se trata, por un lado, de cómo lidiar con la incertidumbre, pero, por otro lado, con el hecho de que también hay que asegurar el bienestar del país; de cómo y dónde deben trazarse límites claros para proteger los logros sociales de las últimas décadas como, por ejemplo, la igualdad de géner. También sobre esto debemos informar: tenemos que dar cabida a las voces controvertidas, tratar de explicar cuáles son los diferentes motivos que mueven a las personas, a qué temen, por qué luchan y explicar cómo los diferentes partidos políticos intentan sacar provecho de todo esto.

La muerte del niño de ocho años intensificará el debate en Alemania. Algunos medios de comunicación alimentarán el racismo, porque atrae la atención y aumenta los beneficios. Esto es reprochable y no tiene nada que ver con el interés público al que se refiere el código de prensa. Y, sin embargo, existe este debate, que solo puede contextualizarse si se sabe que el culpable proviene de Eritrea y, por lo tanto, su origen también es parte de la verdad completa con la que estamos comprometidos.

Pero también es parte de esa verdad, sin ninguna duda, que el luto por el niño y la compasión por sus padres y la familia es lo que debería conmover nuestros corazones en un día como hoy.

(rmr/er)

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