Punk, anarquía y provocación: el arte de los ochenta
Quizá es la década que dejó un recuerdo más estridente. El espíritu de los ochenta invadió también la vida y obra de muchos artistas.
Noche eléctrica (1979)
Los ochenta marcaron la década de la rebelión, el punk y las nuevas definiciones. En Alemania la juventud se sacudió de una vez por todas los vestigios de la posguerra. En Berlín se formó una comunidad estridente, que pululaba en clubes oscuros. Esta electrizante subcultura inspiró al arte. Helmut Middendorf, por ejemplo, adoptó colores y armonías chillantes en sus obras.
Honestamente, no encuentro ninguna cruz gamada (1984)
Martin Kippenberger encabezó a finales de los setenta el legendario SO36, un club de música punk en el barrio berlinés de Kreuzberg. La comunidad anarquista se rebelaba contra la sociedad de consumo. Pero la intensidad creció y se tornó violenta, hasta que el artista se dio por vencido. Su arte es una provocación; a menudo aborda la tortuosa lucha de los alemanes por encontrar su identidad.
Jomeini (1981)
A unos pasos del SO36 se juntaba otro grupo de artistas berlineses: los Moritz Boys en torno a Helmut Middendorf y Rainer Fetting. Participa también Salomé, provocando con elementos en los cuales contrapone la desnudez con el ocultamiento del cuerpo (utilizando la figura del ayatolá Jomeini). Salomé además tocaba en la banda punk Geile Tiere (Animales excitados).
Berlín de noche (1979)
Luciano Castelli llegó a Berlín procedente de Suiza. Le gustaba el rechazo de los “jóvenes salvajes” respecto al arte establecido. El artista se integra por completo al mundillo artístico, llevando al escenario abiertamente su homosexualidad. La imagen es un autorretrato con su amigo y colega Salomé.
Primer retrato del Muro (1977)
Guerra Fría, división alemana, Muro de Berlín. Del otro lado de la moneda, el movimiento pacifista con cientos de miles de ciudadanos que se oponen al armamentismo nuclear. Rainer Fetting pintó muchas veces el Muro de Berlín, pero no tanto como motivo político sino como objeto que acompañó su cotidianidad. Él podía ver el Muro desde la ventana de su taller.
Cabinas de teléfono destruidas con valentía (1982)
En los ochenta, las cabinas telefónicas en Alemania todavía eran amarillas. Su apariencia normal era muy vetusta. Las guías telefónicas constaban de páginas desgarradas, o habían sido robadas. Las cabinas eran pringosas; sus vidrios solían tener cuarteaduras y apestaban a orines. Las cabinas telefónicas eran objetivo preferido del sabotaje. Y Werner Büttner las tomó como tema.
El nacimiento de Mülheimer Freiheit (1981)
En Colonia se formó un grupo de artistas que también querían desprenderse de las corrientes clásicas. Como inspiración, sus integrantes adoptaron tanto el espíritu de la época como los estilos musicales entonces vigentes. Todo debía ser espontáneo. Ser diletante era un fin. Walter Dahn ilustró con esta obra el nacimiento del grupo, tomando como base el nombre de una popular avenida de Colonia.
Cantantes (1981)
Una nueva exposición en el Museo Staedel de Fráncfort del Meno está dedicada a esta corriente artística en la que se conjuntaron el arte, el punk y la anarquía. Ellos mismos denominaron a su arte como “Pintura violenta”. La muestra “Los ochenta. Pintura figurativa en la República Federal de Alemania” se presenta en la urbe germana hasta octubre de este año.