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Presos en Nicaragua: “Ortega debe liberarnos”

Gabriela Selser
11 de marzo de 2019

“Las extraño, ellas fueron mi vida en días terribles”, dice en entrevista con DW la “tía Delmi”, una de las presas políticas del régimen de Daniel Ortega, excarcelada desde el 27 de febrero en Nicaragua.

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Delma Portocarrero, opositora al régimen de Daniel Ortega
Delma Portocarrero, opositora al régimen de Daniel OrtegaImagen: DW/C. Herrera

Como quien exhibe souvenirs comprados en un viaje, Delmi Portocarrero acomoda con cuidado sobre la mesa sus pequeños tesoros: un atrapasueños tejido en color verde, media docena de pulseras trenzadas, una libreta con dibujos y varios poemas de sus compañeras de celda, a quienes llama "mi familia de hermanas”.

Tras salir de prisión fue llevada de vuelta a Jinotepe, su ciudad situada a 50 kilómetros al sur de Managua y donde había sido capturada el 7 de noviembre, acusada de participar en "tranques” (barricadas) y de ocultar un arsenal en su casa. "Nada más absurdo”, dice, al señalar que ahí viven también su madre de 88 años, sus hijos y sus tres nietos. Asegura que su única acción opositora fue asistir a tres manifestaciones pacíficas

Portocarrero estuvo 45 días en la cárcel policial de El Chipote, en una celda plagada de cucarachas y mosquitos. El sitio es considerado el principal centro de interrogatorios y en algunos casos de torturas a detenidos por asuntos políticos, según lo documentó un informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), formado por la OEA y la ONU, y que trabajó en Nicaragua el año pasado.

Delma Portocarrero teje manillas y otras obras típicas de Nicaragua
Delma Portocarrero teje manillas y otras obras típicas de NicaraguaImagen: DW/C. Herrera

Abuela amenazada y golpeada por la Policía

Otros 68 días permaneció en el penal de mujeres, paradójicamente llamado "La Esperanza”, donde fue amenazada y golpeada por policías. En una ocasión sufrió un desmayo de gravedad, ya que los custodios no le entregaban los medicamentos para las enfermedades que padece: lupus e hipertiroidismo, entre otras.

Allí compartió una celda con otras 13 mujeres, ocho de las cuales aún permanecen tras las rejas. A sus 56 años, Delmi aprendió de las más jóvenes, como las universitarias Amaya, Yaritzha y Solange, a trenzar pulseras con vistosos hilos de nylon, que las presas fabrican estirando bolsas plásticas. También le enseñaron a pintar coloridas mandalas en pequeñas hojas impresas, que ella regalaba orgullosa a sus hijas en los días de visita, una vez al mes.

"Yo era la mayor de todas ellas, la hermana mayor”, dice con nostalgia, mientras se acomoda su largo cabello crespo sobre los hombros y vuelve a observar el dibujo que le regaló Nelly Roque: una mujer sin rostro envuelta en un largo vestido con los colores del arcoiris.

Huelga de hambre y diálogo versus presos políticos

El gobierno y la opositora Alianza Cívica iniciaron hace 12 días un diálogo, que ambos llaman negociación, para intentar resolver la aguda crisis del país, la peor en 40 años y que estalló el 18 de abril con protestas estudiantiles fuertemente reprimidas por la policía y paramilitares.

Nicaragua Delma Portocarrero
Imagen: DW/C. Herrera

Ese mismo 27 de febrero, Delmi salió de la cárcel y las ocho que quedaron iniciaron una huelga de hambre. En una carta que lograron sacar a luz pública, las mujeres dijeron no entender cómo "se instaura un diálogo a pesar de haber más de 500 muertos, 700 apresados, más de mil heridos y miles de exiliados”.

"Llevamos meses secuestradas ilegalmente, viviendo a diario la represión, constantes humillaciones, tratos crueles e inhumanos, y en lugar de sentirnos representadas nos sentimos simples piezas en el tablero donde juegan los que tienen control político y económico”, escribieron Nelly Roque, Amaya Coppens, Yaritzha Rostrán, María Adilia Peralta, Jamileth Gutiérrez, Solange Centeno, Johana Delgado y Karla Matus.

Delmi Portocarrero comparte ese criterio, aclarando que no desea "crear división, porque debemos estar unidos”. Sin embargo, "me preocupa que este hombre (Ortega) se salga con la suya. Quiero que la Alianza se porte firme, que no ceda en reclamos de libertad, y que en primer lugar el gobierno permita la salida de todos los presos políticos”, afirma.

Y también exige su propia libertad, pues aunque fue excarcelada sigue presa, confinada en su propia casa. Como el resto, salió de prisión bajo libertad condicional ("casa por cárcel”) y su vivienda permanece vigilada por la policía y por activistas de barrio afines al gobierno.

La Iglesia desconfía de intenciones de Ortega

Luego de ocho sesiones de diálogo, el gobierno y la oposición invitaron formalmente a la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), al nuncio apostólico y a la iglesia evangélica a participar como "testigos y acompañantes” del proceso, que avanzaba muy lentamente y sin grandes acuerdos. En un sorpresivo anuncio, los obispos católicos tomaron distancia de la negociación, argumentando no ser "de ineludible necesidad” para el diálogo y que preferían seguir acompañando al pueblo como pastores.

Los negociadores de la Alianza Cívica decidieron entonces "reconsiderar” su participación en el diálogo mientras el gobierno no dé "muestras contundentes” de buena voluntad, liberando a los presos políticos y cumpliendo otros reclamos de la agenda opositora: restauración de las libertades civiles y discusión de una reforma electoral que lleve a la celebración de comicios anticipados.

"Tener presos políticos no es compatible con negociación”

Imagen de Nelly Roque, prisionera en una cárcel de Nicaragua
Imagen de Nelly Roque, prisionera en una cárcel de NicaraguaImagen: Nelly Roque

Igualmente sorpresiva fue la actuación del gobierno, que reveló el sábado sus temas de agenda pese a un acuerdo de sigilo con la Alianza. En ese documento, la Cancillería descartó adelantar las elecciones y pidió discutir el cese de las sanciones económicas anunciadas por Estados Unidos, haciendo evidente, por primera vez, la preocupación de Ortega al respecto.

En un mensaje de Twitter dirigido a las presas en huelga de hambre, la vocera estudiantil Madelaine Caracas, exiliada desde junio pasado, escribió: "No debería haber negociación si no hay garantías para ustedes, hermanas (….) Tiene que haber diálogo pero con garantías y ustedes libres”. Su colega Lesther Alemán, también universitario y exiliado, acotó: "Sin la CEN no dialogamos, sin garantes internacionales no nos sentamos. Nuestra primera exigencia es libertad para los secuestrados políticos”.

Mientras, el eurodiputado español Ramón Jáuregui, que visitó las cárceles de Nicaragua en enero pasado, se sumó a los reclamos: "Buena noticia el inicio de negociaciones, pero el gobierno debe excarcelar a los detenidos. La existencia de presos políticos y las conductas represivas no son compatibles con la negociación”.

(jov)