La agencia de la ONU para la infancia, citando un análisis publicado en paralelo en la revista The Lancet, apuntó el lunes (28.07.2020) que el 80 % de esos niños viven en el África subsahariana y el sur de Asia.
"Han pasado siete meses desde que se informó de los primeros casos de COVID-19 y es cada vez más evidente que las repercusiones de la pandemia están perjudicando a los niños más que la enfermedad en sí", señaló en un comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Recordó que las tasas de pobreza de las familias y la inseguridad alimentaria han aumentado, con recortes en servicios esenciales de nutrición y en las cadenas de suministros, y con fuertes subidas en los precios de los alimentos en algunos lugares.
"Como resultado, la calidad de la dieta de los niños ha empeorado y la tasa de desnutrición aumentará", recalcó.
El análisis, publicado en The Lancet, apunta a un posible aumento de la emaciación, una forma de desnutrición que pone en peligro la vida de los niños, dejándolos demasiado delgados y débiles.
Según recuerda la agencia, la emaciación no solo puede causar la muerte, sino que provoca deficiencias en su crecimiento, desarrollo y aprendizaje.
Niños refugiados en Kakuma, Kenia.
47 millones de niños pasaron hambre ya antes de la pandemia
Unicef calcula que unos 47 millones de niños sufrieron este problema en 2019, antes de la pandemia, y avisa de que si no hay acciones urgentes ese número podría acercarse a los 54 millones en 2020.
Eso, subrayó la agencia de la ONU, situaría la emaciación global infantil en niveles no vistos en lo que va de siglo.
El aumento de la emaciación en los países en desarrollo como consecuencia de la COVID-19 podría alcanzar un 14,3 %,lo que se traduciría en más de 10.000 muertes infantiles más por mes, más del 50 % de ellas en África subsahariana, según Unicef.
Además, subrayó que el empeoramiento de las dietas y la interrupción de servicios de nutrición empeorarán otras formas de desnutrición en niños y mujeres, como el retraso en el crecimiento, el déficit de micronutrientes y el sobrepeso y la obesidad.
Según Unicef, en los primeros meses de la pandemia hubo una reducción general del 30 % en la cobertura de los servicios vitales de nutrición, con algunos países en los que la interrupción ha sido mucho mayor.
Entre otros, destaca el caso de Haití, donde el miedo al contagio y la falta de equipos de protección para los trabajadores sanitarios han llevado a una disminución estimada del 73 % en las admisiones para tratar la emaciación severa en los niños.
Según cálculos de Unicef, más de 250 millones de niños en todo el mundo no están recibiendo suplementos de vitamina A debido a la COVID-19.
CP (efe, afp)
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El trabajo infantil disminuye, pero muy lentamente
Casi uno de cada 10 niños trabaja
Según Unicef, alrededor de 152 millones de niños de todo el mundo todavía tienen que trabajar para ayudar a sus familias a sobrevivir. La mayoría de ellos viven en África y Asia. En parámetros generales, el trabajo infantil ha disminuido en todo el mundo: 246 millones de niños eran víctimas en 2000. Pero el descenso de esa cifra se está ralentizando.
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¿Qué es el trabajo infantil?
Unicef define el trabajo infantil como "actividades para las que los niños son demasiado pequeños, o son peligrosas, los explotan, perjudican su desarrollo mental o entorpecen su educación”. Esto es lo que dice la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
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Aumento en África subsahariana
El trabajo infantil ha disminuido notablemente en Asia y en la región del Pacífico, y está descendiendo en América Latina. En África subsahariana, por otra parte, el trabajo infantil parece haber aumentado en los últimos años. El Fondo de las Naciones Unidas para la infancia cita el lento desarrollo económico, el creciente número de conflictos armados y los desastres naturales como las razones.
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Trabajar durante la huida
También hay un aumento del trabajo infantil entre los refugiados. Cuanto más tiempo dure la huida, mayor será la probabilidad de que los niños tengan que trabajar. Tienen que buscar nuevas formas de sobrevivir, ya que sus familias han perdido todo durante la huida.
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Trabajo pesado
Por ejemplo: en 2017 cientos de miles de rohinyás huyeron de Myanmar a Bangladés, escapando de la persecución y la exclusión, y han estado viviendo en refugios desde entonces. Allí, los niños tienen que apoyar a sus familias, a veces con trabajos físicamente agotadores.
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Coser en lugar de aprender
También muchos niños refugiados sirios tienen que trabajar, como lo hace este niño en una fábrica textil en Turquía. Muchos menores sirios trabajan allí por más de diez horas al día. Unicef quiere tomar medidas contra el trabajo infantil de los refugiados con programas educativos en las zonas de conflicto.
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¿Qué hacer con el trabajo infantil?
Para poner fin al trabajo infantil, las organizaciones humanitarias piensan que los gobiernos deben dar el próximo paso. Tienen que hacer cumplir la escolaridad obligatoria y también regular legalmente la edad mínima para trabajar. Las autoridades estatales deben que ser reforzadas y los empleados que explotan a los niños deben ser castigados: eso exige “Terre des Hommes”.
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La educación como punto clave
"Para proteger eficazmente a los niños contra la explotación, las condiciones de vida de los niños afectados deben cambiar ", afirma Christian Schneider, director general de Unicef Alemania. Por lo tanto, Unicef pide que se invierta más en educación, así como en los sistemas de salud y seguridad social.
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Reforzar la lucha contra el trabajo infantil
Si la disminución del trabajo infantil continúa al ritmo actual, Unicef estima que 121 millones de niños seguirán siendo víctimas del trabajo infantil en 2025. El objetivo de las Naciones Unidas de abolir el trabajo infantil para 2025 es poco probable que se haga realidad.
Autor: Charlotte Voß (bt/cp)