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Opinión: El eterno Vladimir Putin

Christian F. Trippe
2 de julio de 2020

Los riesgos y efectos secundarios de los referendos son incalculables. El presidente ruso, que acaba de hacer aprobar una enmienda constitucional, también podría experimentar esto, opina Christian F. Trippe.

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El presidente ruso, Vladímir Putin.
El presidente ruso, Vladímir Putin.Imagen: picture-alliance/AP/A. Nikolsky

Cuando el entonces primer ministro británico David Cameron anunció un referéndum sobre la adhesión del Reino Unido a la Unión Europea, no estaba obligado a hacerlo. Cameron actuó sin necesidad constitucional, pero bajo presión política. Pidió un simple voto de sí o no en un tema nada fácil y sumió a su país en el caos político.

Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció un referéndum sobre una reforma constitucional de gran alcance, tampoco estuvo obligado a hacerlo. Putin no actuó por necesidad constitucional, sino porque sintió presión política. Hizo una simple pregunta, sí o no, sobre un asunto muy complejo. Porque los referendos constitucionales son siempre y ante todo cuestiones de poder. Y tocan lo que mantiene a una sociedad unida en su núcleo.

La puesta en escena en la Duma

La pregunta sobre el poder ya había sido contestada a Putin en una puesta en escena antes de que este llamara a su pueblo a las urnas. Durante meses, los asesores políticos de Moscú analizaron cómo Putin podría seguir en el poder de forma constitucional después de finalizar su mandato. ¿A través de nuevos órganos estatales? ¿En un nuevo Estado confederado? ¿O por medio de una nueva oficina estatal? Los guiones circulaban y se especulaba sobre escenarios. Es allí donde apareció la primera mujer en el firmamento político y heroína de la Unión Soviética: como parlamentaria del partido del Kremlin "Rusia Unida", Valentina Tereshkova propuso una enmienda constitucional que permitiría a Putin dos mandatos adicionales en el cargo.

Si él así lo quiere. Recientemente, Putin estuvo coqueteando con la idea en público, diciendo que bajo ciertas circunstancias podría imaginarse seguir como presidente. Ahora las circunstancias han surgido. Más de tres cuartas partes de los rusos han pedido a su presidente que permanezca en el cargo. Exactamente este resultado había sido predicho hace semanas por los videntes del Kremlin. Después de todo, ese es el verdadero objetivo de la reforma constitucional: orquestar un plebiscito que mantenga a Putin en el poder. Construir legitimidad donde en realidad hay un vacío moral.

Ayuda a populistas, de izquierda y derecha

Christian Trippe, director del departramento de Europa del Este de DW.
Christian Trippe, director del departramento de Europa del Este de DW.Imagen: DW

Putin prometió a los rusos "estabilidad y seguridad" si aprobaban el cambio constitucional. A corto plazo garantizará ambas cosas, ni siquiera sus oponentes políticos lo dudan. ¿Pero a qué precio? Esto al menos se puede evaluar si se tienen en cuenta los otros cambios constitucionales, que en total no son más que un nuevo alejamiento de Occidente y de su modelo de orden liberal. Por lo tanto, la primacía de la ley rusa sobre las normas internacionales tendrá rango constitucional en el futuro, al igual que la creencia en Dios y el rechazo de todos los planes de vida que no se ajusten a la imagen familiar tradicional.

Es probable que el espíritu de la nueva constitución rusa también sea sentido por otros países. Porque con este respaldo, el Kremlin se sentirá animado a continuar propagando su modelo de gobierno. Los populistas de izquierda y derecha de toda Europa ya pueden esperar una promoción de la autocracia aún más intensa desde Moscú. Sin embargo, para las naciones que se independizaron de la Unión Soviética (URSS) hace 30 años, la reforma constitucional está causando nuevos dolores de cabeza: después de todo, proporciona una "verdad histórica" que hace recordar viejas imágenes de la historia imperial soviética.

Nerviosismo, coronavirus y economía 

Con la nueva constitución, Rusia muestra su cara real, porque el nuevo texto refleja conceptualmente lo que caracteriza la política rusa de los últimos 20 años. Putin consolida su poder y fortalece el sistema autoritario que se adapta a él. Hasta ahora, es tranquilizador para todos los que apoyan este sistema y se benefician de él. Sin embargo, hay una sorprendente cantidad de nerviosismo en Moscú en estos días. Porque el Kremlin no dejó piedra sin remover en sus esfuerzos por lograr el resultado deseado de esta votación.

Pero, ¿qué pasaría si precisamente esta influencia obvia, combinada con todo tipo de inconsistencias organizacionales, logra lo contrario del efecto deseado? ¿Qué pasaría si el presidente no recibe un impulso de nueva fuerza o si el resultado del referéndum no se toma muy en serio? ¿O si, incluso, provoca resistencia política? Los índices de popularidad de Putin han estado cayendo durante meses. La economía de Rusia está luchando contra la recesión. El coronavirus está devastando los balances y las exportaciones.

Nueva constitución, nuevo mandato

Cuando David Cameron se dio cuenta de que se había equivocado con su referéndum, renunció a su cargo de primer ministro. Anunció su renuncia frente a cámaras, admitió su derrota, se dio la vuelta y se fue silbando alegremente.

Si el referéndum en Rusia no logra su objetivo político, el presidente Putin no se quedará tranquilo. El sistema operativo político de Rusia no prevé esta opción. En cambio, Putin puede ahora, con la actualización de la constitución, gobernar por otros 16 años. Mi apuesta: lo hará, a pesar de todos los costos políticos que esto traerá.

(ct/vt)

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