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Opinión: ¿Compra de datos o mezcla de cabildeo y ciencia?

Judith Hartl
31 de enero de 2018

¿Experimentos con humanos? Sí. ¿O tomaría medicamentos que solo se han probado en ratones? Lo que molesta son los muchos estudios patrocinados bajo el pretexto de la investigación, opina Judith Hartl.

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Activistas ambientales con mayor pancarta: "La salud está primero que los intereses de los consorcios, señora Merkel"
Activistas ambientales con mayor pancarta: "La salud está primero que los intereses de los consorcios, señora Merkel"Imagen: picture-alliance/dpa/S. Stache

¿Que si lo haría de nuevo? Seguro. Tal vez no otro estudio con medicamentos, como el que hice cuando era estudiante. A lo mejor porque ya soy mayor, o porque ahora soy más consciente del daño que le haría a mi cuerpo. Cuando me sometí, voluntariamente, a esos experimentos tuve que ponerme ungüentos, mis expresiones faciales fueron escaneadas; conectada a medidores y con menos oxígeno de lo normal, me tocó correr sobre una banda, y también tragué una que otra pastilla.

A mí me pagaron por participar en dichos ensayos de medicamentos y siempre me sentí bien atendida.  Durante mucho tiempo fui uno de los millones de voluntarios para estudios científicos, sin los cuales la investigación médica sería imposible. Porque cada medicina tiene que ser probada en humanos y por humanos en el transcurso de su desarrollo. Cada nuevo analgésico, gotas oftálmicas, cremas desinflamatorias, etc.

Hasta que los medicamentos puedan ser probados en humanos ya han tenido que pasar rigurosas pruebas. Para esto deben cumplirse ciertos requisitos y los comités de ética y de regulación deben dar su aprobación. Los científicos dependen de voluntarios para desarrollar estudios prácticos sobre depresión, contaminación del aire, pánico masivo, trastornos del sueño, ansiedad o el comportamiento de masticación de personas obesas.

Intereses comerciales en juego

Estos no son experimentos humanos. Este es un trabajo científico limpio que nos beneficia a todos. Lo problemático son ciertos intereses en juego. Cuando empresas, grupos de lobby o diversos sectores industriales quieren hacer destacar sus productos mediante estudios supuestamente científicos. O quieren limpiar una imagen negativa, como los productores de licores, azúcar o carne, por ejemplo. Una y otra vez, hay estudios absurdos que los periodistas a menudo no cuestionamos lo suficiente.

Como las supuestas leyendas de que el vino tinto es bueno para el corazón, y la cerveza para los riñones. Métodos inexactos y conclusiones erróneas arrojan, finalmente, el resultado que el cliente desea. De repente, presuntamente, el chocolate protege contra el cáncer y la carne y el Cabernet Sauvignon de un derrame cerebral. Y el azúcar no engorda en absoluto.

Los estudios por encargo no son "casos aislados"

Judith Hartl comentarista de DW.
Judith Hartl comentarista de DW.

El patrocinador de un estudio no está oculto, su nombre está en la publicación científica. Ese puede ser Mars, Coca Cola, Bayer o simplemente EUGT, como en el caso actual.  A primera vista, la "Asociación Europea de Investigación para el Medio Ambiente y la Salud en el Sector del Transporte" parece muy seria. Pero se trata realmente de una asociación de cabildeo de VW, BMW, Daimler y Bosch. Tales estudios supuestamente científicos engañan y explotan a las personas que se prestan para ensayos, porque el único interés del cliente es ganar dinero. Los científicos comprometen con ello lo más preciado que poseen: su credibilidad.

Yo misma he sido testigo de que la mezcla de intereses corporativos y la investigación es más frecuente de lo que se cree. Como estudiante de biología, escribí mi tesis de diploma para una gran compañía farmacéutica, con la que mi universidad trabajaba estrechamente.  Se trataba de probar un repelente de insectos y de examinar cuán peligroso era ese veneno para las plantas, los animales, el suelo y el agua. Mis resultados fueron incluidos en la evaluación del químico. Trabajé correctamente, pero dudas sobre las verdaderas intenciones de mi "patrocinador" comenzaron a asaltarme. Rechacé una oferta de trabajo posterior del gigante farmacéutico.

Judith Hartl (jov/vt)

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