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El pueblo dijo ¡NO!

Daniel Martínez11 de noviembre de 2013

En Múnich el apoyo a los Juegos Olímpicos de invierno 2022 parecía masivo: la política, la economía, el deporte y los medios de comunicación querían el evento. Pero los ciudadanos comunes y corrientes se opusieron.

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Por decisión popular, los Alpes en las afueras de Múnich no serán sede de los Juegos Olímpicos de invierno 2022.
Por decisión popular, los Alpes en las afueras de Múnich no serán sede de los Juegos Olímpicos de invierno 2022.Imagen: picture-alliance/dpa

Los avisos publicitarios a favor de la candidatura de Múnich a ser sede de las Olimpiadas invernales del 2022 se convirtieron en parte de la cara habitual de la capital bávara en las últimas semanas. Las personalidades más importantes y famosas de la región participaron en las campañas de promoción, entre ellas los jugadores del Bayern y la selección nacional Philipp Lahm y Bastian Schweinsteiger, la leyenda del fútbol alemán, Franz Beckenbauer, y las estrellas del esquí alpino, María Riesch y Felix Neureuther.

Entusiasmo moderado

Las empresas también se sumaron a la iniciativa. Multinacionales como Siemens o la televisora internacional Sky se alinearon con el equipo pro Juegos Olímpicos, de la misma manera que la empresa de ferrocarriles nacionales, DB, y muchos gremios locales, entre ellos el de los carniceros, taxistas y peluqueros. Juntos soñaban con un evento que impulsaría la economía, que generaría progreso y produciría dinero.

Los ciudadanos, por su parte, tenían otras preocupaciones: el cambio climático, el malgasto de recursos del erario público, el trastoque de las prioridades de las necesidades del pueblo, el temor a tener que al final pagar más de lo previsto por un proyecto de semejante envergadura, y el interrogante de qué hacer con la infraestructura al final del evento.

Muchos habitantes de Múnich guardan en su memoria los bellos recuerdos de los Juegos Olímpicos de 1972, que significaron un gran salto de la ciudad en la modernidad, y que les dejó un bello parque, una red vial ejemplar y varios complejos arquitectónicos útiles. Pero por el otro lado tampoco pierden de vista que mantener en pie todas las instalaciones olímpicas, en las que ya no se escenifican magnos eventos deportivos, les cuesta anualmente 40 millones de euros no recuperables, y eso desde hace ya décadas.

La negativa de Múnich a los juegos fue del 52 por ciento, pero no hay que olvidar que también votaron otras poblaciones de Baviera en las cuales se tenía previsto tener sedes satélites del evento. En Garmisch-Partenkirchen se opuso el 51,5 por ciento de la población, en Traunstein el 59,6 y en Berchtesgaden el 54. Los bávaros simplemente no desean acoger las olimpiadas.

Freno a los grandes eventos

“Esta es una clara señal contra la avaricia y falta de trasparencia del Comité Olímpico Internacional” celebró la decisión popular Ludwig Hartmann, político del partido verde y líder del movimiento que se oponía a lo juegos, del que también hicieron parte ecologistas que temían las modificaciones al paisaje natural, campesinos que veían en peligro sus parcelas, y asociaciones civiles preocupadas por la inflación que podrían acarrear tres semanas como ombligo del deporte invernal en el 2022.

Ahora los funcionarios deportivos alemanes temen que la desconfianza bávara a los grandes eventos sea también la de todo el país. El alcalde de Múnich, Christian Ude, comentó la derrota del proyecto del cual él era el principal promotor, como “una posición cada vez más crítica del pueblo que está relacionada con las noticias que se escuchan sobre Qatar”, donde la organización del Mundial de Fútbol 2022 está vinculada a sospechas de corrupción y violación a los derechos humanos.

El director general de la Federación Alemana de Deporte Olímpico (DOSB), Michael Vesper, también compartió esta opinión, y afirmó que en Alemania “hay una tendencia a observar los grandes eventos deportivos con escepticismo y prejuicios”. Y precisamente por ello, en el futuro cercano los alemanes no van a ser anfitriones de unos Juegos Olímpicos.