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Los agricultores venden los restos a centrales eléctricas como biomasa. En la generación de corriente, cada año se ahorran cerca de 36000 toneladas de CO2. En lugar de carbón, la central eléctrica quema los desechos que hasta ahora no tenían ningún valor y genera cerca de 8 MW de energía ecológica. Además, las cenizas también sirven como abono para los campos de mostaza.