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"Nos apoyaron de corazón"

Daniel Martínez23 de junio de 2006

Las selecciones eliminadas en la primera ronda del Mundial emprendieron su retorno a casa. Tras calurosas bienvenidas, sólo quedaron frías despedidas de desencantados anfitriones que esperaban más de sus huéspedes.

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1.000 personas festejaron en Oberhaching la llegada de la selección paraguaya.Imagen: PA/dpa


A principios de junio, escasas tres semanas atrás, la escuela deportiva de Oberhaching era una fortaleza infranqueable. Los dispositivos de seguridad contratados por la FIFA, trabajando conjuntamente con la policía federal alemana, impedían el contacto de extraños con las estrellas del fútbol del Paraguay.

Los niños procuraron durante varios días -infructuosamente- acercarse a las estrellas de la Liga alemana Roque Santa Cruz, Nelson Valdez y Julio Dos Santos, y de paso palpar a los otros futbolistas paraguayos que conocían sólo de las fotos del álbum del Mundial.

Huéspedes intocables

En medio del constante ir y venir de autos y buses de los patrocinadores, ni los niños ni los adultos de Oberhaching consiguieron establecer una relación con los visitantes de Sudamérica.

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Los paraguayos con los niños del proyecto "FIFA por SOS-Pueblos Infantiles" en Oberhaching.Imagen: PA/dpa

El encuentro cercano se limitó a un entrenamiento de puertas abiertas (mil espectadores) y la ceremonia de recepción oficial, una especie de fiesta popular con desfile de los futbolistas animados por música folclórica interpretada por una banda ataviada con trajes típicos de la región, en la cual participaron 2500 personas.

“La presencia de la selección de Paraguay en Oberhaching pasó, con excepción del entrenamiento y la bienvenida, completamente desapercibida para la comunidad local. No hubo ningún efecto, ni para bien ni para mal, simplemente ninguno”, confiesa Richard Hasenheit, vocero del gobierno municipal para el proyecto “Paraguay: huésped mundialista”.

Stefan Schelle, alcalde de la localidad que se gastó 20.000 euros en atenciones a la delegación futbolística, coincide con esta opinión: “económicamente la visita de Paraguay no significó para nosotros ningún ingreso, los aficionados y la prensa paraguaya se alojaron en otros lugares; en materia de marketing y relaciones públicas su presencia no era para nosotros de importancia. Fue bonito ver el nombre de Oberhaching en los medios de comunicación, pero eso fue todo”.

El alcalde sostiene que hospedar al equipo del Paraguay fue más “una cuestión de honor, una oportunidad de mostrar la hospitalidad de Alemania y de Baviera” que una inversión a largo plazo.

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Excelentes anfitriones

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Contra Inglaterra vivieron los paraguayos la primera derrota.Imagen: AP

La delegación paraguaya en cambio se sintió cálidamente acogida. Ajena a la realidad del pueblo que los hospedó, no ahorraron en elogios para aquellos alemanes con quienes diariamente durante su estadía en la escuela deportiva estuvieron en contacto.

“A nosotros nos atendieron de una forma extraordinaria, todo fue excelente, no hay nada que reprochar” dice Nicolás Ledesma, director de comunicaciones de la selección paraguaya, uno de los integrantes del último grupo de la delegación en regresar a casa. “Notamos que los habitantes de Oberhaching a pesar de ser alemanes se pusieron la camiseta del Paraguay. Nos apoyaron de corazón y, en el fondo, da incluso más dolor decepcionarlos a ellos que a la gente de nuestro propio país”, añadió.

Ledesma se refiere a los empleados de la escuela deportiva y a los dispositivos del cuerpo de seguridad que, tras la derrota contra Inglaterra, esperaron despiertos a la selección y los recibieron en la madrugada, parados al lado del camino portando antorchas y carteles de aliento.

Fußball, WM 2006, Schweden, Paraguay, 15.06.2006
Suecia envió definitivamente a Paraguay a casa.Imagen: AP

Esa bienvenida, después de un resultado en contra que mermó la confianza dentro del grupo, fue uno de los puntos más emotivos de los paraguayos en Alemania. Sin embargo, el gesto no tuvo efectos prácticos: el seleccionado perdió de nuevo contra Suecia y se despidió del torneo prematuramente.

El domingo pasado el equipo organizó conjuntamente con las directivas de la escuela deportiva un asado. Una pequeña actividad social, la última en la que fue su casa durante el Mundial. En esa triste celebración participaron sólo los allegados más cercanos a la selección. El alcalde Schelle y ningún otro representante del gobierno municipal de Oberhaching fueron invitados; una comparsa de bailarines y músicos paraguayos, acompañados por la voz de varios jugadores que cantaron sin cesar, animaron un adiós que nunca fue oficial.

El lunes, la mayor parte de la delegación paraguaya abandonó la escuela deportiva de Oberhaching para no volver. El martes jugaron su último partido contra Trinidad y Tobago y el miércoles a primera hora de la mañana volaron de regreso a Asunción.

En silencio, por la puerta de atrás, abandonaron Alemania. El Mundial se convirtió en un recuerdo.

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Regreso a la normalidad

A pesar de que la primera ronda del Mundial aún no termina, en la escuela deportiva de Oberhaching quedan pocas huellas, casi ninguna, que indiquen el rol que desempeñó en Alemania 2006.

De los más de diez agentes de seguridad que custodiaban el lugar tan sólo uno permanece sentado despreocupadamente en la recepción, aliviado de no tener que preguntar el motivo su presencia a las personas que ahora entran y salen libremente del edificio.

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El Mundial acaba para Paraguay y la vida vuelve a la normalidad.Imagen: AP

En su último día en Alemania, Nelson Cuevas, autor del solitario gol paraguayo en Alemania 2006 y único jugador que no regresó a Asunción con el grupo, aprovecha para jugar al golf en tanto los funcionarios administrativos que viajan hoy a casa empacan lentamente sus maletas.

Aníbal Ruiz volverá a Paraguay el domingo. Antes de entregar oficialmente su carta de dimisión como entrenador del seleccionado nacional en Asunción este lunes, observará el sábado en Múnich el partido Alemania – Suecia.

Entretanto Oberhaching recoge las banderas y avisos que hacen referencia a la vista del Paraguay, un equipo al que transitoriamente le entregaron el corazón. El suyo propio, Alemania, continúa en competencia y por él seguirán haciendo fuerza.