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Identidad alemana

26 de enero de 2013

El ilustre historiador Moshe Zimmermann explica en por qué Jerusalén se convirtió en universidad “alemana”, qué posibilidades de paz hay en el Cercano Oriente y cuáles son sus jugadores de fútbol favoritos.

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Imagen: DW/Sarah Hofmann

Poco antes de las 11 en el Monte Scopus, sobre los tejados de Jerusalén.  El sol abrasa la pista de tenis del campus universitario, donde tengo una cita con Moshe Zimmermann. A menudo el propio Zimmermann juega al tenis en ella, pero hoy no toca hacer deporte. Llega en su Volkswagen y nos saluda con su calzado deportivo y una camisa polo. Enseguida pregunta si sé cuál es su equipo favorito, pues además del tenis, el fútbol es su gran pasión. “Lo sabría si hubiera mirado mi auto con atención”, dice. Cosa que no he hecho. Entonces observo su brazo: lleva una muñequera con cuadrados blanquinegros sobre fondo azul. ¿Es un equipo israelí? “¿Makkabi algo…?”, me aventuro. “¿Makkabi Hamburgo?”, ríe burlón. “Hamburger Sport-Verein” (Unión Deportiva Hamburgo), señala una colega. Bingo.

Un profesor universitario de Historia que conduce un coche Volkswagen y es hincha del Hamburgo. Me consta que sus padres proceden de esta ciudad alemana y debieron huir a Palestina huyendo del nacionalsocialismo. Pero ¿se puede culpar por ello a los futbolistas alemanes y a los coches?

Un rato después, Moshe Zimmermann nos conduce por los laberínticos pasadizos de la universidad hebrea hasta su oficina. Cuando sus padres llegaron, la Universidad, fundada en 1925, era la única del país. Muy pronto los científicos alemanes que huían del Tercer Reich conformaron dos tercios del claustro de profesores. Aquello marcó la vida académica.

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Sala de lectura de la Universidad Hebrea de JerusalénImagen: picture-alliance/akg

El final de un sueño

Lo mismo ocurrió en la medicina especializada y en el Hospital Hadassah, donde Moshe Zimmermann nació en 1943. Su madre trabajaba allí como ayudante de laboratorio. “Hace dos semanas encontré documentos de mi madre. Por ellos sé que debió abandonar su carrera como médico.” Era una estudiante excepcional, que incluso iba adelantada dos cursos, pero en la Alemania nazi no se le permitió estudiar. “Un insulto”, dice Zimmermann. Y el final del sueño de su vida. Sobre ello no hablaba nunca.

Él sí pudo hacer carrera. Desde 1986 dirige el Instituto Richard Koebner de Historia Alemana en la Universidad Hebrea. El nombre de la institución se debe a un historiador judío que huyó de los nazis en 1934: “Koebner fue una figura significativa y sintomática, un judío completamente asimilado”, explica Zimmermann.  De no haber existido Hitler, hubiera hecho carrera en Breslau, donde estudió. En Jerusalén se convirtió en fundador de la ciencia historiográfica. “Lo que aquí percibimos como Historia tiene raíces alemanas que perduran hasta hoy”, dice Zimmermann y habla incluso de una “universidad alemana” surgida entonces. “Eso está claro. Aunque había bases anglosajonas, pero Centroeuropa está en el núcleo. Es una continuación de Alemania aquí en Palestina”.

Hadassah Krankenhaus
Hospital Hadassah, en Jerusalén.Imagen: DW/Aya Bach

Oportunidad perdida para la paz

Zimmermann relata la cantidad de correspondencia en alemán relativa a la Universidad que ha encontrado. Por decisión de sus padres, su lengua materna es el hebreo, pero escribe algunos de sus libros en alemán. No solo porque trabaja sobre la historia judeo alemana, sino porque también se dirige a lectores germanos.  Su libro Die Angst vor dem Frieden (El miedo a la paz) es una mirada crítica sobre la actual sociedad israelí que, según su tesis, prefiere mantenerse en situación de conflicto antes que permitir una solución pacífica.

En realidad nos hemos reunido para hablar sobre la historia judeo-alemana, no sobre la actual política del Cercano Oriente, pero hay nexos entre ambos temas: "Como historiador, creo que los sionistas dejaron pasar muchas oportunidades de paz en la década de los 30, porque ignoraron la parte árabe. Entonces pensaban que eran europeos en el salvaje Este. Ellos tenían la razón absoluta y los otros eran los ‘primitivos”. Zimmermann piensa que entonces había posibilidades de paz. “También la otra parte estaba bastante ciega, pero entonces se hubiera podido llegar a un compromiso. Como no se hizo, la brecha entre judíos y árabes se hizo más profunda”.

Historiker Moshe Zimmermann
Moshe Zimmermann en entrevista con la periodista de DW Aya Bach.Imagen: DW/Sarah Hofmann

Un ligero nacionalismo

Los que más estaban dispuestos entonces al compromiso eran los judíos de origen alemán. “No se puede generalizar sobre este asunto, pero cabe decir que había entre ellos una tendencia a desarrollar una especie nacionalismo ligero, pues conocían la experiencia  de los alemanes y el nacionalismo centroeuropeo”.

Cuando fundaron partidos políticos en 1942, propugnaron la solución de los dos estados, que ya habían propuesto los británicos para su entonces Mandato de Palestina. “Se sabía que la población árabe era mayoría, por lo que nadie quería ser minoría en un estado nacional de otros. Ya había bastantes experiencias negativas a ese respecto.” Pero el partido tuvo una vida corta, hasta 1948, cuando se fundó el estado de Israel. “Con el tiempo, los ‘jeckes’ han ido perdiendo terreno político. Ahora están ahí como una especie de estímulo para la reflexión. Hasta el día de hoy”.

Lo alemán y lo judío, una estrecha relación

Las propias sugerencias de Zimmermann se escuchan más en Alemania que en Israel. De hecho, ha mantenido una excelente relación con el país germano. “Podemos tomar como ejemplo el fútbol. Yo soy seguidor de los equipos alemanes, sobre todo del Hamburgo. No hay ningún equipo israelí al que apoye tanto como a aquel, aunque conozco el pasado del equipo con un famoso delantero nazi.”

Historiker Moshe Zimmermann
Mosche ZimmermannFan del Hamburgo a pesar de su legado nazi.Imagen: DW/Sarah Hofmann

Sus padres debieron abandonar Alemania para sobrevivir. “Era el país de los asesinos nazis, pero también el de muchas víctimas”, recalca el historiador. Su libro Deutsche gegen Deutsche (Alemanes contra alemanes) relata lo estrechamente entrelazados que estaban lo alemán con lo judío.

Historiker Moshe Zimmermann
Mosche Zimmermann, crítico observador del conflicto del Cercano Oriente.Imagen: DW/Sarah Hofmann

Sémola roja y Labskaus

“Me siento muy identificado con la cultura alemana. Sé más sobre Hamburgo que la mayoría de la gente que me encuentro por allí. Como sémola roja y Labskaus (plato típico de Hamburgo que mezcla carne, pescado, patatas, cebollas y remolacha). Disfruto del entorno junto a los ríos Elba y Alster. Pero siempre soy consciente de que no pertenezco a aquello, porque soy de Israel. Lo problemático del asunto es que con el tiempo me voy sintiendo cada vez más extranjero en Israel. No solo porque mi acento en hebreo se ha ‘alemanizado’, sino porque mi forma de pensar provoca malentendidos”.

Zimmermann nos muestra el hospital en el que su madre trabajaba y donde le trajo al mundo. Y un establecimiento en el que se puede comer buen falafel. ¿Se puede imaginar viviendo en Alemania? “Lo he llegado a pensar en serio. Cuando concluí mi doctorado en Hamburgo, hubiera podido trabajar allí, pero decidí volver a Israel, que también es el país de mi esposa y mi hijo. Hoy sí puedo imaginarme trasladándome a Alemania algo más que un par de semanas o meses”. Al día siguiente, Zimmermann viaja a Berlín.

Autora: Aya Bach/MS
Editora: Claudia Herrera