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Protegiendo los ríos salvajes de Montenegro

Lucy Sherriff
22 de octubre de 2019

En todo el estado balcánico de Montenegro están surgiendo pequeñas centrales hidroeléctricas como parte de una campaña de energías renovables, pero según los activistas y residentes, estas plantas destruyen su entorno.

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Global Ideas Montenegro Flüsse
Imagen: Aleksandar Dragićević

El río Bukovica, al norte de Montenegro, está tan limpio que es posible sumergir una taza en su agua helada y beber directamente de ella. El río no solo es el centro de las comunidades circundantes, sino también el hábitat de una especie de una trucha endémica y de una flor conocida por el nombre del río, Bukovica.

Montenegro es un país pequeño y montañoso, situado en los Balcanes y conocido por sus ríos salvajes, que fluyen libremente sin presas ni otras estructuras. Una rareza que ahora está amenazada, ya que en toda la región están proliferando pequeñas centrales hidroeléctricas. Son construidas por empresas privadas y con la ayuda de subvenciones estatales. Desde 2013, se han construido 14 plantas en Montenegro y 55 más están previstas. Según el gobierno, deberían ayudar en la transición hacia las energías renovables.

Pero un grupo de jóvenes activistas se ha movilizado para luchar contra las mini-centrales que, según dicen, causarán daños ambientales irreparables a sus ríos, así como fauna y flora únicas.

"Los movimientos juveniles han desempeñado un papel destacado en la organización de protestas y protección de sus ríos, desde Montenegro hasta Serbia”, cuenta Dragana Mileusnic, responsable para el sureste de Europa en The Nature Conservancy. "Cada día surgen nuevos ejemplos de este movimiento en proyectos de centrales hidroeléctricas, repartidos por toda la península balcánica”, explica.

Una pequeña central hidroeléctrica en un río.
Las pequeñas centrales hidroeléctricas, como esta en el río Zeta, han interrumpido la migración de peces río abajo. Imagen: Lucy Sherriff

En un estado con 620.000 habitantes, incluso pequeños movimientos juveniles pueden tener un gran impacto. Aleksandar Dragićević ha participado en la lucha contra una mini-central hidroeléctrica en una pequeña comunidad cerca del río Bukovica. El río se ha canalizado a lo largo de ocho kilómetros dejando un lecho pedregoso, por el que alguna vez fluía agua cristalina.

"La gente depende de este río para dar de beber a sus ovejas y vacas”, explica el activista de 31 años de edad. "La gente se baña en este río, ha crecido con él, viene a pescar. Para ellos es como si alguien hubiera venido a quitarles lo que les pertenece”.

Protestas remotas

Enclavada entre las escarpadas montañas del municipio de Šavnik, a las afueras del Parque Nacional Durmitor, al noroeste de Montenegro, la remota comunidad de Bukovica alberga a 200 personas en verano y durante los nevados meses de invierno a menos.

En mayo de 2019 llegaron dos excavadoras, obreros de la construcción y se instaló una pequeña oficina. Los constructores, que trabajaban para Hydra MNE – una nueva y pequeña empresa suministradora de electricidad – pillaron por sorpresa a los aldeanos.

En respuesta a una encuesta gubernamental, el 98 por ciento de los residentes se había pronunciado en contra de la construcción de una instalación de este tipo, para la cual no se había realizado ninguna evaluación de impacto ambiental.

Dos hombres hablando en una cocina.
Aleksander Dragićević (derecha) habla con un lugareño en una pequeña cabaña en Bukovica.Imagen: Lucy Sherriff

Aún así, el estado dio luz verde a Hydra MNE para comenzar con las excavaciones. Las máquinas pronto comenzaron a derribar árboles para despejar un camino en dirección al río, atravesando el bosque.

La población local se manifestó en contra y reunió dinero para contratar a un abogado que luchara contra la concesión. Pero el gobierno desestimó todas las denuncias, recuerda Dragićević, que es miembro de la ONG Coalición para el Desarrollo Sostenible (CSD, por sus siglas en inglés), que ha luchado contra las centrales hidroeléctricas en varios ríos.

Las comunidades cercanas se unieron a las protestas. Motivados por Dragićević, cientos de manifestantes vinieron, se ataron a las máquinas y acamparon frente a los obreros para evitar que arrasaran más bosque.

"Durante seis semanas, de 10 a 15 personas hicieron turnos de mayo a junio hasta que el Ministro de Economía visitó la fábrica y prometió que se detendrían las máquinas hasta que el gobierno hubiera revisado el caso”, cuenta Dragićević.

Los jóvenes asumen la lucha

Dragićević es uno de los muchos jóvenes de Montenegro, que están comprometidos con el medio ambiente, en un país en el que muchos se van porque no encuentran trabajo. En Kosovo y Montenegro, ocho de cada diez jóvenes trabajadores tienen contratos temporales, mientras que el desempleo juvenil en los Balcanes es del 35 por ciento, según el Banco Mundial.

El montenegrino Milovan Marković, de 23 años de edad, quiso crear su propio viñedo, pero tuvo que trasladarse a Podgorica, la capital, en busca de trabajo. Encontró lo que buscaba en la ONG Ozon, especializada en campañas medioambientales, porque quería trabajar "por una buena causa”.

"Si los jóvenes quieren quedarse en Montenegro, tenemos que luchar por nuestro país”, dice Marković. "Muchos de mis amigos se han ido porque ganan más dinero en el extranjero. Creo que si hubiera más gente joven aquí, podríamos luchar mejor”.

Marković explica que la organización intenta facilitar la participación de la gente. Para ello, organizan actuaciones, espectáculos de comedia y bailes para crear conciencia sobre cuestiones ambientales. La ONG también anima a los jóvenes a emprender iniciativas en las escuelas.

Un río en un bosque
Inversionistas privados planean construir una planta hidroeléctrica en el río Bukovica.Imagen: Lucy Sherriff

A veces, los jóvenes activistas también inspiran a las personas mayores.

"En el río Bukovica, un grupo de jóvenes activistas movilizaron a las personas mayores de su comunidad. Juntos impidieron que la máquinas destruyeran su río”, cuenta Mileusnics, de Nature Conservancy.

Luchando por un futuro

Por ahora, la construcción de la central hidroeléctrica en el río Bukovica, de 42 kilómetros de longitud, se ha interrumpido temporalmente, pero las excavadoras y la pequeña oficina permanecen allí. Una cinta rosa que acordona el área ondea con el viento.

No obstante, aunque se han detenido las obras, empleados de la empresa han marcado los árboles. Los lugareños sospechan que se talarán para dejar paso al resto del camino. El gobierno afirma estar revisando los documentos para el proyecto de construcción, lo que podría llevar algún tiempo.

Mientras tanto, Dragićević critica que el estado, debido a que está subdesarrollado, prioriza el dinero sobre la naturaleza. "Tenemos un dicho aquí: matando una vaca por un kilo de carne. Es decir, se busca el beneficio a corto plazo, en vez de a largo plazo”, explica el activista.

Momčilo Blagojević, director general del departamento de gestión del agua, asegura a DW que la protección de los ríos es "importante” para el gobierno.

"Nuestra Constitución recoge la protección del medio ambiente, así que el gobierno está haciendo todo lo posible por proteger los ríos y establecer una buena gestión del agua”, explica.

Sin embargo, se negó a hacer ningún comentario sobre las especies de peces endémicos y sobre la influencia de las pequeñas centrales hidroeléctricas en los ríos. Reconoce que su departamento no tiene una visión general de los ríos locales, como lo tienen las autoridades locales.

Para los jóvenes activistas, la lucha por estos ríos continuará para las generaciones futuras.

"Necesitaremos esos ríos, nuestros hijos los necesitarán y sus hijos también”, dice Dragićević "Estamos aquí para luchar por los ríos y no nos iremos”.

Se ha contactado con Hydra MNE para recabar comentarios, pero no ha respondido hasta la fecha.

Autor: Lucy Sheriff, Montenegro (ar/jov)

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