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Sociedad

Los jóvenes y el Día de la Unidad Alemana

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Astrid Prange De Oliveira
3 de octubre de 2017

En busca de su identidad, los jóvenes alemanes viven entre la fascinación por los tiempos de la Guerra Fría y un futuro incierto. ¿Cómo perciben ellos la reunificación de Alemania? ¿Acaso la celebran este 3 de octubre?

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Brandenburger Tor in den 1990er Jahren
Esta imagen fue tomada en la Puerta de Brandeburgo el 3 de octubre de 1990.Imagen: picture-alliance/ZB/J. Bauer

Imagine por un momento que la reunificación de Alemania se celebra y que todos los habitantes del país participan en el festejo. Eso es algo impensable en territorio germano. ¿O no?

"El 3 de octubre es el día nacional ideal, sobre todo ahora que se habla tanto de secesión”, opina Clemens Hühmer, quien nació en Berlín Occidental en 1986. "La reunificación de Alemania es una prueba de que no todo se desarrolla negativamente”, acota el manager deportivo de 31 años.

 

Más información:

-Helmut Kohl: el padre de la reunificación alemana

-“Berlín demostró que los muros no funcionan”

 

Hühmer pertenece a una generación que sólo conoce la República Democrática Alemana y la Guerra Fría por las anécdotas que cuentan sus padres o las clases de historia recibidas en el colegio. No obstante, hasta para él, el Muro de Berlín sigue existiendo virtualmente.

¿Ir al este de Alemania? ¡Jamás!

"En realidad, el tema de la división de Alemania no tiene nada que ver conmigo. Pero yo nunca sopesaría la posibilidad de mudarme al este de Berlín. Y tengo amigos del este de Berlín que jamás pensarían en vivir en el barrio de Wilmersdorf o en Charlottenburg”, cuenta Hühmer.

A casi treinta años de la caída del Muro de Berlín, las dos Alemanias siguen estando presentes en las vidas de los jóvenes que nacieron poco antes o poco después de la reunificación. ¿A qué se debe que no se hayan liberado todavía de esa visión del mundo?

Un estudio del Centro para la Investigación Social, adscrito a la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg, intenta responder esa pregunta. Los responsables de ese proyecto, Everhard Holtmann y Bernd Martens, llegaron a la conclusión de que "la República Democrática Alemana es experimentada vicariamente hasta por aquellos que no vivieron en ella”.

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El júbilo colectivo del 3 de octubre de 1990 parece haberse disipado.Imagen: picture-alliance/dpa/W. Kumm

Y eso no sólo aplica para la nueva generación, que creció en los llamados "nuevos Estados federados” –las entidades que antes conformaban la República Democrática Alemana– y escuchó las historias de sus padres y abuelos. También en el oeste del país, los recuerdos de los allegados mantienen viva la división de Alemania.

Abusos en la frontera

"Mi padre no se cansa de contar los abusos de los que era objeto en la frontera entre una Alemania y la otra, cuando conducía desde Berlín Occidental hasta Baviera y tenía que atravesar la República Democrática Alemana”, comenta Hühmer, detallando cómo los guardias fronterizos revisaban el maletero del auto y se esmeraban en hacerlo esperar innecesariamente.

Pero la desaparecida "Alemania Comunista” no sólo trae memorias tortuosas. En el este de Alemania, los adultos mayores sonríen cuando les cuentan ciertas historias a sus descendientes. "En comparación con la cotidianidad actual, la República Democrática Alemana ofrecía una buena perspectiva de vida”, declaró Holtmann en una entrevista concedida al semanario Die Zeit.

Mientras más jóvenes sean los consultados, más distante es su visión de la República Democrática Alemana. Según el estudio de Holtmann y Martens, la generación nacida después de la reunificación no concibe otra opción que no sea el Estado de derecho democrático, al contrario de sus padres y abuelos. "Entre los adultos mayores se registra una cierta idealización de la República Democrática Alemana”.

Disipando la nostalgia

También Natalie Oikova, quien nació en el este de Berlín en 1995, ha sido testigo de la tendencia a la nostalgia de sus padres. Su padre llegó a la República Democrática Alemana cuando ésta se desmoronaba, en 1989, y se mudó a Berlín Oriental para trabajar como técnico dental. Dos años después, su esposa le siguió los pasos.

Flüchtlingsprojekt Deutsches Historisches Museum
Imagen: DHM/Melanie Huchler

"Mis padres solían emocionarse mucho al hablar sobre la sensación de hermandad que experimentaron mientras vivieron en Bulgaria. Ellos estaban encantados con el talante socialista con que los unos y los otros se trataban mutuamente”, dice Oikova, añadiendo que la situación ha cambiado. "La Bulgaria que mis padres conocieron dejó de existir hace mucho tiempo. Su gente cambió muchísimo en los últimos treinta años”, subraya la joven de 22 años.

Aunque la estudiante de Teatro ha celebrado la reunificación de Alemania en la Puerta de Brandeburgo un par de veces, ella se ve como berlinesa y no como alemana o como búlgara. "Yo prefiero definirme a partir de la ciudad que conozco y no a partir de un país entero”, argumenta Oikova.

Una muralla mental

Pero aunque se resiste, la división de Alemania vuelve a engullirla, precisamente como berlinesa. A más tardar cuando habla de "su” vecindario y de su barrio natal, Kaulsdorf, el Muro reaparece. Y es que su comarca en el distrito Marzahn-Hellersdorf, con sus bloques multifamiliares, es un emblema indeleble de la cultura urbana de la República Democrática Alemana.

De hecho, el Muro se prolonga hasta el corazón de la otra Alemania, la del oeste. Como Oikova, también Michel Brandt, un joven actor y político de Karlsruhe, siente el peso de la historia. En los comicios federales de septiembre, Brandt fue elegido por primera vez para formar parte de la fracción parlamentaria de su partido.

Durante la campaña, Brandt fue difamado más de una vez; se le acusó de ser miembro de "La Izquierda, los asesinos del Muro”. "Cuando la discusión política no avanza más a punta de argumentos, alguien trae a colación la actuación del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) y la usa como porra”, lamenta el joven de 27 años.

En 2007, el partido La Izquierda salió de las filas del Partido del Socialismo Democrático (PDS), que a su vez salió del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED).

Símbolo del cambio conseguido sin violencia

Como la mayoría de los alemanes, que se alegra por la reunificación nacional, pero celebra el 3 de octubre en privado, Brandt nunca ha festejado el Día de la Unidad Alemana. Para Hühmer, las implicaciones simbólicas de esta fecha son decisivas. "Para Alemania es importante que el 3 de octubre sea una fecha de celebración nacional. Uno siempre se queja de que todo parece desmoronarse, pero la reunificación se dio sin violencia”.