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Sociedad

“¿Los argentinos descienden de los barcos?”

Maricel Drazer
14 de junio de 2021

“Es menos lo que somos que lo que queremos ser: un pueblo que bajó de los barcos europeos”, sostiene al respecto el historiador argentino Mariano Nagy. DW le ofrece el análisis de esta difundida y cuestionable creencia.

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Argentinien | indigene Volksgruppe der Mapuche
Imagen: Getty Images/AFP/M. Failla

La frase ha causado revuelo. Fue pronunciada nada menos que por el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, días atrás. Sin embargo, no es de su acervo personal. Muy por el contrario, esta "creencia” circula de manera profusa desde hace décadas en el país.

Ahora bien: ¿qué hay detrás de esa afirmación? ¿Qué implica sostener que "los argentinos descendemos de los barcos”? Por cierto, no poco.

"La idea de que descendemos de los barcos es una idea muy común”, afirma el historiador Mariano Nagy desde Buenos Aires. "No es una cuestión del gobierno, sino que es transversal al Estado argentino, y al imaginario social que los y las argentinas tienen respecto a su identidad”, contextualiza.

"Y esto está asentado en un proceso que es verdad, que es el enorme contingente de inmigrantes europeos que llegaron a nuestro país, sobre todo en las últimas 3 décadas del siglo XIX y las primeras 2 del siglo XX”, apunta Nagy en diálogo con DW.

Mariano Nagy, Lehrer in Argentinien
Mariano Nagy, profesor, doctor en historia e integrante de la “Red de investigadores en genocidio y política indígena”Imagen: privat

"Pero se hace un recorte, y se cree que ese componente migratorio, acotado a un breve lapso, lo explica todo”, indica. "Con lo cual, lo que termina sucediendo es la negación de varios colectivos, principalmente el de los pueblos originarios y el de la población que hoy se reconoce como afroamericana o afroargentina”, afirma el doctor en historia e integrante de la "Red de investigadores en genocidio y política indígena”.

"Lo que interpretamos como identidad argentina es menos lo que somos que lo que queremos ser: un pueblo que bajó de los barcos europeos”, sostuvo en este sentido el investigador en una charla TEDx sobre la temática. Y agregó con ironía: "La evidencia histórica tiene malas noticias”.

"La frase supone una visión esquemática, unilateral, sesgada, pobre y simplificadora de nuestra nacionalidad”, analiza, en tanto, el doctor en sociología Pablo de Marinis, consultado por este medio.

Pablo de Marinis
Pablo de Marinis, sociólogo, profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICETImagen: María Gil Araujo

Y, sin esperar respuesta, se pregunta: "¿La afirmación tiene en cuenta a los barcos que trajeron esclavos y esclavas de África hace 2 o 3 siglos? ¿Cómo se incluye en semejante descripción de la nacionalidad a quienes hace unos 40 o 50 años fueron llegando en autobús, o cruzaron y siguen cruzando las fronteras a pie?

¿Y a quienes descienden de los pueblos que ya vivían aquí desde tiempos inmemoriales, mucho antes de que llegasen todos estos barcos, es decir, personas que no llegaron propiamente porque ya estaban aquí?, cuestiona de Marinis, director del Grupo de Estudios sobre Problemas y Conceptos de la Teoría Sociológica de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Mito fundacional

"Se trata de un mito fundacional”, indica, por su parte, la doctora en Sociología y experta en migraciones Sandra Gil Araujo, consultada por DW.

"Condensa el modo en que el proyecto de construcción nacional hegemónico ha imaginado a la nación”, explica.

¿Por qué está tan extendido su uso entonces? Pues porque "para que un modo de pensar sea hegemónico tiene que transformarse en sentido común”, apunta la experta.

Sandra Gil Araujo - argentinische Soziologin
Sandra Gil Araujo, doctora en Ciencias Políticas y Sociología e investigadora del CONICETImagen: Privat

"En el caso argentino, el proyecto de construcción nacional hegemónico se erigió sobre el exterminio y la exclusión de gran parte de la población nativa, el desconocimiento y la invisibilización de la descendencia de la población africana esclavizada, y la promoción de la inmigración europea, como herramienta de poblamiento, blanqueamiento y europeización”, sostiene Gil Araujo.

"Podría decirse que ese proyecto pervive hoy en la citada frase”, completa.

Pero no es todo. Hay otras exclusiones contenidas en la aparente sencilla afirmación: "Los argentinos: siempre en masculino”, destaca la investigadora, en referencia al cuestionado masculino genérico.

Del mito a la realidad: un largo trecho

"Se trata de un racismo estructural del discurso social argentino”, dice, por su parte, a DW el lingüista especializado en análisis del discurso Juan Eduardo Bonnin. "De esa asociación propia de la modernidad, de ese impulso fundador de los Estados nacionales, que proyectó un modelo de población deseada (de descendencia europea, hispanohablante, moderna, culta) y moldeó ese discurso en la población efectivamente existente”.

Juan Eduardo Bonnin - argentinischer Linguist der Universidad Nacional de San Martín
Juan Eduardo Bonnin, lingüista y director del Centro de Investigación CITRA (CONICET/UMET)Imagen: UMET/CITRA

Y revela: "Esa ecuación sigue funcionando en muchos niveles: si sos argentino, sos blanco, cantás el himno y mirás a la selección, pagás tus impuestos, comés asado, vivís de este lado de la frontera (aunque cruces todos los días a trabajar a Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay o Paraguay), hablás español y creés en dios y la virgen”, compendia Bonnin,director del Centro de Investigación CITRA, sobre el sentir nacional.

"Este modelo no tiene adecuación empírica -porque la población que efectivamente habita nuestro país no coincide con todos estos parámetros-, pero sí tiene eficacia simbólica, porque lleva a invisibilizar y discriminar a quienes no se conforman a él”, indica Bonnin.

¿Y entonces?

"Considero fundamental que esto dé lugar a una toma de conciencia en la clase política de la necesidad de trabajar críticamente sobre la vigencia de las lógicas coloniales en la contemporaneidad”, asegura Gil Araujo.

"La magnitud del revuelo generado es expresión de que hay ciertas cosas que, por suerte, ya no pueden decirse más con la ligereza con la que antes se decían”, evalúa en tanto, optimista, de Marinis.