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Liberación de secuestrados por las FARC: ¿Qué viene después?

2 de abril de 2012

Aunque los últimos “canjeables” regresen a casa, el secuestro aún no termina en Colombia. Las FARC mantienen aún a 405 civiles secuestrados con fines económicos. Por ahora, lo único seguro es la incertidumbre.

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Helicóptero brasileño con insignias de la Cruz Roja Internacional.
Helicóptero brasileño con insignias de la Cruz Roja Internacional.Imagen: dapd

Este 2 de abril, a las casas de los colombianos han vuelto a entrar imágenes conocidas. Los medios de comunicación transmiten escenas que generan el estupor de siempre, con una mezcla de esperanza que se agota: la aparatosa operación regreso de los últimos 10 miembros de la policía y el Ejército secuestrados por las FARC. Un “gesto humanitario” con el que quieren, presuntamente, sellar el fin del secuestro extorsivo, como lo prometió este año “Timochenko”, el comandante de este grupo terrorista.

Son 10 de los casi 500 funcionarios del Estado que las FARC entre 1996 y 1998 raptaron y han torturado y arrastrado durante años por las selvas de Colombia y las de algunos países vecinos. Las liberaciones de este abril, ponen fin a la llamada lista de los "canjeables", secuestrados que durante años las FARC han pretendido intercambiar por unos 500 guerrilleros presos en las cárceles colombianas.

Alivio para las familias y nuevo éxito mediático

Las FARC llegaron a tener en la década 2000-2010 más de 70 "canjeables", un número que se fue reduciendo por liberaciones, muertes, asesinatos y fugas hasta los 10 que regresan ahora. Desde 2008, las FARC han entregado a 21 secuestrados. Además, 4 lograron escapar y otros 19 fueron rescatados por el Ejército en dos exitosas operaciones que hoy están interesando a Hollywood y en las que la trágica figura central fue la política verde franco-colombiana, Ingrid Betancourt.

Así la liberación de estas 10 personas sea un alivio para las familias que sufren el secuestro - durante y aún mucho después de la liberación -, y así sea también un éxito mediático para las FARC que exigen el reconocimiento de este “acto de humanidad”, la sociedad colombiana no queda tranquila.

Olga Gómez, directora de la ONG País Libre, que estudia el secuestro y lleva las estadísticas más confiables de este crimen de lesa humanidad, dice en la página virtual de dicha fundación, que “espera con ansia la liberación”, aunque que no se puede olvidar que “aún hay cientos de personas secuestradas que las FARC deben liberar si realmente pretenden que la sociedad colombiana confíe en su anuncio de proscribir el secuestro como arma de guerra”.

2.678 secuestros registrados

País Libre indica que entre 2002 y 2011 las FARC perpetraron 2.678 secuestros y calculó que actualmente hay 405 personas en manos de las guerrillas colombianas FARC y ELN. Pero como las FARC nunca reconocieron que vivían del secuestro extorsivo de civiles - así prometan ahora no volver a practicarlo - tampoco se pronuncian sobre el destino que han corrido sus víctimas civiles. Ni los ciudadanos extranjeros se han librado. Los alemanes Ulrich Künzel, Thomas Künzel y Reiner Bruchmann fueron secuestrados en 2001 y sólo el presumible pago de un millonario rescate les permitió salir de la manigua.

El mediático secuestro de policías, militares y políticos siempre ha sido utilizado por las FARC como fachada política para esconder su verdadero negocio con humanos. “El 78% de los secuestros cometidos por las FARC son extorsivos-económicos, de los que poco se habla pues se trata de personas anónimas, asumiendo negociaciones igualmente anónimas y privadas”, dice Olga Gómez de País Libre y recuerda que como sociedad “no podemos avalar un anuncio de un actor armado sin hablar sobre lo que ha pasado con tantos cautivos que no han regresado a sus hogares. Queremos saber qué pasó con ellos. Es una necesidad ligada a la reconstrucción de nuestra memoria histórica”.

¿Qué viene después?

Aunque la liberación de los últimos militares y policías sea calificada por algunos de “histórica”, ahora lo importante es saber qué viene después. Si las FARC están preparando el terreno para obligar a Manuel Santos, presidente de Colombia, a un “acuerdo humanitario” con las armas en la mano, la cuenta no podría estarles saliendo. En una sola una semana, las Fuerzas Armadas colombianas abatieron a 69 guerrilleros, entre ellos más de una docena de mandos medios que “son los que aceitan su máquina de guerra con extorsiones, secuestros y narcotráfico, los que alientan a la base combatiente”, como lo describe Marisol Gómez Giraldo, editora del diario El Tiempo.

Tras las liberaciones, lo único seguro es la incertidumbre. Nadie puede predecir la paz en medio de la guerra, así las ansias la hagan ver como posible. Según estudiosos del conflicto colombiano como Gómez Giraldo, “ahora puede venir una dura puja entre FARC y Gobierno que pondrá de nuevo a prueba la paciencia de los colombianos”.

Paradójicamente, la guerrilla de las FARC que no ha escatimado ni sangre ni fuego para fortalecerse antes del exigido “acuerdo humanitario”, sólo ha logrado debilitarse con el crimen. Ante el poder de la fuerzas del Estado, a las FARC les queda cada día más difícil reemplazar a sus combatientes como fichas según la consigna de que “a guerrillero muerto, guerrillero puesto”.

Por ahora, hay más de lo mismo desde hace medio siglo. Mientras la televisión muestra imágenes de secuestrados que vuelven a sonreír, “gracias a las FARC”, la policía desactivó una bomba de 6 kilos de pentolita que el frente urbano de las de la FARC Manuel Cepeda puso en un parque infantil de diversiones de la ciudad portuaria de Buenaventura.

Autor: José Ospina-Valencia

Editora: Rosa Muñoz Lima