Chemnitz: cuando el resentimiento llega a niveles peligrosos
4 de septiembre de 2018En Alemania, pocos monumentos son tan inquietantes como la escultura de la cabeza de Karl Marx, de 7 metros de altura y 40 toneladas de peso, en la Brückenstrasse, en el centro de Chemnitz. De hecho, es difícil no sentirse un poco nervioso al estar de pie frente al busto del fundador del comunismo.
Por eso, quizás haya sido apropiado que la Policía interviniera el sábado la "marcha del luto" organizada, en parte, por el partido populista alternativo Alternativa para Alemania (AfD) en la ciudad antes conocida como Karl-Marx-Stadt (Ciudad de Karl Marx). Allí, aproximadamente 4.500 manifestantes se colocaron casi cara a cara con una contramanifestación que incluía a miembros del movimiento izquierdista antifascista.
La Policía aseguró que la marcha se había disuelto porque había excedido su límite de tiempo y que había peligro de enfrentamientos violentos con la contraparte. Los manifestantes, que ya estaban enojados por el apuñalamiento de un hombre en Chemnitz, Daniel H., supuestamente cometido por dos refugiados de Irak y Siria, se indignaron por lo que consideraron un trato injusto y lo expresaron ante los oficiales.
Me pregunté qué pensaría Marx de las escenas de profunda división social que se desarrollaban ante los ojos del monumento en su honor. Algo de lo que sucedió allí podría haberle resultado muy familiar.
Alienados en la Alemania actual
Una de las incontables ironías de las ciudades del este de Alemania, como Chemnitz, es que la gente, además de temerosa e indignada por la supuesta llegada de una "avalancha" de extranjeros, ve a su propio Gobierno y a la sociedad en que vive como profundamente ajenos.
Los más radicales dentro del AfD -por no hablar del movimiento xenófobo y antimusulmán PEGIDA, o la organización "Pro Chemnitz", que también formaron parte de la protesta antinmigrante en Chemnitz- frecuentemente acusan a las autoridades estatales, a los políticos de los "antiguos partidos" y a la Policía de estar conspirando contra ellos. Algunos de los más extremos incluso afirman que la canciller Angela Merkel está planeando en secreto reemplazar a la población alemana por inmigrantes y refugiados. Es difícil encontrar un nivel mayor de alienación.
La gran mayoría de las personas que marcharon el sábado no son extremistas. No obstante, están convencidos –aún cuando las estadísticas oficiales indiquen lo contrario– de que sus vidas corren cada vez más peligro y que las autoridades no están haciendo nada para ayudar. Estos ciudadanos preocupados también usan el vocabulario de la extrema derecha y dicen que se sienten "inundados" por una "avalancha" de extranjeros. Y el asesinato de Daniel H. parece ser una prueba más de su "dramática pérdida de control" sobre su propia sociedad.
Una mujer en la marcha, por ejemplo, dijo a DW: "Deberían volver aquí con su cámara a medianoche, cuando todas las multitudes están ausentes, y verían a esa gente (es decir, a los inmigrantes) al acecho. Ya no nos sentimos seguros".
Estudios: refugiados no causan ola de delincuencia
Estudios de la Policía en lo Criminal han constatado, por un lado, que los extranjeros están involucrados de manera desproporcionada en crímenes como perpetradores y víctimas, pero, por el otro, también que la afluencia de refugiados en los últimos años no ha causado una ola de delincuencia migratoria en Alemania, como quiere hacer creer la extrema derecha.
De hecho, a muchas personas de todo el mundo, las ciudades alemanas, incluida Chemnitz, les parecerían bastante seguras. Los migrantes no son tanto una causa de pérdida de control o seguridad, sino más bien una superficie sobre la cual proyectar percepciones negativas. La pregunta que surge entonces es: ¿por qué?
Ultraderechistas: ¿personas que no pueden reflexionar?
Para Marx, la alienación se debía a que los trabajadores asalariados industriales no tenían participación en las ganancias provenientes de los productos que fabricaban, y eran explotados por jefes que reclamaban todos los beneficios de su trabajo. Hoy, no obstante, la producción industrial ya no es el centro de la sociedad alemana; la economía nacional en la era de Merkel se ha disparado y el nivel de vida de Alemania es excelente. En teoría, los alemanes deberían estar muy contentos. Pero como demostró la caída del comunismo europeo, en 1989-1990, existe un gran abismo entre la teoría y la práctica.
Una de las explicaciones más comunes para el aumento de la ira populista de derecha es la creciente brecha entre ricos y pobres en el país. Expresiones de resentimiento entre clases no son inusuales entre la AfD y PEGIDA. No obstante, incluso los miembros de esas organizaciones no pertenecen todos a una misma clase. Un manifestante llegó a caracterizar a algunos de sus compañeros de marcha como "personas ingenuas que viven de los beneficios sociales y no pueden reflexionar sobre toda la situación".
El argumento del "trato injusto" y las redes sociales
En cambio, un leitmotiv del populismo de derecha en Alemania es la envidia. Los manifestantes de derecha aseguran que su contraparte de izquierda recibe un trato preferencial, que los refugiados se bañan con dinero mientras que alemanes trabajadores luchan por salir adelante y que la elite política y mediática se llena los bolsillos y ya no tiene contacto con "la gente común". En realidad, esta es una similitud entre el dogma marxista y el populista de derecha: si no le gusta lo que lee en los periódicos, es porque todos los periodistas son comprados y pagados. Estos argumentos son repetidos una y otra vez por la derecha alemana de hoy.
La envidia es parte de la naturaleza humana. No obstante, la llegada de las redes sociales ha cambiado el entorno en el que existe esta característica de nuestra naturaleza, que la aumenta y la moviliza más fácilmente hacia fines políticos, a menudo mediante la propagación de desinformación. Esta es una de las principales razones por las que el aire que se respira en Chemnitz, en gran parte, sea de hostilidad.
Ultraderecha usa símbolos de resistencia alemana contra los nazis
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, ha regañado a la población alemana por su pasividad, argumentando que la mayoría silenciosa necesita manifestarse y posicionarse, alzando la voz en contra de la xenofobia y a favor de la multiculturalidad. Sin embargo, dado que el partido ultraderechista AfD parece estar a punto de ganar en las elecciones de 2019 en Sajonia, está lejos de ser cierto que exista tal mayoría silenciosa en Chemnitz, así como en otras partes de Sajonia y en el este de Alemania. De hecho, muchas personas tienen otras ideas.
"No soy para nada un extremista de derecha, pero estoy en contra del flujo de refugiados hacia el país", dijo un hombre, casado con una mujer asiática de habla inglesa. "AfD y PEGIDA son los únicos que abordan este tema, entonces, ¿a dónde más debo ir?"
Los actuales movimientos populistas de derecha de Alemania se consideran los herederos de algunos poderosos legados históricos y se apropian incluso de símbolos de la lucha contra los nazis. Enfurecidos manifestantes corearon "Wir sind das Volk" ("¡Somos el pueblo!"), el eslogan de la caída del comunismo, dibujando un paralelo entre su protesta y las que se liberaron en Alemania oriental hace casi tres décadas para acabar con el socialismo. Algunos incluso llevaron rosas blancas para poner un monumento improvisado a Daniel H., utliizando abiertamente el símbolo del grupo de resistencia Rosa Blanca contra los nazis en la Alemania de Hitler.
Si tuvieran más interés en conocer de verdad la historia alemana, tal vez los partidarios de la AfD y PEGIDA podrían hacer una pausa para reflexionar sobre hacia dónde han llevado a Alemania en el pasado los movimientos políticos basados en temores a los extranjeros. Pero las posibilidades que propiciarían un cambio de mentalidad en este momento son escasas.
Muchos de los manifestantes son tan escépticos de los medios de comunicación y la política que es difícil imaginar que tengan un diálogo con personas con diferentes puntos de vista. "¡Prensa mentirosa!" fue el segundo eslogan más frecuente, solo superado por "¡Merkel debe irse!". En medio de estos gritos, periodistas fueron atacados no lejos del busto de Marx.
La extrema hostilidad hacia los medios es una faceta visible del populismo de derecha en Alemania en este momento. Sean cuales sean los defectos de los medios de hoy en día, sin foros de consenso en los que se puedan sostener debates, no habrá conciliación en las posturas políticas en lugares como Chemnitz.
Autor: Jefferson Chase (FEW/CP)
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