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Las ONG quieren acabar con el tráfico humano

RMR9 de diciembre de 2004

Debido al crecimiento imparable de la trata de mujeres y niños en el mundo, las ONG intesifican su trabajo para evitar la explotación de seres humanos que con frecuencia proceden de Latinoamérica.

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La trata de blancas es un mal internacional.Imagen: dpa


El tráfico de mujeres y niños aumenta alarmantemente. Según la Comisión Europea, la cifra de mujeres latinoamericanas en la red de prostitución europea aumenta de manera preocupante. Y si de números se trata, alrededor de 7 mil millones de dólares anuales, de acuerdo a la Organización Internacional de Migración (OIM), se embolsan las mafias que se aprovechan de la vulnerabilidad femenina y la pésima situación económica que viven estas mujeres en su respectivos países. Entre los países más afectados de Latinoamérica se hallan Colombia y la República Dominicana: entre 40 mil dominicanas y 50 mil colombianas "trabajan" en Europa, Japón y Estados Unidos.

Los más indefensos, los niños, también forman parte de viles negocios como tráfico de drogas, adopción ilegal o trabajar en países extranjeros para ayudar a sus padres. UNICEF expone una cifra espeluznante: 2 millones de niños en el mundo entero se prostituyen.

Falsas promesas

Engancharse a una red de prostitución no resulta difícil, ya que las mujeres se ven bombardeadas con atractivas ofertas, como: "¿Desea viajar a cualquier país?" o "Se requiere personal femenino para acompañar extranjeros; elevado ingreso" que hasta incluso aparecen en los diarios como sinónimos de dinero sin esfuerzo. Ya en el país se les desposee del billete de vuelta, pasaporte y pertenencias y, por temor a repercusiones para su familias e hijos, continúan en el anonimato. Es decir, las víctimas se convierten en las esclavas del siglo XXI.

Además se suman otros problemas como la incapacidad de participar activamente en la sociedad donde viven. El riesgo de contraer enfermedades contagiosas aumenta considerablemente, ya que muchas de las prostitutas no cuentan con programas de información sexual, y las oportunidades para cambiar su estilo de vida brillan por su ausencia.

Las ONG ofrecen ayuda

La carencia de una política global eficaz favorece el surgimiento de proxenetas que divisan un camino relativamente llano para la explotación y con frecuencia esclavitud de las víctimas. La globalización no está en este caso afectando favorablemente a la ejecución de los derechos humanos. Así que ha sido necesario que las ONG tomen cartas en el asunto y luchen por cambiar el panorama de las redes internacionales de tráfico humano.

En Alemania se están llevando a cabo proyectos de carácter internacional como Amnesty for Women (Amnistía para Mujeres) con numerosas asociaciones que se concentran en determinados aspectos de la prostitución. El TAMPEP se encarga de la prevención y creación de estrategias para prevenir el SIDA y otras enfermedades de contacto sexual entre las prostitutas extranjeras. Así como Femmigration que apoya judicialmente a las prostitutas emigrantes o FENARATE que ofrece la oportunidad de la reinserción social de las víctimas.

La organización no gubernamental ECPAT, también con sede en Alemania, cuenta con 300 organizaciones repartidas por todo el mundo. Se encargan de prevenir, informar e intentar alcanzar todos los países de mundo donde los niños son utilizados como objetos sexuales, pornografía y asesinato para la trata de órganos.

El tráfico humano es un problema mundial que a todos nos incumbe. Por lo tanto, es necesario la introducción de controles más férreos y leyes más ágiles que eviten el desarrollo del tráfico infantil y la explotación de las mujeres.